La vida sería más sencilla si a todos nos colocasen un rótulo de vez en cuando que sirviese para aclarar nuestras caras de circunstancias. «Ha ... pasado la noche en vela porque su hijo padece cólicos», «Lleva meses sin practicar sexo con otra persona por culpa de la pandemia», «Tiene desavenencias con su pareja». Eso evitaría preguntas inoportunas y explicaría diversas reacciones. Depende de quién se encargase de rotular el texto tendría una forma u otra. Porque rotular es un arte. No es lo mismo algo aséptico, como lo descrito antes, que algo más explícito, tal que así: «Su hijo va cargado de pedos y no sabe cómo contenérselos», «El coronavirus lo tiene salidísimo y no responde a lo que hace», «Sigue con su pareja por la hipoteca».
En eso los de 'Sálvame' se llevan la palma, porque no se cortan a la hora de describir lo que sucede en el plató por escabroso que sea («¿Te arrepientes de haberte dejado grabar manteniendo sexo mientras freías unas croquetas?», rezaba en una ocasión). En 'Al rojo vivo' tiran a menudo de dobles sentidos para comentar la realidad: «Vacunas: quién la tiene más grande (la eficacia)», «Ol-Biden ya a Donald Trump». No nos puede extrañar de una cadena que inventa aparatos cada dos por tres para medir la actualidad (pactómetro, vacunómetro o riesgómetro). Y luego están los de 'Cachitos', que han creado un estilo inconfundible llenando de subtítulos ácidos canciones de cualquier época. Todo se entendería mejor si los guionistas de 'Cachitos' lo rotulasen, porque cuentan con la habilidad de colocar en pantalla lo que la mayoría estamos pensando. Desafortunadamente esta práctica, la de plasmar lo que le viene a uno a la cabeza, conviene reprimirla a veces. Lo de «lo siento mucho, no volverá a pasar» solamente les sirve a algunos.
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