Una maestra de Educación Física hace historia en Segunda B
Marta Huerta de Aza se convirtió este domingo en la primera mujer en pitar un partido en la categoría de bronce. «Lo he disfrutado desde que he recibido la designación»
Un mes después de que una mujer se estrenara en un trío arbitral en la máxima categoría del fútbol español, con la extremeña Guadalupe Porras Ayuso como asistente en el Mallorca-Eibar, en la primera jornada del curso, otra colegiada ha hecho historia en este deporte. En este caso ha sido en Segunda B, con Marta Huerta de Aza como protagonista, quien puede presumir de ser la primera árbitra que ha dirigido un encuentro en la categoría de bronce.
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Fue en el duelo entre el Getafe B y la Penya Deportiva (0-1), en el Grupo 1. Un sueño cumplido para una maestra de Educación Física nacida en Palencia (31-03-1990) pero inscrita en el Colegio de Árbitros Tinerfeño, que fue ascendida por la UEFA este verano a la categoría 'firts', siendo la única mujer entre los 120 colegiados de Segunda B. «Estoy muy contenta. Cuando deseas tanto que llegue un partido lo disfrutas desde que recibes la designación. He estado muy cómoda, todos han colaborado», aseguró tras la conclusión del envite, deseando que este partido sea «el primero de muchos».
En su estreno mostró cuatro cartulinas amarillas y pitó un penalti, a favor del conjunto visitante, en el minuto 78, que supuso el único tanto del encuentro y la victoria del conjunto balear. Un debut en categoría de bronce que le llega casi 14 años después de iniciarse en el mundo del arbitraje, en diciembre de 2005. Desde hace dos temporadas Huerta de Aza dirige partidos en la primera división femenina, cuando la Liga Iberdrola decidió que los tríos arbitrales estarían únicamente compuestos por mujeres.
Animada por amigos
Afincada en la isla canaria de Tenerife, donde trabaja, el curso pasado dirigió la final de la Copa de la Reina entre el Barça y el Atlético, en el estadio Romano de Mérida. Su incursión en el mundo del arbitraje, como ha comentado en alguna entrevista, fue algo fortuito. «Había entrenado a varios deportes y entre ellos me gustaba el fútbol. En aquel entonces no existían equipos femeninos, por lo que no podía practicarlo. Unos amigos eran colegiados y me animaron a probar. Si volviera a nacer una de las cosas que repetiría siempre sería ser árbitra». Después de seis años en Tercera le llegó el salto a Segunda B. «De pensarlo y desearlo tanto pensé que nunca llegaría», confesó hace apenas dos meses.
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