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Un habitual. Jamie Cullum, durante su actuación del año pasado en el festival de Montreux. EFE
Música

Getxo, Vitoria y Donostia, ¡qué gran trío de jazz!

Variedad. ·

Los carteles de los tres festivales suman una oferta abrumadora, en la que jóvenes estrellas como Cécile McLorin Salvant conviven con auténticos monumentos del género como Kenny Barron

Viernes, 20 de junio 2025, 17:18

El verano es el tiempo en el que todo puede pasar, un paréntesis en las obligaciones y las rutinas en el que la vida se ... abre a otras expectativas, al giro inesperado, a la improvisación afortunada. Y el jazz, en fin, es la música en la que todo puede pasar, un género libre de ataduras y poco amigo de fotocopiarse a sí mismo, abierto siempre a... a otras expectativas, al giro inesperado y, muy especialmente, a la improvisación afortunada. Tal como lo expresa el crítico Ted Gioia, lo que define al jazz es esa búsqueda permanente del «milagro», del súbito deslumbramiento que puede esconderse en un fraseo singular, en un cambio de ritmo que nadie pronosticaba, en la delicadeza de un par de notas o en una complejísima armonía. Así que el hermanamiento entre verano y jazz tiene su lógica, cómo no, y eso Euskadi lo sabe desde hace muchos años: una vez más, el mes de julio volverá a ser una cadena en la que se suceden los festivales de Getxo, Vitoria y San Sebastián, como miembros de un trío bien avenido que van encadenando con fluidez sus solos.

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Arrancará, como de costumbre, Getxo, con una programación que se extiende del 2 al 6 de julio. Y aquí hay que hacer una salvedad que vale para los tres certámenes: en esta panorámica hablaremos de los grandes nombres, personajes que cargan sobre sus hombros la historia del jazz y, de algún modo, garantizan que en algún momento de sus actuaciones se producirán esos destellos de maravilla, pero en realidad los programas de los tres festivales vascos están repletos de propuestas menos conocidas, con medias de edad más bajas que las de los cabezas de cartel. Y, por supuesto, también en esas citas puede brotar la magia.

¡Que empiece la música! En el 48º Getxo Jazz le tocará abrir fuego a la organista Rhoda Scott, una estadounidense afincada en París que empezó a tocar su instrumento de niña, influida por el trabajo de su padre como predicador itinerante, y siempre ha incorporado a su manera de entender la música esa dualidad entre lo sagrado y lo profano, desde los espirituales negros hasta el 'groove' de Jimmy Smith, pasando por Bach, a quien considera esencial de cara a sus improvisaciones. Rhoda viene al frente de su Lady Quartet, que completan tres instrumentistas francesas. También el clarinetista y saxofonista Paquito D'Rivera tiene sus lealtades escindidas, en su caso entre el jazz latino y la música clásica, que siempre ha logrado hermanar en una compleja cuadratura del círculo, o redondeo de lo cuadrado. Tocará en Muxikebarri en formación de quinteto, con algunos de los músicos que participan en su álbum más reciente, 'La fleur de la cayenne', donde caben desde un joropo venezolano o una chacarera argentina hasta una adaptación de Ennio Morricone.

La más joven del lote getxotarra es Cécile McLorin Salvant, vocalista franco-estadounidense de ascendencia haitiana (y aquí va quedando claro lo importante que es el mestizaje en esta música) que nació en 1989 y se ha convertido ya en un valor seguro: ella es otra capaz de saltar con frescura y naturalidad de un extremo a otro, de lo operístico a versiones de Lole y Manuel o Kate Bush. El saxofonista estadounidense Joe Lovano estará acompañado por los que llaman por ahí «sus conspiradores polacos», el inquieto trío de Marcin Wacilewski, con quienes ha grabado su álbum más reciente, una sucesión de absorbentes exploraciones, sin prisas y con mucho espacio para la improvisación, en la que Lovano incluso llega a cambiar su saxo (y también ese tarogato húngaro que le gusta tocar) por la percusión. Y rematará el festival el trompetista Dave Douglas, otra figura del jazz estadounidense que ha sabido crearse un espacio propio como intérprete y compositor proclive a lo arriesgado. Precisamente, tiene un aplaudido proyecto de largo recorrido junto a Lovano y, como curiosidad, diremos que también lleva a una instrumentista polaca en su cuarteto, la pianista Marta Warelis.

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Pura historia. Kenny Barron al piano en el festival de San Javier. EFE

Un ambicioso epitafio

Tras unos días de descanso, a la gente del jazz le toca acudir a Vitoria, que del 14 al 19 también celebrará la edición número 48 de su festival, con la colaboración de EL CORREO. La sede principal, como de costumbre, será el polideportivo de Mendizorroza, pero habrá un cambio en el segundo espacio, ya que el Teatro Principal está siendo sometido a una reforma y su programación la asume el Palacio Europa. El primero de los conciertos principales será un tributo a Charles Mingus a cargo de la Clasijazz Orchestra, apabullante formación fundada a finales del siglo pasado en Almería que cuenta con una treintena larga de integrantes, entre los que destacan nombres como Perico Sambeat o Francisco Blanco 'Latino'. Bajo la dirección de Ramón Cardo, interpretarán 'Epitaph', la ambiciosa y compleja composición en diecinueve movimientos que Mingus dejó sin grabar y tituló de esa manera tan significativa. El siguiente en Mendizorroza será el vocalista estadounidense de raíces panameñas José James, que luce con orgullo la etiqueta que le colgaron en sus comienzos, 'el cantante de jazz para la generación del hip hop'. Esas dos lealtades se han fundido de alguna manera en una obsesión setentera que ha llevado a James a grabar el álbum '1978' y una suerte de continuación, '1978: Revenge of the Dragon', que vertebrarán su concierto en Vitoria: en estos discos, titulados por el año en que nació, se zambulle en el soul, el funk y la música disco de finales de los 70 (y también en las pelis de kung fu) y lo mismo versiona a Michael Jackson y Herbie Hancock que a los Rolling Stones y los Bee Gees.

El viernes 18 será el día de dos ilustrísimos estadounidenses, ambos viejos conocidos de los vitorianos, al frente de sus respectivos tríos. Por un lado, está el guitarista Al Di Meola, uno de los referentes ineludibles de lo que se dio en llamar fusión jazz, que en ese empeño de abrir fronteras estilísticas hizo historia al aliarse con John McLaughlin y Paco de Lucía. Por otro, el pianista Kenny Barron, que hace sesenta años (sí, sesenta, y también sesenta y tantos) ya estaba girando por el mundo en la banda de Dizzy Gillespie. Decir que Barron es un monumento es faltar a la verdad, pero no por su importancia y su autoridad, sino porque la expresión no atina a reflejar la frescura y la apertura de miras que conserva a los 82 años. Eso son cuatro más que los de Antônio Pecci, el brasileño más conocido como Toquinho, que cerrará la programación del pabellón con un viaje cargado de nostalgia y emoción a través de la historia de la bossa nova, respaldado por Yamandu Costa a la guitarra de siete cuerdas, una sección rítmica y su habitual covocalista, Camilla Faustino. Toquinho es otro de esos músicos eternos que ya estaban ahí hace seis décadas, con una trayectoria que enlaza, de manera un tanto improbable, a Chico Buarque y Vinicius de Moraes con C. Tangana y El Cigala, y sus 'setlists' recientes son un festín en el que suenan 'Corcovado', 'Garota de Ipanema', 'Você abusou', 'A felicidade' o, cómo no, aquella 'Aquarela' con la que el propio Toquinho arrasó en los 80.

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Desde Francia. Rhoda Scott, abajo en el centro, junto a las componentes de su Lady Quartet. Alexandre Lacombe

Basta con desearlo

«Basta con desearlo y podrás recorrer todo el mundo», decía la versión española de aquella canción. Pero, por supuesto, los aficionados al jazz no querrán viajar más lejos de San Sebastián, donde el Jazzaldia alcanza la venerable 'edad' de 60 ediciones. La programación donostiarra es inabarcable, con seis escenarios que proponen múltiples maneras de abordar el jazz, incluso a cargo de los mismos artistas: por ejemplo, el rupturista Marc Ribot tocará en solitario en el museo San Telmo, con su arrollador trío Ceramic Dog en el Victoria Eugenia y con sus no menos intensos Hurry Red Telephone en la Plaza de la Trinidad (y ojo ahí a la también guitarrista Ava Mendoza). Pero centrémonos en la letra grande: por el Kursaal pasarán el vocalista y pianista británico Jamie Cullum (un hombre de entusiasmo contagioso que casi podría empadronarse en San Sebastián), los mismísimos Beach Boys (con un miembro original, Mike Love, y otro que casi lo es, Bruce Johnston), el guitarrista flamenco Yerai Cortés (cuya popularidad se ha disparado a raíz del documental dirigido por -volvemos a citarlo- Tangana), el barbudísimo y visionario brasileño Hermeto Pascoal (un tipo único que debía la visita desde el año de la pandemia), la arpista Nala Sinephro (nacida en Bélgica, afincada en Londres y practicante de un ambient jazz con pasajes de hipnótica beatitud) y el concierto que celebra el centenario de Oscar Peterson (a cargo de John Clayton, Jeff Hamilton y Sullivan Fortner).

Y en la playa de la Zurriola también estará Cullum, que tiene tendencia a multiplicarse en Donosti, con otros artistas como Anari, The War And Treaty (recomendados por el propio director del Jazzaldia como «los tapados» de este año), Bulego, Judith Hill o el batería de XTC con su nuevo proyecto, que responde por EXTC. Cierto, en muchos de esos conciertos la etiqueta 'jazz' a lo mejor no encaja del todo, pero en pleno veranito y junto al mar todos los estilos tienden de manera natural hacia el milagro.

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