El guion de comedia

También es primordial la comedia en una sección fija del Ja!: 'Las 10 secuencias de humor favoritas de…'. Consiste en que un director o directora escoge 10 secuencias con humor de películas del cine mundial de cualquier época, estas se van proyectando una a una ante el público y el invitado o invitada las comenta conmigo. Es como una sesión de tarde de domingo que al público le gusta mucho y divierte (en esta edición será el 9 de octubre). Han pasado por las 10 secuencias: Fernando Trueba, Isabel Coixet, Pedro Olea, Imanol Uribe, Borja Cobeaga, David Trueba, Pablo Berger, Inés París y Paco Plaza. Este año, por primera vez, la invitada no cuenta con filmografía propia. Pero es Rosa Belmonte, una cinéfila vitalicia que lo ha visto todo, además lo recuerda y, siempre, con sentido del humor

El guion para comedia es una maquinaria de precisión que necesita que sus piezas estén tan bien montadas como las de un reloj suizo. Porque una comedia sin buen guion se queda en una errática sucesión de gracias más o menos afortunadas y en lo superficial. Citaré una breve selección (el tema da para un libro) de lo que me gusta: guiones que han dado la esencial base a películas memorables o secuencias concretas magistrales. Como es habitual en mí, sin orden ni concierto.

Permítanme solo un párrafo negativo previo. Es referido a las comedias españolas llamadas del destape de los 70 y comienzos de los 80, cuyo máximo exponente podría ser Mariano Ozores, que también firmaba los guiones. Resultan abochornantes. No es solo que sean de un machismo vejatorio y una hiriente ridiculización de la homosexualidad con pluma, atentan contra la mínima inteligencia con gags para descerebrados. Si creen que exagero, echen un ojo (dos sería traumático) a cosas como 'El soplagaitas' o 'Agítese antes de usarla' (franqueza del brutalismo del subproducto desde el título). Me deja perplejo que haya columnistas de cine que reivindican esos engendros como apreciable comedia popular propia de la época.

Un ejemplo de recurso inteligente de guion al servicio de un giro narrativo se da en 'El apartamento', escrito por I.A.L Diamond y Billy Wilder. Jack Lemmon encuentra en su apartamento, que pone a disposición de los jefes de la oficina como picadero, un espejito roto que se ha dejado la última visita, la acompañante del jefazo, Fred MacMurray, a quien se lo da. En la fiesta de Navidad de la oficina, Lemmon pregunta a la señorita Kubelik, la adorable Shirley MacLaine, si lleva bien puesto el bombín que se ha comprado. Kubelik le da el espejito roto para que se mire, Lemmon se da cuenta así de que ella es la amante de MacMurray y se queda desolado. Debido también el guion a Wilder y Diamond, tengo debilidad por 'La vida privada de Sherlock Holmes', una colorista aventura de tinte victoriano que encubre una melancólica historia de amor frustrado.

Dos obras maestras de la comedia española con rotundas pinceladas negras, 'El verdugo' y 'Plácido', de Rafael Azcona y Luis García Berlanga, entre otros. En la primera el guion es perfecto, dotado de una constante comicidad que a veces te deja la sonrisa helada por las construcciones de coherencia inexorable en su alegato contra la pena de muerte. En la segunda, la difícil arquitectura de servir con diálogos precisos de cada personaje en cada momento los largos planos secuencia corales.

Las comedia italianas de 'sketches' han dado títulos irregulares pero en los que siempre hay alguno excelente. Una en la que todos son buenos es 'El oro de Nápoles', escrita y dirigida por Vittorio De Sica. Hay uno que me encanta, protagonizado por el propio De Sica, que era un solvente actor. Encarna a un aristócrata que padece ludopatía y al que su mujer no le permite disponer de dinero. De Sica da pequeños sablazos a quien se deja para poder jugar a las cartas con un niño de la casa de al lado que indefectiblemente le gana todas las partidas para su desesperación. 'I nuovi mostri' ('¡Que viva Italia!') contaba con 'Primeros auxilios', un 'sketch' extraordinario dirigido por Dino Risi (guiones de los episodios de los especialistas Age & Scarpelli, Zapponi y Maccari) y protagonizado por Alberto Sordi en estado de gracia. Sordi es un príncipe pijo que va en su Rolls por Roma a la noche. Recoge al pie de una estatua a un pobre hombre al que han atropellado. El corto es la peregrinación por toda clase de hospitales, en los que con variadas disculpas se niegan a hacerse cargo del herido, al que Sordi termina por dejar donde lo recogió.

Y una comedia argentina que me pareció espléndida: 'El ciudadano ilustre', con un modélico guion de Andrés Drupat. La malévola idea es que un premio Nobel de Literatura argentino (gran interpretación de Óscar Martínez) acepta la invitación a un homenaje que quieren hacerle en el villorrio donde nació y al que nunca debió volver.