Albacete, miedo al viento
La Vuelta llega hoy a una ciudad que ha vivido etapas marcadas por abanicos como los que descabalgaron a Cubino, Pino, Rominger y Escartín
j. gómez peña
Martes, 17 de agosto 2021, 23:51
A los vientos les ponen nombres. El cierzo que recorre el valle del Ebro, el levante que azota el estrecho de Gibraltar, el poniente que ... caliente la costa valenciana, el terral de Málaga, la tramontana de Baleares y Cataluña, el ábrego al que en Asturias llaman el viento de las castañas... Pero en Albacete nadie lo ha bautizado. Es, simplemente, viento. Y es el dueño de ese paisaje horizontal en el no hay obstáculo que detenga su silbido. Puestos a ponerle nombre, podría denominarse el viento que asusta a la Vuelta a España, que hoy vuelve a la capital manchega con ese temor suspendido en el aire. Tienen los ciclistas de qué preocuparse. Lo dice la historia de la carrera.
A Laudelino Cubino y Álvaro Pino les costó la edición de 1988. Salió un día oscuro, de diluvio y tormenta. Cubino era el líder y era también supersticioso. Pero había superado la etapa número trece y eso le animaba. Hasta que llegó la decimosexta, la de Albacete y el viento. El equipo KAS de Kelly el Teka de Dietzen montaron los abanicos. Cortes. Locura a 20 kilómetros de la meta. Pino, compañero de Cubino en el conjunto BH, había sufrido una avería en el peor momento. Encima, mientras reparaba los daños le cayó encima un corredor colombiano. Sal sobre la herida. Cubino y él estaban perdidos. Otro ciclista del BH, Anselmo Fuerte, se vistió ese día de líder, pero nada pudo hacer en la contrarreloj final ante el irlandés Kelly, el ganador de aquella Vuelta.
Saiz, director de la orquesta
La carrera y el aire manchego volvieron a juntarse en 1996. Cuidado con Albacete. Cuidado con los abanicos. Es la advertencia repetida en el pelotón. Manolo Saiz, director del Once, sabía jugar como pocos con el aire, lo convertía en su aliado. Colocaba platos de hasta 57 dientes, cuatro más de lo habitual, para que sus ciclistas volaran. Montó aquella emboscada y sepultó con casi 10 minutos de ventaja a Fernando Escartín y Tony Rominger. La Vuelta fue así para uno de los suyos, el suizo Álex Zulle.
Kelly y el KAS montaron un abanico en 1988 y dejaron cortados a Cubino y Álvaro Pino
Antecedente
A Escartín, que dejó el equipo Mapei para irse al Kelme, la guillotina aérea le persiguió hasta la Vuelta de 2000. No fue la única víctima de aquella etapa. Otros 137 corredores quedaron cortados, incluidos Virenque, Dufaux, Botero, Sevilla y Roberto Heras, que tras este fallo pudo remontar y acabó venciendo en esa edición. Saiz fue de nuevo el director de aquella orquesta con música de aire. El técnico de Torrelavega ponía la lupa sobre el libro de ruta. Rastreaba los posibles escenarios. Se preparaba para la guerra. Y la montaba en cuanto podía. El viento era una de sus armas preferidas.
El equipo Once se alió al viento manchego para eliminar a Rominger y Escartín en 1996
En albacete
Sabía que tras la meta volante de Munera, a falta de 40 kilómetros para la meta, la carretera cambiaba de dirección al dar una curva a la derecha. Abraham Olano, su capitán en carrera, cogió el mando camino de Albacete, donde se impuso Óscar Freire. A la cuneta todos, bien ceñidos. El Kelme de Heras y Escartín perdió el paso y casi la Vuelta. Heras se recuperó días después en los Lagos de Covadonga y llegó a Madrid como líder y vencedor. Pero con el susto de Albacete silbándole.
La Vuelta regresa hoy a ese escenario. Se espera, como siempre allí, que sople el aire. Otra cosa será comprobar si hay ganas en el pelotón de subirse a esa ola invisible que tantas veces ha cambiado el destino de la carrera.
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