Ainhoa Santamaría: «No tengo entrenador, lo mío es autodidacta»

Hace 13 años descubrió el tiro con arco en un curso ofertado por el Ayuntamiento de Vitoria. Jamás imaginó que pudiera convertirse en campeona de España de la modalidad a sus 42 años el pasado fin de semana en Oropesa. La vitoriana Ainhoa Santamaría simboliza el esfuerzo y la dedicación de una manera altruista. Técnico informático de profesión, su pasión le lleva a muchas sesiones de entrenamiento en Olaranbe, la sede de su club, el Aurrera de Vitoria. Sin entrenador personal y de manera autodidacta.

– ¿Qué le llevo a practicar tiro con arco?

– Siempre me había llamado mucho la atención. Cuando era cría, viendo olimpiadas, siempre me fijaba en el tiro con arco. Es curioso porque para verlo es un deporte lento y algo aburrido, pero a mí me entusiasmaba. Era capaz de levantarme a las dos o tres de la madrugada para poder verlo. Así que cuando tuve la oportunidad, probé en un primer curso del Ayuntamiento de Vitoria en el centro cívico Hegoalde. Tenía 28 años. Me gustó muchísimo. Acto seguido me inscribí en un club y hasta hoy.

– De la nada al todo, con pocos medios, mucho trabajo y lesiones. ¿Ha merecido la pena?

– (Risas). Han sido 13 años donde me ha pasado de todo. Con mucha actividad, trabajo, lesiones y disgustos. Pero todo da su fruto. Venía de hacer otros deportes como gimnasia rítmica y patinaje artístico, pero ha sido con el tiro con arco con el que me he volcado. Tengo a mi fisioterapeuta siempre a tope. Viene derivado de que esta disciplina es muy asimétrica. No trabajan los músculos de forma simétrica. De empujar el arco, un antebrazo se desarrolla más que el otro y repercute en la espalda. Hay que pasar por el fisio habitualmente. Y luego la repetición, miles y miles de flechas que tiramos en los entrenamientos. Si las cosas se hacen bien, no tiene que pasar nada. Pero en mi caso, yo no tengo un entrenador que me corrija. Soy autodidacta, después de ver muchos vídeos y leer. En mi club, Aurrera, tengo técnicos y me ayudan, pero no tengo un entrenador específico.

– Y con todo, logra ser campeona de España en la modalidad longbow con el máximo esfuerzo y los mínimos recursos. ¿Esperaba este éxito?

– En este deporte, hay una parte muy importante del desarrollo del tiro que es la suelta de la cuerda de la flecha. Tiene que ser lo más limpia posible. Existen formas y técnicas para conseguirlo y ese es el punto débil de todo arquero. Es lo más difícil y lo último en el aprendizaje técnico. Siempre me habían dicho que el día que consiguiera mejorar 'mi suelta' la mejora sería notable. Con la pandemia cerraron Olaranbe, donde entrenamos. Cuando lo reabrieron en septiembre, decidí ir a por todas y dedicarme a trabajar.

– Hemos descubierto que hay varias modalidades: arco compuesto, recurvo, desnudo, instintivo y longbow. ¿Nos explica de forma sencilla qué es?

– El longbow, con el que he ganado el campeonato, es el arco más tradicional, tremendamente impreciso y ahí radica la dificultad. Las flechas son de madera, cada una diferente y con plumas de pavo, las que yo me fabrico. No se puede apuntar, ni siquiera guiñar el ojo, es decir, todo es intuitivo y por sensaciones. Es como el jugador de baloncesto que no apunta, sino que por sensaciones sabe lanzar para meter canasta.

– ¿Se plantea mirar hacia los Juegos Olímpicos?

– Para ello debería entrenar y competir con el arco recurvado olímpico, el que se ve únicamente en los juegos olímpicos. De hecho, tengo uno de estos arcos. La técnica es fundamental. No me planteo nada, la verdad. Iremos viendo.

– ¿El título nacional le da opción de algún europeo o mundial?

–Hay un campeonato europeo en Eslovenia pero en la modalidad de bosque. Son dianas volumétricas de animales a tamaño real en bosque y consiste en tirar un par de flechas a esos animales. Por la pandemia, se ha trasladado a este año y se abrieron plazas por parte de la federación española para seleccionar a gente y me he apuntado. He hecho la primera liga hace tres semanas en Segovia y me quedé cuarta a solo dos puntos de la tercera. Quiero probar a ver qué pasa.