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En el Oceanogràfic de Valencia, los aspirantes tenían que elaborar un menú de la chef Rakel Cernicharo, que rendía tributo al mundo marino. A Larraitz le tocó en el equipo supuestamente liderado por Fray Marcos y chocó con el sacerdote desde el primer minuto. Antes de iniciar el cocinado, el religioso se quejó de una falta de respeto y la vasca replicó. «Está aludiendo a una conversación que yo tenía con Jorge Juan. Si él está presente y se da por aludido no es problema mío porque yo estaba hablando con un compañero con el que tengo confianza sobre un tema. Y comenté que me parecen graciosos los cristianos que solo se acuerdan de Dios cuando están mal. Pero era una conversación con Jorge Juan, no con él. Y considero que no hace cosas coherentes con el oficio que tiene, supuestamente, porque ya no sé si lo tiene o no», lanzó añadiendo que está convencida de que el padre es un actor.
Llegado el momento de afrontar el desafío, la camarera de Barakaldo reprochó a Fray Marcos su falta de liderazgo. «Estamos súper mal organizados, no sé qué cojones estamos haciendo, me estoy mosqueando», avisaba resoplando. El cura no ponía remedio y la vizcaína estallaba. «Estoy viendo que esto no funciona y ni conseguimos comunicarnos», criticaba. Ana censuró su actitud. «Parecemos niños chicos», regañaba. A Larraitz le pudo la presión y acabó llorando de rabia.
Ana hizo las paces con Larraitz, pero Fray Marcos apareció de nuevo en escena y, en vez de ayudar, la lio más. «Le ha salido bien la jugada al otro equipo poniéndonos a Fray Marcos de capitán porque no sabe por dónde le pega el aire. No ha hecho nada y lo único que ha hecho es coger mi elaboración», recriminaba la concursante vasca. Y reiteraba: «Una cosa es delegar y otra desentenderse. ¡Ojito al padre! El servicio ha salido, pero plagado de errores. Su capitanía ha sido inexistente».
El equipo del sacerdote perdió la prueba y los jueces regañaron al padre por no involucrarse más con el equipo. «En una trifulca no me meto, sobre todo si es entre damas», indicaba Fray Marcos. La sentencia calentó a Larraitz. «Me mosquea bastante», afirmaba cabreada. Luca, que capitaneaba el otro equipo, aprovechó la situación para lanzar una pulla fuera de lugar. «Prefiero tener un pepito grillo a mi lado que un capitán que sea una mosquita muerta porque es que al final no ha hecho nada», opinó el joven. Sus compañeros le afearon la conducta y Pepe Rodri´guez le llamó la atención. «¿Conoces la palabra educación? Alégrate de que te vayan bien las cosas, no te alegres nunca de que le vaya mal al de al lado. Aquí, nite imaginas lo rápido que se da la vuelta a la tortilla. Hoy estás arriba y mañana estás abajo. Como la vida misma», censuró el chef. Luca acabó pidiendo disculpas al religioso.
En la prueba de eliminación, el jurado explicó qué son las gamas de alimentos, una forma de clasificar y agrupar los productos en función de su origen y su tratamiento. En el reto, cada delantal negro debía cocinar con los alimentos de una única gama. A Larraitz le tocaron las conservas. Antes, los concursantes salvaron de la prueba a Ana y aquello no sentó bien a la vasca que estaba con gripe. «Estoy malita. Me da rabia porque siempre me dicen que no me voy a ir, pero un error lo puede cometer cualquiera. El abrazo de después no me vale. Haberme salvado, que tenías la oportunidad», reprochó. «Es una vasca dura», valoró Pepe. Con 'trancazo' y todo, la de Barakaldo elaboró unos Garbanzos Sarandonga que conquistaron a los expertos. «Tienes mano para cocinar», apreciaron. Y Larraitz sacó pecho. «Los vascos no nos achantamos», declaraba. Carlota fue la perjudicada en el desafío al no acertar con su propuesta y ser expulsada por los jueces. «Me lo he pasado fenomenal. Repetiría mil veces», sostenía la joven antes de abandonar el concurso
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