György Ligeti, en su estudio.
Música

Ligeti, experimental y popular

Centenario ·

El músico húngaro tiene obras muy minoritarias junto a otras conocidas por el gran público

Sábado, 27 de mayo 2023, 00:35

El cine ha dado una gran popularidad a algunas obras musicales no escritas para la gran pantalla. A nadie le extraña que haya sucedido con ... Beethoven, Mozart, Bach, Mahler, la saga Strauss o Rachmaninov. Es casi paradójico que también suceda con György Lygeti. Y lo es más aún si se piensa que su primera idea cuando supo que Stanley Kubrick había usado composiciones suyas en '2001, una odisea del espacio' fue demandar a los productores por hacerlo sin permiso. Pues para ser un uso 'pirata' fue de enorme rentabilidad, en cuanto a la difusión de su nombre por el mundo, para el compositor. Y todo empezó cuando el director neoyorquino -quizá quien mejor ha usado la música clásica en las películas- rechazó la banda sonora que le había encargado a Alex North, que no se enteró de ello hasta el día del estreno, y la sustituyó por un puñado de piezas clásicas. Ligeti cumpliría mañana 100 años.

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Nacido en Transilvania (actual Rumanía y por aquel entonces Hungría), en el seno de una familia judía, Ligeti sufrió desde la infancia la presión de los nazis. Ya en la juventud vio cómo le impedían matricularse en la Universidad, donde quería estudiar Matemáticas. Aunque había recibido una buena educación musical, no decidió dedicarse por entero a la composición hasta que en plena Segunda Guerra Mundial conoció la obra de Bartók. Poco después, su padre murió en el campo de concentración de Bergen Belsen y su hermano, en el de Mauthausen.

Al acabar la guerra pudo continuar sus estudios, pero la cerrazón -también cultural- del régimen comunista le impidió conocer lo que en ese momento se hacía en Europa occidental. Así, aislado, experimentó con el sonido. Fruto de ello es una de sus primeras obras conocidas: 'Musica ricercata'. Cuando la tímida apertura iniciada por el Gobierno de Budapest fue aplastada por los tanques soviéticos, Ligeti se fue primero a Viena y luego a Colonia. Allí, ya con nacionalidad austriaca, conoció a Stockhausen, coqueteó con la música electrónica pero poco tiempo, creó lo que luego llamaría 'micropolifonías', se relacionó con Boulez y Nono y escribió otra de sus obras más célebres: 'Atmosphères'. Luego se interesó también por las provocaciones del movimiento Fluxus, de las que enseguida se alejó.

La clave, Kubrick

Y así, a finales de los sesenta, un día se enteró de que Kubrick había utilizado tres obras suyas (la citada 'Atmosphères', 'Lux aeterna' y 'Réquiem') en '2001' sin su permiso. Directamente, decidió demandar a los responsables del filme: pedía un dólar porque quería dejar claro que no se trataba de un asunto económico, sino que era fruto de su enfado por la falta de comunicación del uso de la música. Un uso que le dio una gran popularidad. El propio Kubrick volvería a utilizarla en 'El resplandor' (en ese caso, 'Lontano') y 'Eyes wide shut' ('Musica ricercata'). No fue el único cineasta que lo hizo. Michael Mann la incluyó en la banda sonora de 'Heat', Gareth Edwards en la de 'Godzilla' (el 'Réquiem' en ambas) y Tim Burton en 'Charlie y la fábrica de chocolate' (Concierto para violonchelo). Son los títulos más destacados de un puñado de filmes en los que suenan sus obras complejas y aparentemente anticinematográficas.

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Ligeti recibió influencias ajenas a la música clásica: ahí están el folclore de su país y el africano y el jazz. En su catálogo se encuentra una ópera de tono abiertamente escatológico: 'Le Grand Macabre'. Y una pieza en la que pone música al alfabeto. Una de sus últimas obras combina una percusión cruda con experimentos con la voz, con un resultado desasosegante: 'Síppal, dobbal, nádihegedüvel: Weöres Sándor Verseire'. A lo largo de su carrera recibió numerosos premios. Nada le hizo tan popular, sin embargo, como la presencia de su música en el cine.

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