Groenewegen, después de dejar una bolsa a unos vecinos. Twitter

El ciclista que se inspira en Ana Frank y reparte alimentos y medicinas

El holandés Dylan Groenewegen, ganador de cuatro etapas en el Tour, ha crecido en la calle donde se escondió de los nazis la niña judía

Jueves, 9 de abril 2020, 12:32

Publicidad

Mientras estuvo escondida de los nazis durante más de dos años en lo que ella llamaba 'la casa de atrás', la niña judía Ana Frank hojeaba a menudo un libro de botánica. Su ventana a la naturaleza, a la libertad que ya nunca iba a disfrutar. Murió en el campo de concentración de Bergen-Belsen después de escribir su famoso diario en aquel refugio, situado en el número 263 de la calle Prinsengracht, en Ámsterdam. En esa avenida ha crecido el ciclista holandés Dylan Groenewegen, ganador de cuatro etapas en el Tour del Francia y ahora, mientras dura el confinamiento por el coronavirus, repartidor en bicicleta de medicinas y alimentos para los que no pueden salir de sus hogares. En esta esquina de la ciudad, entre canales, el confinamiento forma parte de la historia. El eco de Ana Frank.

«Quiero seguir viviendo aún después de muerta», escribió. El papel ha aguantado más que su corta vida. Su diario es universal, testimonio de aquella carnicería del nazismo contra el pueblo judío. «Mira cómo una sola vela puede desafiar tanto y definir la oscuridad», dejó como legado. «Quiero ser útil incluso para la gente a la que nunca he conocido». Dylan Groenewegen ya tiene 26 años y ha recogido el mensaje. Correteó por la calle Prinsengracht de niño, entre los canales de la parte occidental de Ámsterdam. Chico fuerte. Nieto de un antiguo mecánico de bicicletas que inspiró con sus inventos al mismo Tulio Campagnolo, el gran constructor del ciclismo mundial.

Con ese gen ciclista, Groenewegen es hoy uno de los mejores velocistas del mundo. Fuerte, compacto. Un músculo. Corre en el equipo holandés Jumbo, el de Dumoulin y Roglic. El patrocinador principal es una cadena de supermercados. A Holanda, un país no tan afectado por el coronavirus, también ha llegado el confinamiento. Mejor no salir de casa. La calle de Prinsengracht se ha quedado sin el bullicio habitual de los turistas que acuden a ver la 'casa de atrás'. Se puede, claro, ir a la farmacia y los supermercados. Pero hay vecinos con problemas de movilidad. O que están enfermos. Groenewegen, en colaboración con Jumbo, se ha ofrecido a través de la redes sociales para repartir alimentos y medicinas montado en su bicicleta.

«No hay carreras. Es el momento de ayudar a los demás. Llevaré lo que necesiten a las casas de gente mayor o de los que no puedan salir por sus propios medios. Si necesitas que te ayude, ponte en contacto conmigo», ofrece el corredor de Ámsterdam. No es el primero. En Italia lleva días haciendo lo mismo Davide Martinelli (Deceuninck) porque en su pueblo no hay farmacia. Recorre 40 kilómetros entre ida y vuelta y reparte medicamentos entre sus vecinos mayores. También la corredora profesional belga Jolien d'Hoore, ganadora de la Challenge de Madrid, distribuye alimentos y fármacos con su bicicleta. Son velas que iluminan este tiempo oscuro.

Publicidad

Groenewegen tiene fama de duro. De terco. Es de los que no dan un paso atrás. Mantiene ese colmillo que necesitan los velocistas para que la codicia del triunfo pese más que el miedo a incrustarse contra una valla del sprint a 70 kilómetros por hora. Y también es vecino de Ana Frank, la niña que estuvo confinada en un escondite más de dos años para al final ser víctima de la pandemia atroz, el nazismo, que campó a sus anchas por Europa durante la II Guerra mundial. Ahora toca otra guerra, contra el coronavirus, y Groenewegen ha encendido su vela.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Accede todo un mes por solo 0,99€

Publicidad