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Las exuberantes ilustraciones gráficas de Javier Arrés han llegado a publicarse en el 'New York Times' Y en el 'South China Morning Post'. Paralelamente, este ... artista granadino ha desarrollado un mundo creativo muy personal en el que destacan los gifs o animaciones que él denomina 'visual toys'. Su excelencia llegó a todo el mundo. «En el primer festival de este tipo en Asia, celebrado en Singapur hace cinco años, había coleccionistas que me querían comprar, pero no había manera técnica de vender», recuerda.
La aparición de un formato que permite la adquisición de una pieza digital mediante un contrato que certifica su carácter único y original cambió la trayectoria profesional y la vida del autor. «Las NFT revolucionan el mercado, no lo destruyen», alega. En marzo de 2021, una colección de 25 de sus piezas fue adquirida por 500.000 dólares en una plataforma digital.
El éxito no ha trastocado su preferencia por el dibujo y la tinta sobre papel, y asegura que sus próximos proyectos compaginan el criptoarte con la impresión de esculturas en 3D. «No abandono el arte tradicional», confiesa, aunque apuesta por esta nueva vía con sus propias plataformas. «Aquí nadie necesita un manager. Existe la posibilidad de autogestión y, en cada venta, el autor recibe un 10% del precio final».
La progresión de esta corriente ha sido rápida y global, según admite Arrés, pero no descarta una estabilización. «Porque a nadie le interese que este 'boom' acabe en la basura», advierte. El nuevo mercado ha experimentado un crecimiento tan acelerado por su capacidad para atraer a nuevos aficionados. «Se trata de individuos que, mayoritariamente, no han pisado nunca una galería de calle».
La pirámide comercial resulta similar a la de la plástica convencional. «Las ballenas, los más adinerados, no son muchos, y su rango va desde los 50.000 dólares a los 60 millones; luego está una franja intermedia inmensa, que oscila entre los 3.000 y 30.000, y la más baja fluctúa entre 500 y 1.000, y son aquellos que buscan artistas noveles que apuntan una estética propia. «Muchos de los nuevos coleccionistas proceden del negocio de las criptomonedas o de Silicon Valley, y realizan sus compras desde casa. Su origen está en el mundo anglosajón y Extremo Oriente, más de China que de Japón».
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