El Madrid hace eterno a Pablo Laso

A todo eso ha sobrevivido Pablo Laso, que reapareció resplandeciente en la celebración para recoger el reconocimiento a su vigésimo segundo título en once temporadas en el conjunto blanco. «Hay temporadas que ganas todo y como entrenador no me siento tan orgulloso como este año», recalcó en un monólogo de dos minutos realizado ante la prensa.

El vitoriano soltó todos los nervios abrazando uno a uno a sus integrantes del cuerpo técnico y a sus jugadores hasta llegar a Tavares, la piedra angular de sus dos últimas temporadas de la pandemia en la que su palmarés se reducía a dos Supercopas. Luego Llull le concedería el momento especial de ser el primero en levantar el trofeo pese a que el vitoriano enseguida optó por retirarse a un segundo plano. «Estoy muy bien pero reconozco que me ha costado levantar la copa. Creo que es porque pesa mucho», quitaba hierro al asunto.

La fiesta fue completa gracias a los 25 puntos, 13 rebotes (7 en ataque) y un total de 41 de valoración del pívot caboverdiano. Indiscutible MVP de la final, sepultó las opciones del Barcelona de forzar el quinto partido y prolongar un ciclo ganador conocido como 'lasismo' que no levantaba una ACB desde 2019. El Madrid optó por negar un duelo más de vida a un conjunto de Jasikevicius sacrificado, sudoroso hasta el extremo, pero impotente ante la superioridad de Tavares y fundido en los minutos finales ante la capacidad de su rival para dominar una de las facetas más importantes del baloncesto.

El Real Madrid virtuoso y preciosista de anteriores duelos de la serie se autoimpuso en el rebote (39-31). 16 capturas en ataque para la escalofriante cifra de de 23 tiros de campo más (70-47) a canasta que su rival. 44 puntos en la pintura contra solo 22 de un Barcelona con un Sanli mermado, un Brandon Davies con la cabeza pensando un su futuro en Milán y agarrado a la fe y el coraje de Mirotic y Roland Smits, que todo apunta a que también disputó su último partido como blaugrana.

El dominio de principio a fin de Tavares y Poirier en la zona empujará a Jasikevicius a hacer cambios en su juego interior. El parcial inicial de 9-2 arrojó que el cuarto asalto de la eliminatoria navegaría por los mismos derroteros. Dos triples de Llull, el segundo inverosímil, de esos suyos, y otro de Rudy, emocionado en la celebración tras el fallecimiento de su padre hace poco más de un mes, pusieron el 24-10 (minuto 13) en un marcador al que el Barcelona supo darle la vuelta. Entregado a la energía de Jokubaitis y Exum y a las manos ignífugas de Calathes y Mirotic llegó a mandar durante el tercer cuarto tras un parcial de 3-11 con Tavares en el banquillo.

Para entonces, Causeur todavía no había aparecido. Limitado con sus tres faltas, Chus Mateo le sacó a escena y el francés lo bordó con 14 de sus 17 puntos en los 14 minutos finales. Con un dos más uno con el que se besó el escudo –acaba contrato y el Madrid aún no le ha ofrecido la renovación– y un triple tras el que hizo el gesto de la guillotina. 79-70 a falta de un minuto sin tiempo para remontar.

En la temporada más complicada como entrenador de Pablo Laso, el vitoriano volvió a coronarse, a decantar otra final por el mero oficio de ganar y prolongar su idilio con la historia. Con su sexta ACB, iguala los 22 títulos de Lolo Sainz y se acerca a los 27 de Pedro Ferrándiz. Leyenda viva.