A vueltas con la idea de cambiar el mundo
Pabellón 6 estrena una comedia que lleva al delirio el debate sobre el poder transformador del arte, con cuatro actrices en un largo encierro
¿Quién dijo que un buen título tiene que ser corto? 'Tratando de hacer una obra que cambie el mundo' nos ofrece una invitación a ... la que cuesta resistirse, sobre todo si seguimos la actualidad política y las noticias sobre la crisis climática. La producción que estrena esta semana Pabellón 6, y que estará en cartel los fines de semana hasta el 5 de diciembre, plantea las eternas preguntas sobre el poder transformador del arte y la cultura. Pero no para abrir un sesudo debate que nos ponga aún más tristes, sino como base de una comedia dinámica hasta el delirio.
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Cuando el público llega, las actrices llevan cuatro años encerradas en un viejo teatro, empeñadas en dar con la obra que lo cambiará todo. Nos las encontramos ya «muy arriba», explica el director, Javier Liñera. Son «las últimas románticas», cada una a su manera, y el tiempo de reclusión les pasa factura. Sueltan propuestas surrealistas y a veces «contradictorias». La idea original es de la compañía chilena Teatro La Re-sentida, que formaron en 2008 jóvenes artistas unidos por «la desfachatez, la desacralización de tabúes y la reflexión dentro de la provocación». Sus obras se han representado en más de 25 países y 'Tratando...' se ha visto en Madrid y Barcelona, pero llega por primera vez a Euskadi. El proyecto es anterior a la pandemia, aunque parece hecho a su medida. Tuvo que ser aplazado y el confinamiento deparó a las actrices vivencias que han interiorizado.
«Yo al final ya no podía con la casa y parto de ahí», explica Ainhoa Artetxe, una de las protagonistas junto a Juana Lor, Graciela Doniz y Haizea Águila Mínguez. «Ellas no esperaban pasar tanto tiempo encerradas y hay un punto de locura muy cómico, aunque creo que están enganchadas a la idea de volver a empezar». Es ante todo teatro «de personajes» con distintos perfiles. «Juana es más racional, autoritaria y con buenas ideas. Haizea es la artista que quiere que la miren todo el tiempo, Graciela es la más inocente y mi personaje es un poco oscuro, introvertido a ratos», describe Artetxe, que ha realizado también el vestuario junto a Mara Montiel. La escenografía es de María Casanueva.
La joven actriz ve reflejado en esta obra «el riesgo que asumes cuando decides dedicarte a esto de una manera comprometida con la sociedad». Para Javier Liñera, «por debajo está la reflexión y por encima la locura que ellas viven, con un ritmo muy marcado» para que la comedia funcione. Esta versión aporta «una reflexión sobre género e identidad», al apostar por cuatro actrices, y se ha enriquecido con «pinceladas» de las experiencias vitales que han compartido en los ensayos. «Hay un poso amargo, una tragedia que se va vislumbrando, y esa pulsión tiene que estar ahí debajo todo el tiempo», indica el director. Entonces, ¿puede el teatro cambiar el mundo? «Personalmente, creo que el final es esperanzador».
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