El humanismo integral de Jacques Maritain
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El filósofo neoescolástico francés, de cuya muerte se cumplen 50 años, reflexionó sobre el arte, la pedagogía y la políticaConfundir la filosofía neoescolástica con la filosofía cristiana es bastante más habitual de lo que podemos pensar y realmente no son lo mismo. El mundo ... occidental ha filosofado durante casi dos mil años en el seno del cristianismo y el abanico de filosofías cristianas es muy amplio. La filosofía neoescolástica y el neotomismo, que es uno de sus tipos, es filosofía cristiana, pero se trata de una filosofía que escoge un pensamiento ya construido en la Edad Media, lo confronta con el pensamiento contemporáneo, explicita sus potencialidades no expresadas y apela a sus conceptos para interpretar y hablar de las verdades de la fe, para establecer los denominados 'precursores de la fe' o para entender la esencia del hombre o la racionalidad de las normas morales, cuestiones todas ellas que en opinión de los neoescolásticos serían nociones que la razón humana podría descubrir, y no puras verdades de fe.
Los pensadores neoescolásticos se reactivaron frente al racionalismo de origen ilustrado, al inmanteísmo idealista y al materialismo positivista; se opusieron al aspecto cada vez más inquietante que en su opinión asumía el liberalismo político, y por lo tanto al laicismo y a la secularización; y trataron de contener aquellas corrientes culturales europeas que se mostraban cada vez más contrarias a la teología cristiana. Dos encíclicas pontificias sustentaron el movimiento neoescolástico, la 'Aeterni Patris' de León XIII (1879) y la 'Pascendi' de Pío X (1907).
En el campo de la neoescolástica destacó, por méritos propios, el filósofo francés Jacques Maritain, de cuya muerte se cumplieron ayer 50 años. Maritain afrontó los problemas filosóficos con gran sinceridad tras la desilusión que le causaron las propuestas especulativas de los positivistas y el comienzo de aquel camino de conversión en el que tanto intervinieron Bergson y León Bloy. Realmente es el filósofo más prestigioso entre aquellos que vuelven a proponer el tomismo como solución a los problemas característicos de la época que les tocó vivir.
El lema que sintetiza su pensamiento es 'distinguir para unir' (su principal obra se titula 'Distinguir para unir: los grados del saber', 1932) porque el ser comprende toda la realidad, pero es analógico y por tanto permite la unidad del todo junto con la distinción entre las partes. La analogía es la ley de la semejanza entre los diversos seres, ley que permite no naufragar ante la ilimitada variedad presente en el universo, y por otro lado no pretende verificar todas las cosas en una unidad indistinta y engañosa. En otras palabras, la analogía permitiría a la razón la suprema capacidad de hablar acerca de toda la realidad, puesto que todos los seres son similares.
Rechazó el nazismo, el comunismo y el capitalismo, al considerarlos enemigos del bien común
La cultura
Inspirándose en la antigua ontología aristotélico-tomista, Maritain reflexiona profundamente sobre tres temas característicos de la cultura: el arte ('Arte y escolástica', 1920; 'La intuición creativa en el arte y la poesía', 1953), la pedagogía ('Educación en la encrucijada', 1943), y la política ('Humanismo integral. Problemas temporales y espirituales de un nuevo cristianismo', 1936). En lo que concierne al arte, el pensamiento estético de Maritain se muestra relevante cuando se opone a las estéticas románticas. Según él, el arte está arraigado en el intelecto y por esto el arte moderno trata vanamente de liberarse de la razón. La razón que preside el arte no es la razón lógica y discursiva, sino la razón intuitiva, animada por la imaginación y vitalizada por los factores inconscientes y preconscientes del alma.
Por eso, el artista, para llevar a cabo su objeto artístico, habrá de recurrir a la razón conceptual y discursiva, pero dicha razón tendrá una función secundaria e instrumental. Respecto a la educación, señala que es una sabiduría práctica que tiende a la formación de la persona, sirve a la naturaleza humana, con objeto de hacerla más libre, procura el logro de la plenitud personal y social, y es por lo tanto una formación para la vida democrática. Utiliza los valores humanistas y científicos y sobre todo la acción moral del educador mismo, y rechaza la imposición y la violencia.
Iglesia y Estado
En el ámbito de las ideas políticas, Maritain distingue entre Iglesia y Estado, dos instituciones con fines diversos, autónomas dentro de su propio ámbito e inconfundibles en su naturaleza. Durante la Edad Media, las instituciones también poseían un carácter sagrado, cosa que hoy ya no es posible y de ahí que sea necesario pensar en una nueva civilización, un humanismo integral, dentro del cual la inspiración cristiana sea un factor estimulante y motivante, pero en el que las instituciones laicas conserven toda su autonomía. Una vez más, hallamos la unidad entre dos realidades, Iglesia y Estado, que colaboran en favor de la comunidad humana, pero con la más nítida distinción entre ambas. Solo Dios es la fuente de la soberanía y la entrega, en primer término, al pueblo y, en consecuencia, el Estado es un instrumento en las manos del pueblo para la realización de los fines sociales. La Iglesia aprecia estos fines sociales y los sirve, pero en la forma que le es peculiar. Se define así la noción de 'ciudad laica, cristiana en su modo de vida', o de 'Estado laico cristianamente constituido', esto es, «un Estado en el que lo profano y lo temporal posean en plenitud su función y su dignidad de fin y de agente principal, pero no de fin último, ni de agente principal supremo».
El filósofo francés considera que la democracia debe rechazar todo maquiavelismo y plantear la cuestión moral de tal forma que, en un sistema democrático, la utilización de medios incompatibles con la justicia y la libertad debe ser, en sí mismo considerada, una 'operación de autodestrucción'. Por consiguiente, la justicia y el respeto a los valores morales no son un síntoma de debilidad y de ahí que estos valores rijan el Estado y no dependan de la hegemonía de un hombre, de una clase o de una institución.
Enemigo de los poderes absolutos, rechazó el nacionalsocialismo, el comunismo y criticó despiadadamente al Estado burgués y al capitalismo, al considerarlos enemigos del bien común. Maritain y su 'humanismo integral' reactivaron el pensamiento cristiano del siglo XX.
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