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El viaje que cambió el mundo

27 de septiembre de 1825. George Stephenson conduce una locomotora de vapor de su invención en un trayecto de 42 kilómetros entre Stockton y Darlington

Viernes, 26 de septiembre 2025

Martes, 27 de septiembre de 1825. Amanece un día claro y soleado. Una pequeña locomotora de vapor se acopla a un tren en Shildon, en ... el condado de Durham (noreste de Inglaterra). Mucho antes de que salga el sol, la gente se lanza al camino desde todos los rincones de West Auckland, Durham, Bishop Auckland, West Country y desde ambos lados de la línea hasta Stockton. A lo largo de todas las carreteras se dirigen a pie, a caballo y en coche a la gran cita. Algunos incluso llegan en tren, eso sí, tirado por caballos. Esa noche apenas si se concilia el sueño en toda la región. Y no es para menos. El día promete. Está previsto que funcione el primer tren de pasajeros a vapor en un ferrocarril público. Un viaje que cambiará el mundo, aunque nadie en ese momento es consciente de un acontecimiento tan trascendental.

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'Apertura del ferrocarril entre Stockton y Darlington en 1825' (1949), de Terence Tenison Cuneo. Museo Nacional del Ferrocarril del Reino Unido

Desde las cinco y media de la mañana, varios vagones equipados con asientos para los forasteros y otros para los obreros se llenan a rebosar en Darlington y son arrastrados por caballos hasta los límites de la línea férrea que se ha tendido en los últimos meses. Será la primera vez que muchos de los visitantes viajen en tren. Para los obreros no constituye ninguna novedad. Durante la construcción de la línea resulta una práctica habitual subirse, siempre que sea posible, a los vehículos ferroviarios. Aproximadamente a la misma hora en que los vagones parten de Darlington con destino a Shildon, la mayoría de los miembros del Comité Ferroviario, acompañados de amigos y familiares, se dirige por carretera a Bishop Auckland. Viajan en coches de caballos. Al llegar a West Auckland, los miembros del comité se encuentran con un ambiente alegre y bullicioso. Un reportero declara que «la escena superaba todo lo que se había visto antes en ese distrito. Carruajes de caballeros, carruajes de postas, coches de caballos, coches de paseo, carros, carretas, llenos de gente, se veían entrar en el pueblo desde todas las direcciones; mientras que los jinetes, montados en briosos corceles, y otros en herraduras desvencijadas y burros estúpidos, aumentaban el efecto general, que se incrementaba aún más por una gran multitud de peatones, que avanzaban ansiosos por contemplar un espectáculo totalmente nuevo en esa parte del país». Las crónicas de la época aseguran que hay, al menos, 10.000 personas a lo largo de la línea. Lo nunca imaginado.

Había bancos para unas 300 personas, pero con tal festejo el pasaje se duplicó

«Las máquinas suscitaron expresiones de admiración por parte de todo el mundo, por lo hermosa que es su construcción y lo bien que ejecutan su trabajo», describe el cronista. Después de una breve estancia en el depósito de Brusselton, los vagones son bajados por el otro lado de la colina; media milla (864 metros) en unos cinco minutos. Una vez realizada satisfactoriamente la maniobra llega la gran estrella de la jornada. La 'Locomotion', donde sobresale el famoso 'No. I', luce muy brillante con su capa de pintura fresca. Se encuentra al pie de la pendiente, a la espera de que inicie una marcha largamente esperada. George Stephenson, su hermano James y su hijo Robert realizan ajustes y maniobras en la máquina desarrollada íntegramente en su taller de Forth Street, Newcastle (Inglaterra). La locomotora, bautizada inicialmente como 'Active', pesa 6,6 toneladas y muchos de sus elementos (caldera, cilindros y ruedas) son de hierro fundido, aunque el bastidor es de madera. Tiene cuatro ruedas motrices de 4 pies (1,219 metros) de diámetro. Posiblemente es la primera locomotora en utilizar bielas de acoplamiento para unir sus ruedas motrices con el fin de reducir la posibilidad de que resbalen sobre los raíles.

Litografía de la época que muestra el cruce del puente sobre el río Skerne en el primer viaje del tren. Museo Nacional del Ferrocarril del Reino Unido

La 'Locomotion' se coloca a la cabeza de los vagones cargados parcialmente con carbón y harina de trigo, si bien la mayoría van provistos de bancos para unas 300 personas que han pagado para presenciar el festejo desde el tren. Pero la multitud allí congregada se lanza desaforadamente hacia los vehículos, que llegan a transportar el doble de viajeros inicialmente previsto. No queda sitio para nadie. Forman el tren, además de la máquina y el ténder, seis vagones cargados de harina y carbón; un elegante coche ('Experiment') en el que viajan los promotores y consejeros del ferrocarril; veintiún vagones donde se colocan unos bancos provisionales y se acomodan los invitados, a los que se agrega una multitud de viajeros espontáneos; y, por último, otros siete vagones cargados de carbón. Es decir, un total de treinta y cinco vehículos. El propio Stephenson conduce la locomotora, a la que precede un jinete que, montado en un caballo blanco, enarbola una bandera para advertir a otros vehículos de la presencia del tren. En la enseña se observa claramente la advertencia: «Periculum privatum utilitas publica» (El peligro privado es el bien público).

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Justo antes de partir, la 'Locomotion' provoca un gran sobresalto entre los cientos de curiosos agolpados junto al convoy al soltar un fuerte chorro del vapor acumulado en la caldera. Un reportero un tanto imaginativo describe así el suceso: «La locomotora, o caballo de vapor, como se la denominaba más generalmente, dio una 'nota de preparación' con algunas respiraciones pesadas, que parecieron alarmar a los 'Johnny Raws' (principiantes), que habían sido llevados por la curiosidad al lugar y quienes, cuando se soltó una parte del vapor, huyeron asustados, acompañados por las ancianas y los niños pequeños que los rodeaban, bajo la idea, suponemos, de que estaba a punto de ocurrir una horrible explosión. Sin embargo, después encontraron coraje para regresar, pero solo para volar de nuevo cuando se abrió la válvula de seguridad. George Stephenson, su hermano James y otro miembro de la familia, Ralph, estaban a cargo de la máquina, y aparentemente el ingeniero Timothy Hackworth actuó como una especie de vigilante de seguridad». Por fin se inicia la marcha. Son las diez de la mañana.

El ingeniero George Stephenson.

Parece que la locomotora no puede superar las seis u ocho millas por hora (de 9,6 a 12,8 kilómetros por hora), aunque quienes presencian el acontecimiento de esa jornada están convencidos de que los «caballeros que iban a caballo» junto a la vía del tren no pueden seguir el ritmo de la máquina, al menos no mientras se encuentra con pendientes favorables. Antes de llegar a Darlington, se produce el primer incidente: descarrila el vagón que transporta a los topógrafos e ingenieros. Superada esa dificultad, ocurre un segundo descarrilamiento y el vehículo siniestrado se dirige a una vía secundaria. En Simpasture, el tren se detiene inesperadamente. Muchos pasajeros se apresuran a llegar a la locomotora para averiguar qué sucede. «Se había metido un poco de estopa en la bomba de alimentación, eso era todo; pronto estaría bien», relata nuestro cronista. Solucionada la dificultad, se reanuda el viaje a Darlington. En Aycliffe Level se registra una velocidad de 15 millas por hora (24 kilómetros por hora).

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El convoy entra en Darlington casi completo, con la única pérdida del vagón retirado. Ha empleado unas dos horas en cubrir una distancia de nueve millas (14,5 kilómetros), aunque después de tres paradas en el recorrido que duran en total 55 minutos. En Darlington, donde para media hora, se eliminan seis vagones de carbón y se acoplan otros donde se acomodan como pueden los componentes de la banda de Yarm. El tren transporta muchos más pasajeros de los que permite su capacidad, ya que la gente se aferra a los vehículos de todas las formas imaginables. A excepción de una parada en Goosepool para beber agua, el trayecto hasta Yarm y luego hasta Stockton se realiza sin dificultad. La 'Locomotion' tira de treinta vagones con unos 600 pasajeros. En los 8 kilómetros de vía casi nivelada al este de Darlington, el tren lucha por superar los 6,4 kilómetros por hora. Al acercarse a Stockton, gana velocidad y alcanza de nuevo los 24 kilómetros por hora, antes de que un hombre que se aferra al exterior de un vagón se caiga y su pie sea aplastado por el vehículo que lo sigue.

Como las obras en el último tramo de la vía hasta el muelle de Stockton todavía están en curso, el tren se detiene en la terminal de pasajeros temporal de St John's Well tres horas y siete minutos después de salir de Darlington. La llegada a Stockton se marca con un saludo de 21 cañonazos. La banda desciende del tren y encabeza una procesión hasta el Ayuntamiento, donde las masas se dirigen a los distintos pubs y restaurantes, y los 102 invitados oficiales a un gran banquete en el Consistorio, donde se realizan no menos de 23 brindis. Todo un acontecimiento.

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200 años de tren

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(*) Imagen del billete de tren cedida por Lucas Martínez

https://billetesdetrenantiguos.blogspot.com/

  1. Un nuevo concepto del tiempo

Locomotora que se conserva en el museo ferroviario de Darlington Museo Nacional del Ferrocarril del Reino Unido / Frith & CO.

Es el principio de una nueva era. La máquina de vapor representa un gran salto en el viaje y el transporte. Proporciona un impulso masivo a las industrias en desarrollo del carbón, el hierro y el acero, y allana el camino para la Revolución Industrial. El ferrocarril impulsa una transformación radical en la sociedad, dando origen a grandes proyectos de infraestructuras como puentes, túneles y estaciones. Esta revolución tecnológica no solo facilita el transporte, sino que también tiene un impacto profundo en la economía, la cultura y la vida cotidiana. Al permitir viajes más rápidos y accesibles a largas distancias, el ferrocarril favorece la expansión de los suburbios y estimula la migración hacia las ciudades. Además, genera una gran cantidad de empleos en áreas como la ingeniería, la construcción, la logística y la atención al público. En el ámbito económico, posibilita el transporte ágil de mercancías, lo que impulsa el comercio, fortalece nuevas industrias y favorece la expansión del capitalismo.

También introduce un nuevo concepto de tiempo: la necesidad de puntualidad y la implementación de horarios unificados contribuyen a la estandarización del tiempo y la reorganización de las rutinas diarias. Desde el punto de vista cultural, el tren abre el acceso a nuevos paisajes y culturas, fomenta el turismo y el interés por la exploración. Se convierte en símbolo de modernidad y progreso e inspiración de artistas plásticos, escritores y músicos. Asimismo, facilita las relaciones sociales a distancia, lo que promueve el surgimiento de una cultura popular más amplia y favorece la articulación de movimientos sociales. Los viajes ferroviarios derriban barreras culturales y sociales, y propician la comunicación de masas. El mundo no parece ya tan grande.

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Créditos
GRÁFICO:
Isabel Toledo

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