Sivakov se choca en su estreno
El joven franco-ruso, la tercera baza de Ineos de Bernal y Carapaz, pierde 13 minutos tras caerse dos veces y debilita a su equipo tácticamente
Como si hubiera pólvora en el ambiente. La etapa que abría el Tour del coronavirus casi acaba en una sala de Urgencias. Ahí ... terminó uno de los gregarios de Mikel Landa, el alicantino Rafa Valls, con el fémur roto. Apenas le quedan huesos sin fractura al corredor del Bahrain-McLaren. Más que un ciclista parece un paciente ya cumplidos los 33 años. Valls le saca una década al gran caído de la jornada, el franco-ruso Pavel Sivakov, el tercero en la jerarquía del equipo Ineos tras Egan Bernal y Richard Carapaz. Sivakov encadenó dos patinazos. Se machacó los codos y acabó harto de tanta mala suerte a 13 minutos del ganador, el noruego Kristoff. El Ineos, que descartó a Froome y Thomas antes de venir a Niza, ya se ha quedado sin la baza de su joven talento.
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Es un año de trabajo extra para los médicos. También, al parecer, en el Tour. El Movistar, por ejemplo, sumó ocho caídas, tres de ellas de Erviti. «Es que cuando se mojan estas carreteras...», declaró el navarro. Valverde y Mas se libraron, pero no Rojas, con la espalda machacada. Cuando todos los integrantes del equipo español estaban ya con las vendas en el autobús, llegó a Niza el gafado Sivakov, el daño colateral del Ineos en la escabechina de la primera etapa de este Tour.
Era también el bautizo de Sivakov en la ronda gala. Su gran ilusión. Y zas. A la lona nada más escuchar la campana. Primero perdió el equilibrio en el descenso del alto de Rimiez. Buena costalada. Luego se fue contra un bordillo entre las rotondas e isletas de Niza. Se le vio cabecear de rabia. No escuchaba a sus directores. Renegaba bajo la lluvia. Estaba en su estreno en el Tour y el cielo se le había desplomado encima. Antes de venir a esta edición dijo que «algún día» podrá «aspirar a ganar esta carrera». Muchos lo creen. Está predestinado para el Tour.
El alicantino Rafa Valls, uno de los sostenes de Landa en la montaña, acabó en el hospital
lista de bajas
Nació en Italia y creció en Francia, dos núcleos de este deporte. Es hijo de una ciclista rusa campeona del mundo de contrarreloj e hijo de un corredor ruso que participó en tres ediciones de la Grande Boucle. Por eso, porque su padre competía en Europa, Sivakov vio la luz en Italia y se hizo ciclista en Francia, en un pueblo de los Pirineos. «Cuando mis padres se separaron, la bicicleta fue mi escapatoria», contó en la revista 'Vélo'. El ciclismo es el único ámbito donde el que escapa no es un cobarde.
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Noveno en el Giro
Con las cimas pirenaicas en la ventana y la mentalidad de sacrificio heredada de sus padres deportistas, Sivakov enseguida llamó la atención. Le reclutó el filial del BMC y brilló en las grandes carreras amateurs, el Tour del Porvenir, la Ronde d'Isard, el Giro de Aosta... Un chico alto, delgado para la montaña y con palanca para el cronómetro. Un elegido. Y, claro, el Sky, ahora denominado Ineos, le hizo un hueco. Lo mandó el año pasado al Giro de Italia, donde acabó noveno. Buen contacto con una carrera de fondo. Test aprobado.
Y en esta temporada de pandemia Sivakov ha ocupado en el Tour uno de los puestos que dejan vacantes los 'viejos' Froome y Thomas. Es el relevo. Eso cree Dave Brailsford, mánager de la escuadra de mayor presupuesto. También lo cree el corredor. «El Giro del año pasado cambió mi visión. Me demostró que puedo mantener un nivel alto tres semanas», declaró. Pero este inicio de Tour le ha puesto la zancadilla. El Ineos, con Sivakov ya retrasado, le concede ventaja táctica a su gran rival, el Jumbo de Roglic, la amenaza eslovena.
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La carretera resbalaba tanto que hasta había caídas a baja velocidad, como la de Bennett, uno de los gregarios de Roglic. Entre los peor parados está Rafa Valls, que entró en la alineación del Bahrain-McLaren para escoltar a Landa en la montaña. En el pasado Dauphiné cumplió de sobra esa misión. Con 33 años, se encontraba en plenitud. Y acabó en el hospital con una fractura en el fémur de la pierna derecha, de la que tuvo que ser intervenido, y con otras lesiones menores en el hombro, el codo y la rodilla.
Valls, que es de Cocentaina, el pueblo de Vicente Belda, sabe de traumatología y de periodos de rehabilitación por culpa de las lesiones, la caídas y las enfermedades. Desde que debutó en el Relax en 2007 le ha pasado de todo. Ha vivido el cierre de varios de sus equipos y ha encadenado golpes y reveses. En 2010 le frenó el virus de la mononucleosis. En 2014 se partió un brazo. Dos años después, la pelvis. Y la cadera en 2017. Tiene el cuerpo sostenido por tornillos. Esta temporada en la que apenas se ha competido, Valls tuvo tiempo para caerse en enero en Australia y romperse el sacro. Su currículo deportivo parece un tratado de anatomía.
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