
«Se está perdiendo el respeto a compositores, intérpretes y críticos musicales»
Alfonso Gómez | Pianista ·
El intérprete vitoriano afincado en Alemania tocará la integral de los 'Nocturnos' de Chopin, «el poeta del piano»Secciones
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Alfonso Gómez | Pianista ·
El intérprete vitoriano afincado en Alemania tocará la integral de los 'Nocturnos' de Chopin, «el poeta del piano»El gasteiztarra Alfonso Gómez trasmitirá al público reunido en el Palacio Euskalduna las emociones imaginadas por Chopin en sus 'Nocturnos'. El intérprete y profesor catedrático ... de piano en la Universidad de Música de Friburgo y asistente en la Universidad estatal de música y artes escénicas de Stuttgart, es una de las figuras que participarán en la vigesimocuarta edición del Festival Musika Música de Bilbao. El instrumentista reconoce que es una música que apasiona a multitudes, pero cuyo marco acústico no es una gran sala de conciertos. «Está concebida para escuchar en detalle, en un marco muy íntimo y con dinámicas muy suaves», advierte.
- El pianista James Rhodes ha asegurado que hubo un antes y un después en su vida tras conocer a Bach. ¿Ha experimentado también una revelación de ese tipo?
-Recuerdo varios momentos, no uno en concreto, que me han dejado huella. Por ejemplo, conciertos de Sviastolav Vladimir Ashkenazi o Krystian Zimerman te marcan y te motivan para trabajar.
–¿Siempre tuvo clara su vocación?
–Si, era a lo que me quería dedicar. Comencé a tocar el piano con 4 o 5 años. Tenía dos en casa, uno de pared y otro de media cola, y desde entonces ha permanecido como mi pasión. Me hace feliz y creo que todos tenemos que hacer aquello que nos satisface y motiva a levantarnos todas las mañanas.
–Teníamos la concepción de la música clásica como un placer solitario y de minorías, pero la capacidad de convocatoria de Musika Música demuestra que es un fenómeno de masas.
–Te doy la razón. Ha existido la imagen de una afición de minorías, dirigida a un público conservador y de cierta edad, pero es una cuestión del marco en el que se organiza y, a ese respecto, la iniciativa bilbaína resulta ejemplar por la facultad para atraer a mucha gente con una gran calidad en sus programas. La música, sin etiquetas, nos incumbe a todos y hay que darla a conocer.
–¿De qué margen de libertad goza el intérprete? ¿La hace suya o debe ceñirse a una composición?
–¡Buena pregunta! Depende de la actitud del intérprete. Hay quien toma la partitura y se dice a sí mismo que va a lucirse poniendo una nota de más o haciendo un efecto, en suma, utilizando la obra para su propio show, y también está quien es fiel al texto. Yo me situó en ese segundo grupo, es decir, intento ser lo más fiel posible al compositor y su idea. Luego, el reto radica en filtrar las características de la obra y el estilo del autor o, incluso, en conocer su época. En el Barroco, en tiempos de Bach, la anotación musical era más elemental y dejaba detalles como el tempo, dinámica o articulación sin especificar, mientras que Beethoven era más estricto en las anotaciones. Nuestro trabajo requiere discriminar ambos casos.
–¿Dónde se encuentra más cómodo?
– Me encuentro bien en las dos modalidades. Debes tener una actitud abierta a diferentes visiones. Por ejemplo, Stravinsky y Shostakóvich son prácticamente coetáneos, pero mientras el primero era muy rígido con lo que quería, con lo que estaba pautado en relación a tiempos o articulación, el segundo decía lo contrario, que lo que le importaba era una interpretación convincente de su música. Esas diferencias hay que conocerlas para trabajar los textos
Leer entre líneas
–¿Uno ha de empaparse de la vida de Chopin, de su drama personal, o la partitura lo dice todo?
– La información que proporciona la partitura es amplia, pero es importantísimo empaparse de su biografía, ahondar en su drama personal, y conocer las características de la época. Sí, tomamos muy serio a la partitura, pero sólo es el principio. Hay que leer entre líneas y ahondar en su significado.
–¿Qué diferencias encuentra entre el periodo moderno y el contemporáneo a la hora de ejecutar?
–¡Muchísimas! ¿Por dónde empiezo? La más obvia es que si tienes una duda con el trabajo de un autor contemporáneo le puedes contactar, mientras que con alguien fallecido, aunque poseas documentación suficiente, siempre vas a tener dudas que nadie te puede aclarar. En el caso de las partituras contemporáneas, las anotaciones suelen ser abundantes y detalladas, como consecuencia de un proceso de incremento paulatino. El lenguaje también se ha hecho más complejo. Yo diría que son mundos diferentes, aunque todo sea música.
–¿El reto se ha hecho mayor?
-Sí y no, porque hay otro elemento a tener en cuenta en la música clásica, el peso de la tradición. Si yo quiero grabar una sonata de Beethoven me enfrento no sólo a Beethoven sino a todos los pianistas que han hecho versiones admirables.
–¿El 'Nocturno' no requiere la proximidad y recogimiento de un salón como aquellos en los que tocaba Chopin?
–Entonces casi todos los conciertos se celebraban en salones. Existían teatros, pero tan sólo excepcionalmente se utilizaban con este fin. El título de 'Nocturno' es fantástico porque refleja ese carácter íntimo, evocador y tan personal. Chopin es el poeta del piano.
–¿Asistimos actualmente a un proceso de renovación musical?
– Resulta difícil contestar. La música evoluciona por sí misma en un proceso dinámico y continuo. Lo que vivimos actualmente es una revolución a la hora de escuchar y valorar la música gracias a plataformas de streaming o Spotify. La gran mayoría tiene acceso a muchísima música. Entre sus consecuencias, noto que se está perdiendo el respeto a los profesionales, compositores, intérpretes y críticos musicales. Es un aspecto que me preocupa mucho y al que no veo solución a corto plazo.
–¿Hacia dónde vamos?
– Es difícil saberlo. Es como si estuviéramos en un barco a la deriva des dentro no conocemos el rumbo porque nos falta la perspectiva general. Creo que lo descubriremos dentro de 20 o 30 años. Sí que es cierto que vivimos en un momento artístico donde parece que se prima la identidad y la apariencia, no la calidad.
– El compositor Ramón Lazkano dice que París es un catalizador, un lugar donde emerge lo inesperado de muchos talentos. ¿Ocurre algo similar en Alemania?
– Sí, pero existe una diferencia importante. En Francia hay una gran centralización en torno a la capital, mientras que Alemania es más federalista. Ciudades relativamente pequeñas gozan de una gran oferta cultual y son grandes catalizadores.
– ¿Halla todavía una diferencia abismal entre las infraestructurales culturales alemanas y españolas o, en concreto, del País Vasco?
– Se trata de sociedades diferentes y resulta muy difícil comparar. En el País Vasco está emergiendo una gran energía artística impulsada por orquestas y festivales de gran calidad y artistas esplendidos. Alemania tiene más tradición, con un gran respeto a la música clásica y contemporánea. Su importancia en la sociedad es evidente y, por ejemplo, los colegios acuden con regularidad a los ensayos y conciertos. En general, se hace más música, que, en definitiva, es lo más importante. En España esa dimensión no acaba de cuajar.
– El auge extremista alemán afecta al mundo de la cultura. ¿Existe un temor, posicionamiento o permanece ajeno a las convulsiones políticas?
– No permanecemos ajenos a la política. Primero, porque es algo que nos afecta a todos, pero también porque el mundo de la cultura es el primero en sufrir las consecuencias, en experimentar los recortes, y, peor aún, censura. Sus miembros siempre han solido empatizar con ideas progresistas y, hasta ahora, no habíamos tenido una realidad tan extrema como el AfD. No podemos entender cómo gente que ha nacido en democracia puede votar a un partido racista, antisemita, homófobo y autoritario que, además, no lo oculta. Que se relativice lo que sucedió antes y durante la Segunda Guerra Mundial es una gran tragedia.
– ¿Disfruta más como solista o junto a una orquesta?
– Disfruto siempre tocando música. Son esos momentos en los que soy plenamente feliz y en los que, aunque sea por un instante, me parece que el mundo está en orden.
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