Oshoala, la reina de África que brilla en España

A sus 25 años tiene a todo su país y a su continente a sus pies, pero también a la Primera Iberdrola, donde no se cansa de correr y fabricar goles con el Barça. La delantera nigeriana Asisat Oshoala ha sido nombrada este martes mejor jugadora del año africana, galardón que ya fue suyo en otras tres ocasiones (2014, 2016 y 2017) y que la convierten en la segunda futbolista de la historia, junto a su compatriota Perpetua Nkwocha, en ganar el Balón de Oro africano en tantas ediciones. Un premio que otorga la Confederación Africana de Fútbol (CAF), en el que se impuso a la camerunesa Ajara Nchout, quien milita actualmente en la liga noruega, y a la sudafricana Thembi Kgatlana, de la Superliga China, haciéndose con la mayoría de los votos emitidos por los seleccionadores y las capitanas de los países miembros.

Oshoala puede presumir de ser la única jugadora del Barça que sabe lo que es anotar un gol en una final de la Champions. La ariete llegó a España hace justo un año, en enero de 2019, procedente del Dalian Quanjian FC chino, en calidad de cedida. Allí, se erigió como la máxima goleadora del campeonato en 2017, dando muestras de su calidad en área rival, que la llevan a ser letal gracias a su velocidad, potencia y verticalidad.

Antes de hacerse un hueco entre la élite del fútbol femenino mundial, la nigeriana tuvo que trabajar muy duro. Nacida en 1994 en la ciudad costera de Ikorodu, en la Isla de Lagos, sus propios padres no veían con buenos ojos que siempre quisiera estar con un balón en los pies. Como ya ha comentado en varias entrevistas, su madre no le daba dinero para comprar comida si se iba a jugar al fútbol, por lo que muchas veces se iba a la cama con hambre, pero feliz. En su país lo 'lógico' es que una mujer termine el colegio, se case y tenga hijos, pero ella optó por otro camino, hacer caso a lo que le dictaba el corazón.

Sus padres le insistían en que continuara estudiando pero ella hizo un trato con ellos: si en dos años no le iba bien con el fútbol, lo dejaría y se pondría a sacarse la carrera de Derecho. En su familia podían permitírselo. Se enroló en las filas del modesto FC Robo, antes de fichar por el Rivers Angels, uno de los conjuntos punteros de Nigeria, donde se le abrieron las puertas de la selección sub'20. Un escaparate que supo aprovechar. Fue elegida mejor jugadora del Mundial de la categoría, siendo la pichichi del torneo con siete dianas. Al año siguiente, en 2015, fue una de las destacadas en la Copa del Mundo absoluta de Canadá, meses después de haber liderado a su selección en el Campeonato Femenino Africano, donde de nuevo fue nombrada MVP del torneo, fabricando un tanto decisivo en la victoria ante Camerún en la final.

Oshoala parecía estar predestinada a brillar con un balón en los pies. Después de estas exhibiciones se le abrieron las puertas de Europa por primera vez, fichando por el Liverpool en 2015. El curso siguiente se pasó al Arsenal, hasta que hizo las maletas a China, donde se hinchó a marcar goles. Grandes actuaciones que llamaron la atención en Barcelona. Nada más llegar a España sufrió una lesión en su pierna izquierda, de la que se recuperó de tal manera que se ganó la titularidad inmediatamente.

Llegó como un refuerzo de invierno para el asalto a la Liga y a la Champions el curso pasado, pero la nigeriana se ha vuelto imprescindible en el esquema del conjunto culé. Renovada hasta 2022 después de liderar a su país en el Mundial de Francia, donde cayeron ante Alemania en octavos de final, en este año que lleva en las filas del Barça ha anotado 21 goles en 29 partidos. Los dos últimos llegaron el pasado domingo en San Mamés ante el Athletic, siendo actualmente la segunda máxima artillera de la liga, con 10 dianas en lo que llevamos de curso, por detrás de su compañera de equipo Jennifer Hermoso, con 15.

Además de una líder dentro del campo, también lo es fuera. La delantera fue nombrada en 2014 miembro de la Orden del Níger, siendo la segunda futbolista, por detrás de Joseph Yobo, que forma parte de una lista repleta de emblemas de la sociedad nigeriana. Además, todos los años cuando finaliza la temporada vuelve a su país donde organiza un campus para los más pequeños en su ciudad, aprovechando para acercarse a las familias y recalcar que se puede ser una niña y jugar al fútbol, como ella misma ha demostrado con creces.