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Los periodistas Bruno y Josu, junto a Rodolfo, Iker y Jon tras terminar la Madrid-Lisboa.

El equipo EL CORREO completa la Madrid-Lisboa más dura

La escuadra de suscriptores y redactores de este periódico termina con éxito los 770 kilómetros en 46 horas en una prueba marcada por la tortuosa climatología

Domingo, 22 de septiembre 2019, 14:22

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El doble equipo de subscriptores y periodistas de EL CORREO ha logrado completar el desafío de la Madrid Lisboa Non Stop por parejas, una de las pruebas más duras del mundo de ciclismo de montaña y que consiste en unir las dos capitales ibéricas en bicicleta en menos de 55 horas. La escuadra formada por los lectores Rodolfo Marcos e Iker Lezama, así como la de periodistas integrada por Bruno Vergara y Josu García han llegado a la meta de la ciudad portuguesa esta mañana, un poco antes de las 10.30 horas, tras haber pedaleado de noche y de día durante 46 horas y 21 minutos.

La séptima edición de esta competición ha sido posiblemente la más dura de su historia por la climatología adversa, con precipitaciones persistentes y temperaturas inusualmente bajas para esta época del año en puntos como Extremadura o Ávila (hasta 8 grados) y fuertes vientos, lo que causó varias hipotermias. La intensa tormenta que en la tarde del pasado viernes descargó sobre la sierra de Gredos provocó abandonos, pero no arredró a la mayoría de los 900 participantes, entre ellos 9 vizcaínos y 13 alaveses, que han siguieron adelante con un recorrido de 770 kilómetros a relevos en equipos de 1, 2, 3 o 4 integrantes. En el caso de los miembros de EL CORREO, corrieron la carrera en la modalidad de dúo, lo que implica que cada uno ha pedaleado casi 400 kilómetros.

La aventura, en la que han colaborado Bizkairoute, Maestre Bikes y Orbea, fue bien en las primeras dos etapas. No hubo averías ni mayores incidencias, más allá del esfuerzo que se requiere para unir a pedales por el monte las dos capitales ibéricas, a través de 10 postas. Sin embargo, al comienzo del tercer tramo, Iker Lezama mandaría un mensaje de whatsapp a sus amigos de Zalla: «A las 19.00 horas, Bruno y yo hemos dado el testigo y para desgracia de nuestros compañeros Rodol y Josu, la tormenta del siglo les ha caído encima».

Calados hasta los huesos, la pareja pasó algunos apuros para llegar a meta bien entrada la noche tras 120 kilómetros y más de 2.000 metros de desnivel positivo, superado en dos segmentos que decidieron unir para dar un mayor descanso a sus compañeros. «Ha sido un verdadero diluvio y lo hemos pasado mal, con mucho frío, sobre todo en los descensos, donde la sensación térmica es bajísima por la velocidad y porque el cuerpo no quema tantas calorías como en una subida», explicaba Rodol.

Las postas 5 y 6 fueron bien. Bruno e Iker enlazaron dos tramos (150 kilómetros, en 9 horas y 57 minutos) para cruzar prácticamente toda Extremadura y devolverles el descanso que sus amigos les habían concedido previamente. La Madrid Lisboa se preparaba para entrar en terreno portugués. Antes había que llegar a Cedillo, a partir de la que está considerada la etapa reina de esta prueba por la dificultad de sus últimos 20 kilómetros, en donde muchos participantes se suelen demorar más de dos horas en cubrirlos por su dificultad física y técnica. Josu pasó una pequeña crisis en el kilómetro 30. «Es algo mental, más que físico. Sientes que estás cansado y con sueño y piensas en lo que te queda aún por delante. Mientras pedaleas querrías estar en casa, en el sofá o en una ducha caliente. Es entonces cuando te dan ganas de tirar la toalla».

Pero para estos casos está el compañerismo. «Rodol ha estado en todo momento animándome y cuidándome en los momentos difíciles. Si hemos llegado al final a Lisboa, en parte es mérito suyo», asegura el periodista.

Hipotermias

La pareja formada por Iker y Bruno no tardaría también en pasar por un momento dramático. Sucedió en la etapa 8, entre Cedillo y la localidad portuguesa de Ponte de Sor, de 100 kilómetros. Las intensas lluvias habían destrozado los caminos y ambos ciclistas cometieron el error de quedarse sin focos muy pronto. Por algún motivo, la luz de Bruno no funcionó. El periodista tuvo entonces que ponerse a rueda de Iker para aprovechar su campo de visión, pero a éste se le acabó también la batería en el kilómetro 45, de manera imprevista. Así es la Madrid-Lisboa, una prueba llena de detalles, donde hay incidentes que surjan sin esperarlo.

Sin iluminación, en mitad de la oscuridad de la noche, en medio de una intensa lluvia, con el terreno embarrado y un fuerte viento, ambos empezaron a sentir síntomas de hipotermia. Lo bueno de la Madrid-Lisboa es que hay un gran compañerismo. Otros tres ciclistas que llegaban por detrás les recogieron para formar un grupo de cinco y llegar a duras penas al lugar donde entregarían el testigo a Josu y Rodol.

Una etapa que se presuponía sencilla (en el libro de ruta de la prueba se señala que se puede hacer en 5 horas) se convirtió en un infierno de más de 7 horas de sufrimiento. «Ha sido probablemente una de las peores experiencias en bicicleta que recuerde», afirma Iker, que lleva desde juveniles compitiendo sobre las dos ruedas. «Desde la salida lloviendo, diluviando, viento, frío y noche... Bosques y bosques en mitad de la nada, con pistas de barro y arena en las que no se avanza nada. Ir a oscuras es un suicidio pero no había otra opción. En realidad, nadie dijo que este reto fuera a ser fácil».

En el penúltimo tramo, el momento de crisis le sobrevino a Rodol, que comenzó a sufrir terribles dolores en la rodilla, tras haber pedaleado casi 400 kilómetros en poco más de 40 horas, habiendo dormido apenas unos minutos. «Lo he pasado mal, se me han estado a punto de caer las lágrimas, pero hemos podido llegar a meta».

En Lisboa todo era alegría. El equipo ha celebrado por todo lo alto el reto conseguido. Al cruzar la meta, han recibido la medalla de plata que se les otorga a aquellas parejas que han terminado el desafío en menos de 50 horas y en más de 40. «Ha sido algo especial. Una experiencia muy bonita la que nos han brindado los lectores y los colaboradores en esta aventura», sentencia Josu.

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