La renovadora 'nisei'
Ruth Asawa, que protagonizará una exposición en el Guggenheim, superó duros obstáculos con su inspiración creativa
La historia de la estadounidense Ruth Aiko Asawa (1926-2013) nos conduce al Oscar. La actriz que encarnara a esta escultora en un posible 'biopic' ... contaría con muchas papeletas para obtener una nominación porque su peripecia aúna dolor y superación, la capacidad para afrontar retos y vencer los obstáculos. Ella exhibió una singular facultad creativa y, en último término, consiguió seducir al mundo. El Museo de Arte Moderno (MoMa) de Nueva York le dedica una retrospectiva a partir del próximo 7 de febrero.
La artista no quiso beneficiarse de su condición de víctima. Pero lo fue como hija de japoneses emigrados a Estados Unidos antes de la Segunda Guerra Mundial, una comunidad denominada 'nisei' y popularmente 'jap' que el gobierno consideraba una hipotética quinta columna en tiempos de guerra. Como todos aquellos de de su misma condición, pasó su adolescencia en un campo de internamiento. Quiso dedicarse a la enseñanza, pero se lo impidieron por ese estigmatizador origen.
El arte compensó los sinsabores. La trayectoria de Asawa se vincula con la influencia de la Black Mountain College, es decir, el eco de la Bauhaus en Norteamérica. La joven recibió el magisterio de Josef Albers y formó parte de la corriente que, tras la contienda, asumió la renovación de la escultura. La apuesta por la abstracción y el recurso a nuevos materiales impulsó un movimiento en el que pesaron significativamente aquellas figuras de las vanguardias históricas que habían cruzado el Atlántico debido a la persecución nazi.
La joven conectó con el frío y sucinto formalismo del maestro alemán. El peso de la artesanía nativa también fue esencial en esos primeros años de experimentación. Los intereses de la escultora en torno al espacio, la relación entre el interior y exterior, el arriba y el abajo, el volumen y el vacío, el positivo y el negativo de la pieza, hallaron su plasmación en trabajos textiles, generalmente elaborados con la técnica del ganchillo. Sus obras, construidas sobre una línea en expansión, se sustentan en materiales sencillos como el alambre y recurren a patrones de repetición que proporcionan una sugerencia orgánica.
La trayectoria de Asawa logró el reconocimiento de la crítica durante las décadas de los 50 y 60, mientras su experimentación seguía adelante, siempre fiel a la abstracción geométrica y la utilización de secuencias. El Whitney o la Bienal de Sao Paulo se hicieron eco de las aportaciones de la autora, representante de una corriente de creadoras como Anni Albers, Yayoi Kusama o Jann Haworth, que abordaban la tridimensionalidad desde formas y elementos cotidianos.
El compromiso social es otra de las claves de su identidad, y se empeñó en fomentar la educación artística. Además, sus obras, siempre abiertas al diálogo con el espacio, consiguieron un lugar en el área pública. Tras su fallecimiento se le han dedicado diversas exposiciones y el Guggenheim de Bilbao celebrará la primavera hospedando la antológica neoyorquina. Nada mejor que el tiempo de floración para celebrar a una renovadora.
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