Ariadna Balmes, un sueño paralímpico tras superar la leucemia
La barcelonesa, nadadora del Mataró, pasó del pádel a la natación después de que su vida cambiara a los 26 años
Judith Romero
Jueves, 1 de abril 2021, 09:22
Un dolor en el pecho y una leve cojera en la pierna derecha alertaron a Ariadna Balmes de que algo le sucedía a su cuerpo. Era 2017 y esta joven barcelonesa tenía 26 años y una vida «como la de cualquier joven» de su edad. Cuatro años después la de Torelló ha superado una leucemia y, aunque la quimioterapia le provocó una lesión modular que la dejó en silla de ruedas, el deporte sigue estando muy presente en su vida. Si antes le gustaba jugar al pádel, ahora se ha volcado en la natación y sueña con acudir a los Juegos Paralímpicos de París 2024.
Nueva incorporación en el equipo de natación de Mataró, Balmes ha ganado la medalla de bronce en 50 metros espalda y 50 de braza en los últimos Campeonatos de España, celebrados en marzo. «París 2024 es mi próximo objetivo. Entreno, aprendo y vivo cada día», señala la deportista, quien considera que, en su batalla, perdió pero «también gané». «He aprendido a lidiar con la adversidad y a hacer del deporte mi mecanismo motivacional», confiesa la nadadora de 30 años, quien llegó a este deporte tras probar varias opciones. «Nadar me da fuerza, libertad y saca lo mejor de mí», señala.
Balmes tuvo que pelear para que los médicos dieran con el diagnóstico correcto cuando tuvo leucemia. Los primeros días achacaron sus molestias en la pierna al pádel y su dolor en el pecho a «la ansiedad». Al quinto día la joven se plantó en el hospital y se negó a marcharle hasta que le hicieran los análisis que terminaron revelando la enfermedad que padecía. Desde entonces, la deportista se ha dirigido al Congreso de los Diputados para pedir mayores ayudas económicas para personas en su misma situación y campañas de concienciación en las escuelas para que las personas en silla de ruedas dejen de ser observadas con «pesadumbre o pena». «Estoy feliz de ser la mujer que hoy en día soy; sin los tropiezos ni caídas no hubiese aprendido nada de esta vida», resume Balmes.