Bicicletas de carbono a precio de oro
La escasez de fibra de ese material, reclamada por las industrias militar y de automoción, ha encarecido los modelos que usan los ciclistas
En una charla con mecánicos de equipos presentes en la Itzulia surgen términos como 'tubeless', los neumáticos con un líquido sellante antipinchazos que están sustituyendo ... a los tubulares. Hablan de los rodamientos cerámicos que facilitan el giro de bielas y ruedas... «Son carísimos», coinciden. Cierto. Pero no hay deporte más cercano al aficionado, que puede adquirir una bicicleta idéntica a las que hoy ruedan por la Itzulia. Tendrá que pagar, eso sí, entre 10.000 y 16.000 euros. Como una moto.
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Eso le cuestionan a menudo a Joseba Arizaga, responsable de producto de carretera de la marca Orbea. «El precio final tiene mucho que ver con todas la horas de búsqueda que hay detrás para optimizar el material, que en este caso es la fibra de carbono. Es cara porque hay pocos fabricantes en el mundo», explica.
La ley de la oferta y la demanda. «La fibra de carbono disponible nos la disputamos entre la industria militar, la aeroespacial, la automoción y luego, está el deporte, esquí, raquetas de tenis, palos de golf... Y las bicicletas. Hay una demanda enorme para un producción tan pequeña a nivel mundial». Y, claro, sectores como la industria militar y la automoción tienen mucha más fuerza que el deporte.
Antes, la bicicletas eran de acero y luego de aluminio. «Hoy un modelo de alta gama está hecho básicamente de carbono», apunta. Todo: cuadro, horquilla, ruedas, bujes, bielas, manetas, cambios, sillines, manillares, tijas... Al coste final se añade la técnica del fabricante para mejorar el producto. «Si trabajas bien el carbono de alta gama consigues piezas muy rígidas y de poco peso. Si usas tecnologías menos costosas y laminas un cuadro en una hora, y no en cinco, rebajas el precio pero el producto no es el mismo», compara Arizaga.
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La tecnología permitirá en un futuro próximo que las bicicletas tengan cambios de marcha automáticos, como en los coches
Las marcas de bicicletas de primer nivel producen cuadros y cogen casi todo el resto de las piezas (ruedas, grupos de transmisión, frenos, tijas...) de tres firmas, Campagnolo, Shimano y Sram. El despiece de un modelo viene a ser algo así: el cuadro cuesta entre 3.500 y 4.500 euros. Las ruedas, de 2.500 a 3.000. El grupo de transmisión, unos 2.500. A eso se suman el manillar, las tijas, el sillín... Esto es, entre 10.000 y 16.000 euros la montura.
Según Arizaga, en esa diferencia influye el coste que para algunas marcas supone patrocinar un equipo del UCI World Tour o a alguno de los mejores ciclistas del mundo. «Eso sí repercute en el precio. Los cuadros de carbono de un equipo UCI World Tour y de uno de segunda división están hechos igual, con el mismo material y tecnología, pero el fabricante que no está en un equipo World Tour no tiene que pagar fichas millonarias», apunta. «Orbea -añade- decidió en su día que el coste de estar en el World Tour era excesivo y que no nos daba el retorno que esperábamos. Preferimos invertir de otra manera».
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El Euskaltel hace las pruebas
Sobre sus bicicletas ruedan los ciclistas del Euskaltel, englobado en la segunda división. La exigencia a la que someten los profesionales a las bicicletas es el mejor campo de pruebas. «Todo lo que aprendes en la alta competición lo aplicas luego en los modelos de menor nivel. La competición te ayuda a detectar fallos con más velocidad que en un laboratorio», indica Arizaga.
La investigación no se detiene. Bicicletas más rígidas, ligeras y tecnológicas. «Todos apuntamos al tema electrónico. No sólo sobre la bici eléctrica. Los cambios de marcha electrónicos se van a ir imponiendo. Y eso va a posibilitar que esa electrónica gestione incluso el nivel de esfuerzo del ciclista. Algo así como el cambio de marchas automático de los coches. La electrónica de la bici recogerá tantos datos del usuario que podrá asistirle». El futuro.
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