Gestos que valen por mil palabras
Otros códigos ·
Miradas, bailes, abanicos, pañuelos y pulseras forman lenguajes no verbales que resultan muy útiles en el juego de la conquista amorosaNieves Bolado
Sábado, 11 de febrero 2023, 00:07
La mente es un poderoso afrodisiaco que suele activarse con la insinuación, y en ella, el lenguaje no verbal forma parte imprescindible de un tipo de comunicación, si cabe, más tentador y sugerente. Seducir enviando señales aumenta sin duda el deseo. Es entonces cuando el cuerpo puede llegar a convertirse en potente arma de seducción, en un prolegómeno 'picante' y provocador que termine en un encuentro amoroso o sexual. La carga erótica que contienen determinados gestos, ese lenguaje silencioso, se convierte, además, en un efectivo medio de comunicación en las sociedades que prohíben determinadas prácticas sexuales, una suerte de metalenguaje, con hábiles códigos para ambos sexos.
Las mujeres son sus principales protagonistas, pero no las únicas. Una de las primeras historiadoras de la moda femenina, Doris Langley Moore (1902-1989), realizó una investigación con más de 200 mujeres para establecer una lista de silenciosos mensajes seductores. La danza solitaria sería uno de los principales ya que facilitaría al hombre información sobre las intenciones de la mujer que tiene enfrente. El movimiento lento o llamativo del pelo, una mirada fija buscando los ojos del varón, servirían para ese deseado encuentro sin necesidad de cruzar una palabra. Y la mirada lenta que recorre todo el cuerpo: «Es mi diosa; ¡ah, es mi amor! ¡Oh! ¡Que no lo supiese ella! Algo dice, no, nada. ¡Qué importa! Su mirada habla, voy a contestarle», dice Romeo sobre Julieta en la tragedia shakesperiana.
El arte de la seducciónVer 31 fotos
En los hombres, aunque este lenguaje es menos sutil, no deja de ser disimulado. Usar ropa ajustada que resalte su musculatura, mostrar fuertes brazos desnudos, por aquello de que en un hombre son símbolo de poder, y por supuesto, el contacto visual -mejor recorriendo el cuerpo de la mujer- son instrumentos comunes en los hombres que buscan seducir sin palabras, resume en su libro 'El lenguaje de la seducción' el antropólogo David Givens. Y los labios, con sus códigos de alta tensión. Pasar lentamente los dedos por la comisura 'informa' del deseo de besar y de algo mas. Morderlos o relamerse, libera tensión emocional interna incrementando la excitación, aseguran los expertos.
Algunos códigos se utilizan en sociedades que prohíben ciertas prácticas sexuales
En la timorata sociedad del siglo XIX, por ejemplo, los movimientos del abanico formaban parte del idioma aparentemente pudoroso y silente de las damas con los caballeros. Su uso se ha imbricado en la cultura de los gestos aunque ya no sea necesaria esa suerte de clandestinidad en los amoríos. Por ejemplo, abanicarse rápidamente era una arcana forma de decirle «te amo con intensidad»; dejarlo caer, lo mismo que un «te pertenezco»; si con él se tapaba la cara le pedía «sígueme cuando nos vayamos»; si se llevaba en la mano izquierda delante de un varón era que deseaba conocerle, o si le apoyaba sobre el corazón, le desvelaba que sufría por su amor.
Los códigos creados también mediante el uso de los pañuelos, sus colores o colocación, se utilizaron un tiempo como manera de evidenciar el estatus social, o incluso, una adscripción ideológica, pero desde 1970 forman parte del juego elidido de la seducción en las relaciones homosexuales, especialmente en lugares de encuentro ocasionales. No hace falta hablar si el pañuelo se situaba en el bolsillo trasero izquierdo del pantalón porque así se manifestaba que el proponente deseaba ser miembro activo, mientras que en el derecho, comunicaba que podía ser la parte pasiva en un potencial encuentro. Una vez establecido el protagonismo de cada cual en el juego sexual, pasarían a ser los colores los informantes del tipo de prácticas: amarillo, lluvia dorada; celeste, sexo oral; azul oscuro, sexo anal; blanco, masturbación, y naranja, el más abierto, cualquier práctica.
La irrupción de internet
Con el tiempo, y sobre todo debido a la irrupción de las nuevas tecnologías también en la vida sexual, se han creado otros métodos de intentar seducir, o al menos ligar, para conseguir contactos más explícitos que insinuantes. Los denominados 'flirtmoji' ya pululan por internet haciendo subir sin necesidad de palabras el tono de las conversaciones en la red, utilizando emoticonos con alto contenido sexual. Entre graciosos y provocadores, aportan un amplio abanico de posibilidades.
En esta evolución de los juegos de seducción, se ha ido aún más lejos con la aparición en la hipócrita sociedad norteamericana en materia sexual de una nueva forma de flirtear. Las pulseras 'Nelly Bracelets' han irrumpido en el lenguaje no explícito del sexo. Según el color del brazalete se 'informa' de hasta dónde están dispuestos a llegar tanto hombres como mujeres, generalmente jóvenes: la negra, penetración; la azul, sexo oral; la verde, sexo con juguetes… ni una palabra de por medio, dando, además, paso a un nuevo y peligroso juego llamado 'Snap', en el que si el chico consigue arrancarle la pulsera a su portadora obtiene como recompensa la práctica con ella del juego sexual que el color represente. Al final, va a ser cierto que un gesto vale más que mil palabras.