Bardet gana en Villuercas la etapa malgastada por los rivales de Roglic
El francés, que renunció al Tour para lograr triunfos así, es el mejor de la fuga, mientras los candidatos al podio apenas se mueven en un recorrido ideal para la batalla
Hasta el Monasterio de Guadalupe, en la Extremadura boscosa, fue Cristóbal Colón para convencer a los Reyes Católicos de que le financiaran el viaje a ... las Indias. Hasta allí, a la cima del Pico Villuercas que mira desde arriba las paredes encaladas de Guadalupe, subió ayer Romain Bardet para ganar con 30 años su primera etapa en la Vuelta. Colón buscaba un continente y encontró otro, América. A Bardet le pidieron en Francia que supliera a Hinault y ganara el Tour. Fue segundo en 2016 y tercero en 2017, pero no lo ha ganado. Lo asumió. Liberado de ese peso histórico, rediseñó su carrera, se olvidó del Tour, ha catado el Giro y ya es el primer vencedor en Villuercas, la cuesta de la que se desentendieron todos los candidatos al podio salvo 'Supermán' López, que lanzó un ataque tardío con el que sólo rascó 4 segundos de premio. Triste actitud sobre un recorrido fantástico para la batalla. En el pelotón hubo paz. Y la paz sólo beneficia a uno: a Roglic.
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«Hay miedo a atacar de lejos y reventar. Además, pegaba mucho viento y el Jumbo (equipo de Roglic) llevaba cinco corredores. ¡Dónde vas así!», apuntó Bernal. El colombiano llegó a la meta con Roglic, Enric Mas y Haig. Empatados. El Movistar tampoco se atrevió. La arrancada de López a 2,5 kilómetros del final sólo sirvió para maquillar la ocasión perdida. Enric Mas fue la sombra de Roglic. No se despegó de él. Y tendrá que hacerlo si quiere arrebatarle la Vuelta. Aunque no es Roglic el líder actual. Ese cargo lo sostiene el noruego Eiking, que resiste y se agarra a este sueño que está viviendo despierto.
El regreso de la Vuelta a Extremadura descubrió un paraíso ciclista. De hormigón. Duro trabajo el de encofrador. Siempre moliendo cemento con el que levantar muros y casas. El hormigón también sirve para pavimentar las carreteras más difíciles y apartadas; las que amenazan la ley de la gravedad con rampas del 20%. Así es el Collado Ballesteros, un nuevo anfiteatro de la Vuelta que tenía ambiente de Tour. Repleto de público, con o sin mascarillas. Y entre todos montaron una fiesta ciclista en este apartado rincón extremeño que tiene como eje el Monasterio de Guadalupe. Los aficionados podían ver dos veces la carrera: al paso por Ballesteros y luego la subida final al Pico Villuercas. Dos laderas de la misma montaña. No vieron, en cambio, pelea en la primera. Como si esas paredes de cemento hubieran asustado a los fugados y al pelotón.
En la escapaba se retorcían 18 dorsales: Bardet, Tratnik, Dani Navarro, Bagües, Herrada, Pidcock, Holmes, Champousin, Prodhomme, Vanmarcke... y Azparren, debutante y ya con el mérito de ser el corredor que más kilómetros acumula en fuga. Le sobran ganas al joven guipuzcoano del Euskaltel. El Collado Ballesteros sirvió para sacar las mejores fotografías del día. La cremallera de hinchas abriéndose al paso de los corredores. Ellos, los aficionados, pusieron la voz. El pelotón se limitó a pasar casi en silencio en una cuesta tan brutal. El Jumbo de Roglic tomó el mando y nadie le tosió. Quedaban más de 50 kilómetros minados de repechos hasta la meta, hasta la segunda subida a esta montaña, al Pico Villuercas, mucho menos duro pero mucho más largo.
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La fuga, con 12 minutos de margen, inició la puja por la victoria de etapa. Prodhomme, un joven que se hizo ciclista entrenando tras moto de noche porque el día se lo ocupaban los estudios, salió a por el triunfo. Como Zeits. Y como Jay Vine y Dani Navarro, que tropezaron. Vine se cayó al coger un botellín del coche de su equipo. Y Navarro se pasó de frenada en una mala curva.
Retirada de Carapaz
Todos en la escapada miraban al mismo. A Bardet. El francés lo notaba. No podía salir a cada reto. Dejó hacer. «Mi director me ha calmado», agradeció. Esperó. Y a falta de 6 kilómetros, en la recta más pendiente, dejó atrás a los que venían a su rebufo y cogió y remató a los que corrían por delante.Herrada, como consuelo, acabó segundo a 44 segundos de Bardet.
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Malgastada esta etapa y con Carapaz retirado por agotamiento, los adversarios de Roglic tienen hoy otra oportunidad por el áspero paisaje de Ávila y con puertos como la Centenera, Pedro Bernardo y Mijares antes de llegar a El Barraco, la cuna de un ganador del Tour como Carlos Sastre y de un ciclista que no llegó a tanto pero que es inolvidable, el 'Chaba' Jiménez, uno de los que sí se atrevía. Y por eso se le recuerda.
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