
Segundo libro de Igor González de Galdeano
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Segundo libro de Igor González de Galdeano
«Induráin ha sido el único campeón del Tour con la humildad que debe tener un líder»El ciclismo es una cuestión de humildad para Igor González de Galdeano (Vitoria, 1973). Hace ya muchos años, en 1999, un grupo de aficionados le ... obligó a salir a saludar desde el balcón de su segundo piso tras ser segundo en la Vuelta. Al día siguiente tenía una recepción con su bicicleta en la Diputación y se topó en el ascensor con la vecina del primero. «¿Qué piensan tus padres de que estés todo el día con la bici? Ya es hora de que empieces a trabajar», le dijo la deslenguada mujer. «Me dejó seco», reveló ayer en la presentación de su segundo libro, 'Líderes en Amarillo'.
Así llegó con los pies en el suelo al Tour de Francia del 2002. «El momento más especial, pero no el mejor». Vistió el maillot amarillo durante siete etapas pero notó la presión que ello supone. Desde entonces, tuvo «la inquietud» de saber cómo lo gestionaban aquellos corredores que, al contrario que él, parecían destinados de nacimiento a ganar la 'Grande Boucle'. Investigó, leyó y ha escrito sobre nueve: Jacques Anquetil, Pedro Delgado, Miguel Induráin, Bjarne Riis, Jan Ullrich, Marco Pantani, Lance Armstrong, Óscar Pereiro y Alberto Contador. «Al principio quería que fueran diez pero ufff...», reconoce con honestidad. Se le hizo más duro que el Tourmalet.
El décimo tenía que ser Sastre. «Pero no hay mucho escrito de él. Yo no he hablado con ninguno, me he basado sobre libros, reportajes y entrevistas que tienen», explica. Un trabajo de dos años, al igual que 'Pedaleando hacia el éxito', que contó con la ayuda del laureado periodista de EL CORREO Jesús Gómez Peña, quien promete «una lectura amena». «Podría haberse dedicado al periodismo». Pero optó por aplicar su sabiduría en el mundo empresarial y conferencias tras dejar el ciclismo.
La obra arranca fuerte con Jacques Anquetil, el mito de las tres mujeres. Se hizo ciclista para ligar y tuvo hijos con su esposa, su hijastra y su nuera. Llegó a convivir con todas ellas. «Es increíble que con una vida personal tan desordenada lograra ganar tanto». Cinco Tours. Nadie tiene más. «Era un gran estratega. Arrasaba en las cronos y aguantaba en la montaña. Sabía negociar. Una vez sacó cinco primas de solo una crono», desgrana el pequeño de los Galdeano. Le daba igual lo que dijeran de él. Los franceses abucheaban su forma de correr y él llamó 'silbido' a su barco. Su ídolo era Coppi y fue a verle para conocer sus entresijos. «Ya sé a que has venido, quieres que te ayude», le dijo tras una larga conversación el italiano. «Que va, ya me he enterado de todo lo que haces», le replicó el galo, cuya actitud dista de ser la mejor para preparar las carreras. «Decía que no hay nada mejor que un faisán, champán y una mujer», contó en un acto acompañado de familia, amigos e ilustres como Tania Lamarca (oro olímpico en gimnasia rítmica) o los exciclistas Javier Mauleón y Luis Mari Díaz de Otazu.
Nada que ver con Perico Delgado. Ídolo de masas gracias a que «tomaba sus propias decisiones». De los pocos que en aquella época iba con un libro a la carreras, no recomienda cómo el segoviano se enfrentó con el periodista Jose María García. «Butano le acusaba de muchas cosas que no pudo demostrar, pero aquella guerra le causó muchos problemas a su equipo el Reynolds y mucha gente salió dañada por ese conflicto. Hay que saber gestionar el enfrentarse tan de frente a la gente poderosa». Tampoco aconseja su tardanza. «Todo el mundo recuerda la de Luxemburgo en 1989, pero a una carrera en Montjuic llegó media hora tarde y se le tuvo que esperar», recuerda el exciclista de la ONCE.
Una de las reminiscencias más singulares del único alavés que ha vestido de amarillo fue ir hablando con Miguel Induráin cuando este se quedó en aquel hotel de Cangas de Onís en 1996. «Él todavía me reconoce que no lo tenía pensado». El navarro es «la estrella». El más «perfecto». Pero nadie lo es. «De ciclista todo el mundo le respetaba. Pero luego se retiró y cuando tuvo que hablar, empezó a perder. Tiene un tono plano y no cuenta nada», valora. Perico, gran comunicador, protegió mejor el cariño del público.
Galdeano quiere entender la postura discreta y de silencio de Induráin. Sobre todo después de lo que le dijo su hermano. «No le conocemos ni nosotros. Es muy introvertido», cuenta. El vitoriano saca una deducción. «Después de todo lo que he leído creo que se retiró tan apresuradamente porque le traicionaron en el equipo. Algo hay, pero no creo que lo cuente», lamenta. Lo que sí le reconoce es ser el «único con la humildad que debe tener un líder». «De la humildad se habla mucho pero se práctica muy poco. Pero él es de los que sí se viste por los pies».
Bjarne Riis se llevó el que debía ser el sexto Tour de Induráin. «Se le ahogó un hermano en una fuente, la familia se desestabilizó, sus padres se separaron y eso le marcó», cuenta el vitoriano en su libro. Al igual que con Anquetil y con Jan Ullrich, su siguiente protagonista, ha llegado a entender que se doparan. «Tuvieron tantas dificultades que nunca se despojan de esa mala vida. Da rabia pero al final lo paso por alto en el libro».
Ullrich lo tenía todo para ser como Induráin. «Subió andando el Morredero semanas antes de esa Vuelta del 99 que luego me ganó. Era capaz de bajar doce kilos en dos meses», manifiesta con asombro. Pero lo arruinó entre autotransfusiones de sangre, whisky, cocaína y tabaco. «Tuvo un contexto muy muy difícil y necesitaba siempre una persona que le dijera qué tençía que hacer». Tampoco Pantani le parece el mejor ejemplo. «Le gustaba mucho la noche y no fue capaz de rodearse de un buen entorno». Cuentan que cuando ya empezaron todos sus males apareció disfrazado de mujer en una prueba cicloturista. «Se dedicó a subir puertos como nadie, pero no se formó en nada más. Con la persecución que sufrió se hundió», valora. Mente débil.
Y así se llegó a Lance Armstrong. El que insultaba al alavés cuando atacaba en una carrera previa al Tour del 2002 y le impidió subir al podio con él. «A los de la ONCE nos tenía como rivales. Me llamó de todo. No daba crédito». Galdeano le tenía estima después de haber superado el cáncer y montar la fundación, pero «usó su autoridad para manipular». Al que desposeyeron de sus siete entorchados. «Lees su historia y empatizas, de verdad. Su segundo padre le machacó en su infancia», asegura.
Por eso, Galdeano se queda con el «equilibrio» de los españoles. De Perico e Induráin primero y de Óscar Pereiro y Alberto Contador más tarde. La historia del gallego le fascina. «Le echó lo que hay que echarle» para ganar «de rebote». «Sabía que no volvería a ganar el Tour», cree, «pero lo aprovechó para venderlo como objetivo y mejorar sus contratos. Luego se retiró pronto dice que por aquella grave caída, pero yo creo que ya estaba mirando para dedicarse a otra cosa. Un crack».
Y, por último, Alberto Contador. «Un alma libre que no fue más por sus circunstancias». Compañeros suyo en 2005. «Me preguntaba qué tenía que hacer. Buscar el sitio y no dar bandazos le dije». Del ciclista de Pinto, el alavés ha aprendido que «quiso organizarse bien pero una cosa en la teoría y otra la práctica». «Se sintió tan atacada que se empezó a defender y a alejarse de las personas que tenía cerca. Dudaba de todos». Pero fue un ejemplo de «coraje y determinación».
Igor González de Galdeano es uno de los doce españoles que que ostenta el peluche que distingue a los líderes del Tour. Un león que no se vende y que te puede morder, como señaló la presentadora del acto Ainara Hernando. «Se siente mucha presión. La repercusión es muy grande. Yo ni veía ni oía aplausos». Los siete días de amarillo supusieron su momento más especial sobre la bici. «Pero tengo la sensación de que no fui capaz de disfrutarlo». Su reflexión es que te preparan para «pedalear durante 21 días seguidos, pero no para ser un líder». Una vez empapado de la historia de nueve campeones, cambiaría varias cosas de su momento. «Me hubiese apoyado en un psicólogo y hubiera tenido un equipo más fuerte a mí alrededor. Ellos tenían unas armas de las que carecía».
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