Una francesa con alma balear
Beatriz de Orleans recibe el premio 'Mallorquina de Verano' en Palma. «El verdadero lujo de esta isla es el paisaje»
Ha sido durante 28 años embajadora de Dior, fundó la Asociación Española del Lujo, tiene la Legión de Honor francesa y en España, donde lleva ... residiendo más de media vida, la han condecorado con la Orden de Isabel la Católica. «¡Un gobierno socialista! Y me observaron a fondo antes de dármela», puntualiza riendo… Cercana y llana, al tiempo que culta y refinada, Beatriz de Orleans recibió este pasado viernes en Palma una nueva distinción, la de 'Mallorquina de Verano', el premio que otorga el prestigioso hotel Valparaíso a personalidades relevantes que sin haber nacido en Mallorca ejercen de embajadores por puro amor a la isla.
La XI edición de 'Mallorquines de Verano' se celebró un año más en la terraza panorámica de la mítica suite 702 del cinco estrellas que ha sido escenario de varias películas y refugio balear de Julio Iglesias en su época dorada. El galardón lo han recibido entre otros Diandra Douglas, Kyril de Bulgaria, James Costos, Carolina Cerezuela… Y Norma Duval, que el viernes estuvo entre los más de ochenta invitados a la cena.
Como ya es tradicional, la homenajeada recibió un trofeo en forma de palmera de vidrio soplado de la firma Gordiola de manos de Toni Ferrer, director general del hotel GPRO Valparaíso Palace & Spa, presidente de la asociación 'Mallorquines de Verano' y fundador del premio junto con el relaciones públicas Tommy Ferragut, hombre imprescindible en la vida social mallorquina.
A Beatriz de Orleans se la suele asociar con Marbella. «Vivo en San Pedro de Alcántara -precisa-, en la casa que perteneció a Carmen Sevilla». Sin embargo, parte de su alma se quedó en Mallorca cuando la conoció hace medio siglo. «Me enamoré de su mar, de su paisaje que es un lujo y, como buena francesa, de su historia, de sus piedras». Desde entonces mantiene un vínculo con la isla que se ha acentuado desde que su hijo menor, paisajista de profesión, se ha instalado en Palma junto a su mujer y sus cuatro hijos. «Vengo a menudo porque los niños tiran mucho», dice esta abuela de trece nietos.
«Las comisiones eran legales»
Hija de aristócrata nacida en un castillo francés del siglo XVIII y convertida en princesa por su matrimonio con Miguel de Orleans, para ella la sofisticación y las buenas maneras no están reñidas con la franqueza. La 'pginsesa', como la llaman con cariño sus amigos por su marcado acento francés, «una vergüenza -admite ella- tras media vida en España», no se corta a la hora de expresar sus opiniones.
«Los españoles tenéis una obsesión por criticar a la realeza», sentencia. De nada sirve recordarle que en su país a los reyes, más allá de criticarles, se les corta la cabeza… «No, no -insiste-. Esto no solo lo digo yo. En un artículo de 'Le Monde' se afirmaba que la ingratitud de los españoles con Juan Carlos va a ser histórica». Y se deshace en elogios hacia la figura del emérito, al que ha visitado varias veces en Abu Dabi. «Es el padrino de mi hija Adelaida, un hombre fantástico. Su único pecado quizá, ser mujeriego porque… ¿lo de las comisiones? Las comisiones eran legales cuando yo trabajaba en Dior. Se ha cometido con él una gran injusticia».
La vitalidad de esta mujer que en octubre cumplirá los 84, y sigue involucrada en varios proyectos empresariales relacionados con el lujo, es digna de estudio. Ella lo explica con su desparpajo habitual… «Será porque no he hecho deporte en mi vida. Camino mucho, pero nunca he ido al gimnasio. Frente a mi oficina había uno con una enorme cristalera donde veía a mucha gente con la lengua fuera. Qué pena me daban… Yo leo a diario las noticias en cuatro idiomas. Y devoro libros sin parar. Para mí la cultura es fundamental. El cuerpo es una máquina gobernada por la mente. Lo que hay que mantener en forma es el cerebro».
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