Coleccionista de medallas de oro y superviviente
Simone Biles fue educada por su abuelo por la adicción a las drogas de su madre y sufrió abusos sexuales por un médico de su equipo
JOSÉ MANUEL ANDRÉS
Lunes, 14 de octubre 2019
Simone Biles (Columbus, Ohio, 1997) brilla con luz propia en la historia del deporte universal. Suyo es el palmarés más asombroso de la gimnasia artística, con 25 medallas mundialistas, entre ellas 19 oros, y cinco preseas olímpicas, incluyendo cuatro oros, todas en los Juegos de Río en 2016. Tras los Mundiales de Stuttgart, que concluyeron el domingo, la estadounidense ha dejado por el camino incluso al legendario bielorruso Vitaly Scherbo, capaz de acumular hasta 23 medallas en los Mundiales.
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Esa es la parte luminosa de la historia de Biles, pero para llegar a ella tuvo que atravesar por muchas fases de oscuridad. Su vida ha sido de todo menos fácil. Tercera de cuatro hermanos, su madre biológica, Shanon, no pudo cuidar de sus hijos, pues su adicción a las drogas provocó que Adria, Ashley, Tevin y la propia Simone entrasen y saliesen habitualmente de un centro de acogida. Fue así hasta que Nellie Cayetano, el abuelo materno de la ahora reina de la gimnasia, se hizo cargo de los pequeños, que en el año 2000 cambiaron Columbus, en el estado de Ohio, por Spring, en el área metropolitana de Houston.
Cerca del hogar de la NASA, los caminos de Simone Biles y la gimnasia artística se cruzaron para no separarse más, pues en una visita programada por el colegio al centro especializado Bannon's Gymnastix, una niña de seis años se enamoró de este deporte.
Palmarés destacado
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2019 Cinco oros en los Mundiales de Stuttgart.
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2018 Cuatro oros, una plata y un bronce en los Mundiales de Doha.
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2016 Cuatro oros y un bronce en los Juegos Olímpicos de Río.
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2015 Cuatro oros y un bronce en los Mundiales de Glasgow.
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2014 Cuatro oros mundiales.
El talento de Biles no pasó desapercibido en el mundo de la gimnasia y su progresión imparable la llevó a aumentar la dedicación al deporte hasta el punto de cambiar su educación en la escuela pública por un programa a domicilio en 2012, cuando tenía quince años. Ese momento coincidió con su irrupción definitiva como 'senior', pues en 2013 debutó en categoría absoluta en la American Cup y, pocos meses después, derribó la puerta de la élite con un oro en el concurso general y cuatro platas en cada uno de los aparatos en los Nacionales estadounidenses. Semejante actuación le valió además como billete a los Mundiales de Amberes de ese mismo año, en los que se hizo con el oro en el concurso general y en suelo, su modalidad predilecta, la plata en salto y el oro por equipos. Era sólo el inicio de una carrera legendaria que continuó en Nanning 2014 y Glasgow 2015.
Sólo le faltaba la gloria olímpica para ser historia viva de la gimnasia y la estadounidense cumplió en los Juegos de Río. En la ciudad carioca entró en los libros de historia con los oros en el concurso general, por equipos, en suelo y en salto, y el bronce en la barra de equilibrios.
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Todo era luz en la vida de Simone, o eso parecía en la distancia. En septiembre se hizo público el escándalo de abusos sexuales por parte del médico del equipo femenino estadounidense de gimnasia artística, Larry Nassar. Ya en enero de 2018, la número uno de la gimnasia mundial reconoció haber sido una de las víctimas de Nassar. «Durante demasiado tiempo me he preguntado si había sido mi culpa. Ahora sé que la respuesta es no. Ya no me da miedo contar mi historia tras escuchar las de mis valientes amigas y de otras supervivientes», escribió en las redes sociales.
Una vez más, lo luminoso comenzaba a arrinconar esa parte oscura que le ha tocado vivir. Biles brilló en Doha en 2018 y ahora, un año después, ya es la mejor de la historia de los Mundiales. Por delante, los Juegos de Tokio y la eternidad. Simone Biles ha conocido la vertiente oscura de la vida y ahora no se cansa de coleccionar oros que iluminan su camino.
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