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Primoz Roglic ha sido el más fuerte en esta Vuelta. efe

Roglic suma su tercera Vuelta con un triunfo total

El esloveno sella el triplete tras dominar desde el inicio hasta la victoria en 'crono' final y sube el podio por delante de Mas y Haig

Domingo, 5 de septiembre 2021, 20:56

A los grandes ciclistas les llega un momento en el que empiezan a competir contra rivales sacados de la historia. Cuando el año pasado Primoz ... Roglic ganó su segunda Vuelta, empató a triunfos con Deloor, Berrendero, Fuente, Hinault, Delgado, Zulle y Froome. Ahora, con la tercera victoria, se coloca a la par de Rominger y Contador. Sólo Roberto Heras, con cuatro muescas, le supera. Tiene tiempo.

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Ha cumplido 31 años, pero se hizo ciclista pasados los 20 tras dejar atrás su juventud como esquiador. El esloveno sigue creciendo. Fue cuarto en el Tour de 2018. Tercero en el Giro de 2019 y esa temporada se llevó la Vuelta de su debut. En 2020, sólo Pogacar impidió que ganara el Tour y luego, inmune al desánimo, venció en la Vuelta. Esta temporada se cayó en la ronda francesa y ayer sumó su tercera Vuelta, la de las catedrales, con un dominio absoluto. Había ganado la 'crono' inicial junto la Catedral de Burgos, ganó ayer la última 'crono' en la puerta de la Catedral de Santiago y, en el tránsito, puso su nombre a la mejor etapa en mucho tiempo, la de los Lagos, la gran catedral natural de la ronda. Para buscarle un rival en la Vuelta hay que rebuscar en el pasado.

Ni Enric Mas, segundo como en la edición de 2018, ni el australiano Jack Haig, tercero, le han inquietado. Tampoco los siguientes: Yates, Mader, Bernal y De la Cruz, séptimo al final. A Enric Mas no le falta talento, pero sí un punto de atrevimiento. Con Valverde al borde la jubilación y con Landa aún tambaleándose tras la brutal caída que sufrió en el Giro, el pelotón hispano acaba sin victorias de etapa, algo que no sucedía desde 1996. En el desierto. Y no es fácil pedalear sobre esa arena.

Roglic es el dueño de la Vuelta. Tres participaciones y tres triunfos. Le ha sacado 4 minutos y 42 segundos a Mas, la mayor distancia en 24 años. Ganó las dos primeras Vueltas sobre recorridos explosivos, llenos de finales en cuestas imposibles, y se ha llevado esta edición sobre un trazado mucho más equilibrado, con más etapas llanas y con jornadas de montaña ideales para la estrategia. Se adapta a todo. Es su marca.

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Hace diez años no sabía nada de ciclismo. Aprendió de los libros. Escuchó. Observó. Y aplicó la disciplina y la búsqueda de la perfección en los saltos de esquí a su nuevo deporte. Cumple a rajatabla los planes de entrenamiento, físico y mental. Pule sus puntos débiles. No malgasta ni un gramo de potencia. En 2019, cuando ganó su primera Vuelta, dio la impresión de ser un tipo altivo, distante, casi arrogante. En su entorno negaban esa definición. Al revés, el esloveno es un buen líder, agradecido. Y gestiona bien la presión. Si falla, busca soluciones sin desesperarse. Tras cada caída o derrota, vuelve más fuerte. Ayer, nada más batir al tremendo Cort Nielsen por 14 segundos en la 'crono' y de doblar a Mas, pidió una cerveza y animó al público de la Plaza del Obradoiro. Era su fiesta

La de un líder ambicioso. Esta Vuelta lo ha comprobado. Batió a Aranburu en la contrarreloj inicial apurando en cada curva del descenso del Castillo de Burgos. Se fue días después al suelo en la bajada de Almáchar por asumir riesgos. Ese carácter ganador tuvo su mejor escenario a 60 kilómetros de la cima de los Lagos de Covadonga. Otro de su especie, Egan Bernal, lanzó un desafío. Un locura. Se lo jugó a todo o nada. El colombiano estaba ya fuera del podio. No tenía nada que perder. Y sólo le acompañó uno en esa aventura, el que podía perderlo todo: Roglic. «Quería divertirme», dijo el esloveno. Levantó los brazos en los Lagos. Hizo aún más histórica esa cima.

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Lío en el Movistar con López

El Ineos de Bernal y Yates, el Bahrain de Haig y Mader y el Movistar de Mas y 'Superman' López supieron ese día que la carrera era propiedad privada de Roglic. E iniciaron la pugna por las otras dos plazas del podio. Ahí, en la etapa gallega que cerraba la montaña, implosionó el Movistar. Los técnicos del equipo español ordenaron a López, que iba rezagado, que dejara de tirar en busca del grupo donde marchaban Roglic, Yates, Haig y su compañero Mas. 'Superman' se desesperó al ver cómo se le escapaba el tercer cajón el podio y se bajó de la bicicleta.

Por esa sorprendente secuencia también será recordada esta Vuelta a la que regresó, ausente desde 2013, el Euskaltel-Euskadi para dejar claro que la carrera necesita equipos así. Combativos a diario y factoría de producción de una nueva camada de corredores que aseguren el relevo generacional y que puedan, ojalá pronto, competir con rivales tan perfectos como Roglic. La tercera Vuelta del esloveno despide a Fabio Aru, que se jubila; descubre a talentos como Storer y Mader; confirma la resurrección de Jakobsen, al borde de la muerte hace un año por una caída, y revaloriza a 'todoterrenos' como Cort Nielsen. Todos corrieron en la tercera catedral de Roglic.

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