El fenómeno de las telenovelas turcas en televisión no es nuevo, hace años que cuentan con una legión de seguidores en todo el mundo, incluido ... en España. Lo que ocurre es que su impacto social hasta hace poco era menor porque los programadores de las cadenas relegaban estos productos a ventanas y franjas horarias menos competitivas, hasta que Antena 3 decidió aprovechar el verano (es buena época para experimentos) para probar cómo funcionaba una serie de estas características por la noche. Y sonó la flauta. 'Mujer' ha logrado un éxito inusitado, capaz de plantar cara a cualquier oferta de la competencia ('reality shows' en islas, concursos de cocina y programas musicales con tonadillera en el jurado).
Tanto es así que ha llegado a ocupar tres veladas consecutivas en la programación. Y ya tiene relevo a la vista, 'Mi hija', estrenado estas Navidades con excelente acogida. El verdadero descubrimiento tras este buen resultado es que hay un número considerable de espectadores dispuesto a consumir series en las teles convencionales a la antigua usanza (esto es, esperando semana tras semana para saber cómo continúa la historia y aguantando en cada entrega las interrupciones para publicidad). Cuando las emisoras en abierto, sobre todo las privadas, habían tirado la toalla con la ficción patria y le habían buscado acomodo en plataformas de pago resulta que tenían un público dispuesto a continuar con el consumo tradicional. Los canales ante esta nueva realidad pueden (ojalá) animarse a mimar más sus series para que esa audiencia potencial las vuelva a ver, o pueden (ojalá no) confundirse y tratar de emular la fórmula turca trasladando sus mimbres, es decir multitud de estereotipos en los guiones y diseños de producción baratos, a las obras nacionales. Veremos.
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