Froome, dispuesto a pelear de nuevo por la victoria en el Tour. efe

El retraso del Tour beneficia a Froome, que llegará al «100%»

El británico, casi recuperado de las graves lesiones por la caída en 2019, dice que aspira a ganar más veces que nadie la ronda gala

Miércoles, 29 de abril 2020, 00:33

uando la dirección del Tour anunció que trasladaba la carrera de julio a septiembre por culpa del coronavirus, Chris Froome esbozó una sonrisa. La pandemia ... le daba dos meses más para volver a ser el que fue. En junio de 2019 es estrelló contra un muro a 55 km/h mientras reconocía el circuito de la contrarreloj del Dauphiné. Levantó la mano del manillar para sonarse la nariz y se partió como un cristal. Fractura abierta de fémur derecho, de codo, del esternón, de varias costillas y vértebras. Roto. Con 34 años recién cumplidos, cuatro victorias en el Tour, más el Giro y dos Vueltas, parecía el final. Lo tenía todo hecho y recuperarse de algo así sonaba a imposible. Ahora Froome anuncia en el diario 'L'Equipe' que en el Tour estará «al cien por cien». Ha vuelto.

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Con un palmarés como el suyo y ante una lesión así, lo más complicado es encontrar una motivación. La tiene. Gigante. «Mi sueño es ganar más Tours que nadie», avisa. Tiene cuatro victorias, a una de Anquetil, Merckx, Hinault e Induráin. En el camino hacia esa meta nunca alcanzada por nadie, Froome dispone de un elemento añadido. La muerte de Nicolás Portal, su director y amigo en el equipo Ineos. El técnico galo fue el único que creyó en él cuando anunció en el Giro de 2018 que quería reventar la carrera en la carretera de tierra de La Finestre, tan lejos de la meta. «Cualquier otro director hubiera pensado que era una locura. Pero a Nico le vi el brillo en los ojos», recuerda el corredor keniano. «Quiero ganar otro Tour para él».

Con tracción emocional de sobra para afrontar ese sueño, Froome necesita antes recuperar del todo su pierna derecha. Casi lo ha hecho. Su memoria ha olvidado el momento de la caída. Sí tiene bien grabada la conversación con el cirujano de Saint-Etienne que le soldó los huesos. «Ese médico me dijo que iba a recuperarme totalmente de mis lesiones. A partir de ahí me propuse volver».

El primer paso tardó. Fue el peor momento. La inmovilidad en la cama. Sentirse inútil. En cuanto pudo instaló un gimnasio en el garaje de su casa en Mónaco. Lo llama la 'cueva del sufrimiento'. Máquinas de musculación, rodillos... Ese confinamiento de meses le ha permitido estar más entrenado que sus rivales para esta cuarentena. «Cada día voy al garaje. Hago una hora de ejercicios para seguir reforzando mi pierna derecha. Luego me entreno sobre el rodillo en función del programa que marca mi entrenador (Tim Kerrison)». Más de treinta horas de rodillo a la semana. Para él, sudar sobre este aparato no es un suplicio como para el resto. Es una liberación. El camino de vuelta.

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Con muletas a la bici

Pedalea mejor que anda. Durante semanas necesitó muletas para ir hasta donde guarda la bicicleta e iniciar los entrenamientos. Si paraba a tomar un café, cojeaba en cuanto echaba pie a tierra. Sobre el sillín, en cambio, comenzaba a reanudar su vuelo. Regresó a la competición en el pasado Tour de los Emiratos, en febrero. «Comprobé que no tenía miedo a rodar en el pelotón». Acabó en el puesto 71, a veinte minutos del vencedor, Adam Yates. Ahí, en esa carrera, el ciclismo comenzó a pararse por la pandemia.

«Ahora hay cosas mucho más importantes que el deporte, como la salud de la población mundial», subraya Froome. El ciclismo es insignificante ante eso. Pero si el virus permite la celebración del Tour en septiembre, Froome estará listo para pelear. Los datos avalan su fe. «Mi forma física es la misma que en otros meses de abril antes de la caída», advierte. «Eso me anima». Froome está dispuesto a exprimir su segunda vida como ciclista. En su equipo milita el último ganador del Tour, Egan Bernal. Peleará por esos galones.

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