Donde mataron a Trotski
Escenarios culturales | Coyoacán, en Ciudad de México ·
El líder soviético se refugió en una tranquila casa de la capital mexicana, pero un sicario de Stalin, Ramón Mercader, le dio muerte en su despachoPor la famosa Casa Azul de Coyoacán que fue el hogar familiar y más adelante de pareja de Frida Kahlo, llegan a pasar unos 25. ... 000 visitantes al mes. Al Museo Casa Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo, las dos casitas gemelas (una roja y blanca, la otra azul) de San Ángel, no es raro que se acerquen más de 60.000 en un año. Pero hay otra vivienda en Ciudad de México ligada a la historia de la pareja de artistas y sin embargo es seguro que no atrae a tantísima gente. Y eso que es monumento nacional. Pero allí no habrá filas de visitantes. Ya a nadie le importa dónde vivió Leon Trotski hasta que lo mataron; es más, fue aquí mismo, en una habitación de esta casa de la Avenida Churubusco, también en Coyoacán, donde lo mataron.
El propio Diego Rivera había hecho todas las gestiones para que el Gobierno mexicano le concediera el asilo político al revolucionario ruso, que llevaba un tiempo yendo de acá para allá en el exilio. Stalin andaba persiguiendo a toda la familia. Una hija se suicidó -o la suicidaron, a saber-, el marido de esta desapareció, la primera mujer fue enviada a un campo de concentración, un hijo murió en prisión, el otro... En fin, iban a por Trotski y los artistas mexicanos querían ponerlo a salvo.
Así fue como llegó a tierras mexicanas en enero de 1937, lo cuenta Patrick Deville en 'Viva'. Fue una fiesta. Rivera y Kahlo lo acogieron en la Casa Azul, se dice que el ruso estuvo liado con la mexicana y que al final los dos hombres rompieron relaciones por diferencias políticas. Era ya 1939 y Trotski se mudó a esta última casa, de buenos muros y jardín, en la que sufrió un intento de asesinato antes del que pondría fin a su historia. Fueron dos atentados en poco más de tres meses. El segundo, el del piolet en la cabeza, lo llevó a cabo Ramón Mercader en agosto de 1940.
Cuando fue enterrado (la tumba está en el jardín de la casa), acudieron 300.000 personas a despedirse. Ya no. Para los que llegan hasta allí, en la casa del guardia hay documentos y fotografías que contextualizan lo que ocurrió. En las dependencias que ocuparon Trotski y familia, los objetos que usaron en espacios funcionales están clavados en el tiempo. Al viejo revolucionario le gustaba pasear por el jardín, recoger los huevos de las gallinas, ver a los conejos, regar las plantas. Lo hacía con su nieto Esteban. Quedan restos de esa vida. Todo más o menos normal para el chiquillo (que ya había perdido padre, madre y hermana). Hasta que se ven, en la habitación, los agujeros de bala dejados por el primer intento. Y se sabe que Esteban llegó a tiempo de ver cómo se llevaban al abuelo con la cabeza abierta.
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