Ona Carbonell, ante su vuelta a la competición: «Me veía mala madre y mala deportista»

Ha sido madre por primera vez y tras el importante paso ha regresado al deporte de élite, no sin un esfuerzo añadido. De todo eso habla su documental, 'Ona Carbonell, empezar de nuevo', en el que analiza esa sacrificada vuelta a las piscinas. «Creo que es importante visibilizar la situación que hay en el deporte con la conciliación. Es un tema todavía un poco tabú y hay pocas ayudas. Hay mucho margen de mejora», reivindicaba la nadadora en su entrevista en 'El Hormiguero'.

«Embarazada eres todavía más flexible», informaba la campeona que aceleró su recuperación para no perderse una cita ineludible. Después de tener un hijo dicen que hay que esperar seis meses para volver, pero Carbonell regresó en tres. «No podía perderme los Juegos Olímpicos. Empecé a entrenar al mes y medio, pero todavía tenía el abdominal abierto, el suelo pélvico fatal… Me costó mucho volver a ser yo», explicaba. Y a todo eso hay que añadir la falta de sueño. «Lo peor era no dormir. Tenía que levantarme a darle el pecho a mi hijo y, al poco tiempo, levantarme para ir a entrenar. Allí me sacaba la leche para que se la dieran al niño al día siguiente», desvelaba.

Pese a los sacrificios y los malos momentos, Ona se siente «una privilegiada porque he tenido una estabilidad económica, una ayuda en casa… Mi entrenadora y mi equipo me han apoyado al máximo, pero lo de no dormir lo he llevado fatal. De repente mi vida era un caos permanente», definía la entrevistada a Pablo Motos. Y claro, esos altibajos la llevaron a replanteárselo todo. «Había momentos en los que sentía que no podía más. Me veía mala madre y mala deportista. Pero había que aguantar», apostaba.

Las palabras de Carbonell y su actitud le han llevado a mostrarse como una abanderada de muchas deportistas a las que anima a hacer lo que quieran en cada momento, reivindicando esa conciliación que a ella tanto le ha costado. «Me habría gustado ser madre antes, pero nunca lo hacía porque creía que iba a perder mi profesión. Ahora te das cuenta de que la conciliación es muy difícil, pero es posible. Se puede, pero necesitamos más ayudas», denunciaba.

Y sin perder la sonrisa revelaba esos momentos, un tanto surrealistas, en los que los inspectores antidopaje acudían a su casa para examinarla. «Acababa de dormir al peque y llamaban a la puerta, me lo han despertado alguna vez, sí», aceptaba la nadadora con esa vitalidad que le caracteriza.

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