
La sombra del dios Mithra
El latido cultural ·
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El latido cultural ·
El arabista Manuel Gómez afirma que sobre la peregrinación a Compostela planea la sombra de la divinidad hindúSí. Confieso que nunca he experimentado las menores ganas de embarcarme en el Camino de Santiago. Quizá lo habría hecho en la Edad Media, disfrazado ... de peregrino, con una de esas túnicas y una de aquellas esclavinas que dan tanto calor de solo imaginarlas; con el sombrero de ala ancha y el pertinente zurrón, la cantimplora de calabaza, la concha, el cayado preceptivo... Y por supuesto lo habría hecho en solitario para poder saborear las estaciones del Viacrucis que todo peregrinaje emula de una manera implícita; para paladear cada kilómetro de la expiación, cada evocación de cada pecado cometido que fuera borrándose con el sacrificio físico, diluyéndose en el verde paisaje del norte peninsular, consumiéndose como material combustible por el arrepentimiento y la gracia divina. Pero la Edad Media queda un poco lejos y con ella se me fue la oportunidad. Cuando alguien me habla de hacer ese recorrido, lo asocio a los turistas masivos y a las rutas gastronómicas; a los maratones populares, al montañismo y al footing, a los cazadores de tipismo exótico y a los que han hecho del deporte una forma de espiritualidad.
Hoy la peregrinación se ha socializado. Ya no es lo que era. Y para consolarme de esa frustración me he dedicado a leer en estos recogidos días de Semana Santa 'Camino a Santiago con Mithra, Prisciliano y Mahoma', un original, documentado y sugerente ensayo del escritor, arabista y paisajista cántabro Manuel Gómez Anuarbe, que me ha permitido realizar el viaje iniciático a Compostela sin moverme de mi sillón, es decir, mentalmente, que es como se deben hacer ese tipo de viajes incluso cuando van acompañados del desplazamiento real. Si el caminante, el romero, el viajero no hace esa travesía por dentro a la vez que por fuera es como si no hubiera salido de casa. Y si la hace por dentro, mediante la escritura o la lectura, la imaginación o el recuerdo, se puede ahorrar el desplazamiento físico, más aún si tiene a mano el testimonio de quien ha realizado ese doble trayecto, el interior y exterior, con una amplia cultura y un gran talento para la divagación.
Gómez Anuarbe tiene la biografía de quien se ha paseado por todo el planeta. En ella caben desde sus estudios en la Universidad Islámica de Riad hasta sus años de trabajo para la BBC de Londres y el Instituto Cervantes, así como la variopinta docena de libros que tiene publicados. En lo que esencialmente se centra 'Camino a Santiago…' es en la sombra del dios Mithra que planearía, esotérica, sobre la peregrinación al sepulcro gallego del Apóstol. La tesis abunda en la teoría sincrética que ha rodeado siempre a la figura del santo y en la que navegó con contagioso entusiasmo Sánchez Dragó en su famoso 'Gárgoris y Habidis'. Sintonizando con la leyenda de que el sepulcro compostelano esconde los restos de Prisciliano, el heterodoxo obispo que fue ejecutado en el año 385, Gómez Anuarbe pone el punto de mira en el culto a la divinidad de origen hindú que compitió con el cristianismo hasta el siglo IV y que -según él sostiene en estas páginas- nunca llegaría a desaparecer del todo sino que acabaría resurgiendo de modo críptico en las creencias de los cristianos.
'Camino a Santiago…' es un libro delicioso por el ameno carácter divagatorio que el autor sabe añadir a la erudición. A la cita de E. Brenan que nos hace reparar en la relevancia que tuvo el mitraísmo en nuestra cultura hasta la etapa crepuscular del Imperio Romano se suma el modo en el que el texto nos traslada al contexto, a unos tiempos en los que el miedo al infierno se combinaba con el miedo al islamismo más bélico o en el que había «monjes trotamundos» que habían hecho de la peregrinación «una forma de vida» condenada por el propio san Agustín. Esa contextualización e inmersión en la mentalidad de la época me parecen la mejor aportación del libro en un tiempo como el nuestro, fuertemente aquejado de presentismo, esa manía de aplicar al pasado los valores y supersticiones de nuestros días.
A uno hoy no le resulta muy espiritual la idea de un apóstol que, después de seguir al Dios que se dejó matar por los judíos, no se le ocurrió otra cosa que venir a Hispania para matar moros. A uno se le ha pasado el arroz de la Edad Media, como digo. Por esa razón, su mejor viaje a Compostela es la lectura de este libro que lo cuestiona todo. ¿Qué mejor peregrinaje que el que se dirige a una meta improbable y llena de dudas?
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