El «topetazo» de un urbanita con el campo real
Daniel Gascón presenta esta tarde en Bilbao su novela 'La muerte de un hipster' en la Sala Filarmónica, en el marco del festival Ja!
La madre de Daniel Gascón (Zaragoza, 1981) era médico rural cuando él era pequeño, así que su infancia fue la de un chaval que vivió ... en tres pueblos mientras ella conseguía su plaza fija y que, además, veraneaba con los abuelos en pueblecitos de Teruel como el que ha imaginado ya en dos novelas, 'Un hipster en la España vacía' y la recién publicada 'La muerte del hipster' (Literatura Random House). Aunque desde hace mucho pueda hablar como urbanita, su experiencia con el rural español, con ese tristemente despoblado interior peninsular, tiene poco que ver con la de un urbanita de esos que ven el campo como el paraíso en el que no hay ruidos y en el que se vive en armonía con la naturaleza, olvidándose de las horas y de los coches. En el campo suenan los tractores, las mulas mecánicas, los todoterrenos, los gallos a deshoras. En el campo hay fiesta como en cualquier otro sitio. Y en el campo hace falta el coche para casi todo, porque con tan poca densidad de población los servicios públicos de transporte escasean.
Así que el día que empezó a publicar historias humorísticas de «bandos irreconciliables» (como una mirada literaria y divertida a la polarización política) en la revista Letras Libres, de cuya edición española es responsable, ahí nació el hipster. Este personaje es el máximo exponente del «topetazo» entre la ciudad y el agro, se supone que entre la modernidad y la tradición... y, sobre todo, entre la teoría académica y política y la realidad absoluta. Este hipster va cargado de grandes palabras, de enunciados maravillosos que le dificultan el día a día -que si el heteropatriarcado, que si la empatía, que si la ecología; siempre en busca de la respuesta políticamente correcta- y se encuentra con la mierda de oveja. Con perdón y por ejemplo. «Es la gente que va al campo sin conocerlo».
«Surrealismo cotidiano»
El choque cultural es mayor si se piensa en el carácter de los aragoneses, que David Trueba dice que son surrealistas sin saberlo. Los habitantes de La Cañada de Azcón, ese pueblo imaginario, no quieren que les pongan a Buñuel en el cine porque lo que cuenta, bah, son cosas que ya viven. «Para ellos es realista», sonríe el autor. «Ese surrealismo cotidiano es en realidad el de todos, todos lo somos», asegura Gascón, que bebe de «una realidad que ofrece un montón de situaciones disparatadas. En los libros, tenía que rebajar el tono de textos tan reales como algunos de la Unión Europea para que no pareciera tan surrealista».
La vida del hipster en La Cañada es solo una de «las miradas» que puede echarse al campo desde la literatura, una que «parodia el lenguaje posmoderno de los urbanitas» y las hace chocar con las «expresiones aragonesas» que utilizaba el abuelo en un ejercicio «bastante divertido». Pero hay muchas otras humorísticas y sobre ellas hablan Daniel Gascón y Mathias Enard esta tarde en la Sala Filarmónica bajo el título 'Glamur agro'. Para más referencias, dirigirse a Santiago Lorenzo y Ana Iris Simón.
Programa para hoy
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'Entrega de premios del 7º Concurso Escolar de Humor Gráfico. Mercado de La Ribera. 12.00 horas.
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'Glamur agro'. Diálogo de entre Mathias Enard y Daniel Gascón. Sala Filarmónica. 19.00 horas.
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Philippe Lançon, articulista de 'Libération' y 'Charlie Hebdo', conversa con el periodista César Coca, adjunto a la dirección en EL CORREO. Sala Filarmónica. 20.30 horas.
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