Libros para pasar al otro lado
La Biblioteca inverosímil ·
Los egipcios dejaron instrucciones para guiar a los difuntos al más allá y en Roma trataban de aplacar a los molestos espíritusNerea Riesco
Sábado, 28 de octubre 2023, 00:02
Cuando los seres humanos tomamos conciencia de que el paso por este mundo tenía fecha de caducidad, empezamos a pensar en lo que quedaba al ... otro lado. Es posible que la civilización que le ha prestado mayor atención al intervalo que un alma recorre entre la vida y la muerte sea el antiguo Egipto. Tanto es así que no dudaron en dejar por escrito una especie de instrucciones para alcanzar el paraíso; el célebre 'Libro de los Muertos'. Conocido en un principio como 'El Libro para Salir al Día', este compendio de oraciones, conjuros y rituales tenía como objetivo guiar a los difuntos en su viaje hacia el más allá, asegurando una transición segura y exitosa. No eran pocas las instrucciones a seguir: himnos de alabanza y súplica a los dioses, fórmulas mágicas, consejos sobre cómo comportarse y qué decir ante el tribunal de Osiris y sobre cómo sortear los peligros del viaje, que incluían demonios y serpientes…
Originalmente estos textos estaban escritos en papiros, o inscritos en tumbas y sarcófagos. Algunos elementos centrales son comunes en la mayoría de las versiones. Los antiguos egipcios creían en un juicio final en el que el corazón del difunto se pesaba contra la pluma de la diosa Maat; la deidad de la verdad y la justicia. Si el corazón era más pesado que la pluma, el alma del difunto sería condenada a la destrucción; de lo contrario, podría acceder al más allá.
Sin salir del antiguo Egipto nos adentramos en 'El libro de Thot', cuya existencia sigue siendo un enigma. Este hipotético texto antiguo ha sido objeto de especulación, admiración y escepticismo a lo largo de los siglos. Atribuyen su autoría nada menos que al dios egipcio Thot, considerado inventor de la escritura, gobernante de la sabiduría, la magia y el conocimiento. Se cree que ejerció de secretario en todas las reuniones de los dioses.
La leyenda dice que este libro contiene los secretos de la creación del universo. Además se cree que proporciona las claves para descifrar los secretos de la tierra, el mar y el aire, e información detallada sobre magia, adivinación y alquimia. Confería la facultad de descifrar el lenguaje de todos los animales, y de nada menos que devolver la vida a los muertos. Según asegura Jean Bergier en 'Los libros condenados', la primera alusión al 'Libro de Thot' aparece en el papiro de Turis, descifrado y publicado en París, en 1868. Describe una conspiración contra el faraón para aniquilarlo a golpe de hechizos. Cuarenta funcionarios y seis damas de la Corte fueron ejecutados por su infamia. Otros se suicidaron. Esa fue la primera vez que se asegura que el 'Libro de Thot' fue destruido. Una de tantas.
«Méteme, Padre eterno, en tu pecho, misterioso hogar. Dormiré allí, pues vengo deshecho del duro bregar»
Miguel de Unamuno
(1864-1936)
Levantarse a medianoche
En la Roma Antigua se celebraba, los días 9, 11 y 13 de mayo, la Lemuralia, también conocida como las Lemurias. Esta festividad radicaba en la creencia de que, durante estas noches, los espíritus de los muertos (los lémures) regresaban a sus antiguos hogares para vagar por la tierra en forma de sombras, inquietos, en busca de venganza o redención. Su presencia en el día a día resultaba bastante incómoda: desbarataban el trabajo de los criados, atosigaban a los animales, espeluznaban a los niños… por fortuna, había una solución para aplacar a estas almas molestas; una serie de rituales que Ovidio dejó bien especificados en su obra 'Fastos'. Durante esos tres días, el pater familias debía levantarse a medianoche, hacer una higa (la señal que aún utilizamos para proteger a los bebés del mal de ojo y que consiste en cerrar el puño, colocando el pulgar entre los dedos índice y anular), lavarse las manos con agua de una fuente y arrojar habas negras de espaldas mientras pronunciaba: «Yo arrojo estas habas, con ellas me salvo yo y los míos». Debía repetirlo nueve veces sin volver la vista atrás. Luego hacía sonar bronces temeseos, rogando que la sombra saliera de su casa, tras haber repetido otras nueve veces: «Salid, manes de mis padres».
Una vez concluido el ritual, los lémures quedaban conformes y dejaban a los mortales tranquilos hasta la siguiente primavera. Está es solo una pequeña muestra de esos libros que nos ponen en contacto con el mundo de los muertos, porque como diría Borges: «La muerte es una vida vivida. La vida es una muerte que viene».
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