Las siete vidas de Gata Cattana
Reportaje ·
Un documental homenajea a la rapera cordobesa fallecida en 2017 a los 25 años, que dejó un legado breve pero de gran calidad de música y poemasKoldo Gutiérrez
Sábado, 6 de mayo 2023, 00:05
Ana es la tía de la poesía y Gata es la guerra», se autodefinía Ana Isabel García en una de las muchas entrevistas incluídas en ... el documental 'Eterna'. Seis años después de su repentina muerte a causa de un shock anafiláctico, el proyecto financiado por micromecenazgo y dirigido por Juanma Sayalonga y David Sainz ha visto al fin la luz en unas pocas salas para rendir merecido homenaje a la rapera cordobesa cuya voz se extinguió de forma prematura con apenas 25 años el 2 de marzo de 2017. Su desaparición le impidió ser testigo del auge feminista en España, del inolvidable 8M de 2018 y de todo lo que ha venido después. Ahora, no hay manifestación por la igualdad sin versos, frases y hasta dibujos suyos. Gata Cattana se ha convertido en un icono de la lucha social. Pero el mito no ha llegado solo por su muerte, sino por su innegable talento.
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Tras iniciarse casi de adolescente en el grupo flamenco Aquí pongo la Era, empezó a interesarse por el rap, un género menos encorsetado que le permitía plasmar sus muchas inquietudes: política, historia, mitología, cultura pop o feminismo. Se curtió en la escena local con otra amiga, pateando los parques de su Adamuz natal y dejando boquiabiertos a los raperos que soltaban versos entre porros y litronas, que miraban con condescendencia a esas dos mocosas que osaban retarles. A los 18 años decidió ir a Granada a estudiar Ciencias Políticas, la única carrera posible para alguien con su gran compromiso social y sus profundos intereses. Como recuerda una profesora del colegio, ya entonces destacaba por su inteligencia, madurez y curiosidad.
En la Universidad amplió sus referentes políticos y entró en contacto con los ambientes 'hiphoperos' de la ciudad. Allí conoció a Carlos Esteso, que se convertiría en su DJ habitual. Juntos fueron puliendo las aristas del proyecto, con bases musicales que ensalzaban las letras de ella, cuyo 'flow' y fraseo ya no tenían nada de amateur. Como cuenta él en el documental, en el mundo del rap en torno a 2010 había pocas mujeres y los chicos cantaban temas agresivos y egocéntricos, más preocupados en presumir que en reflexionar. En un panorama tan ensimismado, repleto de testosterona, tatuajes, 'piercings', gorras, colgantes dorados y camisetas deportivas, Gata Cattana llegó con sus libros y su teoría política a aportar un soplo de aire fresco. Fue una pionera que siguió la estela de Mala Rodríguez, que también interviene en la película para ensalzar su figura.
Flamenco, rap y poesía
El 15M le pilló en Granada, donde pudo seguir mezclando su arte y su conocimiento político, cuando parecía que otro mundo era posible. En 2012 se trasladó a Madrid con una beca Séneca gracias a sus matrículas de honor en la Universidad. Allí decidió volcarse definitivamente en su faceta musical. Para entonces ya había descubierto el circuito de 'slam poetry', recitales de poesía a modo de torneos parecidos a las batallas de gallos de rap o de bertsolaris. Ahí pudo dar rienda suelta a su faceta poética, más evocadora, onírica y sutil. La escena underground granadina y madrileña se sorprendió con su presencia y su estilo y pronto ganó algún certamen. En 2016 recopiló varias de sus rimas en el poemario 'La escala de Mohs' (primero autoeditado, ahora en Aguilar), una muestra de su gran sensibilidad. Ahí está 'Como aman los pobres', un emotivo poema que recitó en un local de Granada, como puede verse en Internet en un vídeo que pone los pelos de punta. Era su momento: sus canciones sonaban en las emisoras, actuaba en conciertos de Radio 3, le salían bolos por todo el país, le llamaban las marcas para promocionar su ropa y estaba preparando el que sería su primer disco. Todo se truncó de golpe.
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'Banzai' se publicó de manera póstuma el 19 de octubre de 2017, siete meses y medio después de su fallecimiento. Son 13 temas que en YouTube se pueden ver del tirón en un bello vídeo de 44 minutos donde la cantante recorre las calles de Madrid mientras se cruza con personas ajenas a ella. La infinidad de comentarios deja constancia del hondo recuerdo que ha dejado a una generación que la venera. Su rostro es habitual en los murales feministas, como el famoso de Ciudad Lineal que ha sido dañado por grupos de extrema derecha y restaurado por colectivos del barrio varias veces. En el documental aparece Sara Socas, la rapera canaria que mejor ha cogido su testigo, y recalca su valor como referente para todas las mujeres que tratan de acceder a ese mundillo.
En sus letras, Gata Cattana era capaz de combinar alta y baja cultura como pocas, como demuestra su canción 'Lisístrata', convertida en himno feminista y que publicó en 2012, con apenas 20 años. Antes de que Silvia Federici se pusiera de moda, ella ya la citaba, junto a Virginie Despentes, mientras se metía con Freud, Nietzsche o Unamuno, entre otros padres del pensamiento occidental. La autora de 'Calibán y la bruja' también es entrevistada y aplaude su labor de concienciación social. «Yo os invoco hijas de Eva, buscando una luz» es uno de sus versos más conocidos y que forma parte de su legado. La cantante no olvidaba sus raíces flamencas y la sombra de Lorca le perseguía en sus letras, pero también estaba atenta a la vanguardia de artistas como El Niño de Elche, gran renovador actual del cante jondo.
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En 'Banzai' se incluye un tema con una frase de tintes irónicos: «Estoy bien, pa' una vez que estoy bien. (...) Que no me duele ná, que no me importa ná.» El destino quiso que escucháramos esos versos tras su muerte, algo que nadie había imaginado. La cantante se alejaba del malditismo propio de muchos músicos, de sus excesos y estridencias. Tenía la cabeza bien amueblada, pero una salud frágil. Además de ese álbum, Gata Cattana también dejó otro libro póstumo: 'No vine a ser carne' (Aguilar, 2020). Su familia ayudó a recopilar varios poemas inéditos, muchos escritos en su adolescencia, donde ya dejaba patente su preocupación por el feminismo y la lucha de clases. Entre manuscritos con letra infantil y tachones podemos presenciar cómo Ana se convirtió en Gata.
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