La familia de Marcos Giralt Torrente
Autobiográfico. ·
El autor de 'Tiempo de vida' muestra las interioridades de una peculiar familia, incluida su tendencia a huir de la realidadPara hablar de la propia familia hay, en literatura, varias fórmulas que no son gratuitas. Si se trata de un clan con cierta proyección pública, ... tiene sentido recurrir a las reglas del género biográfico y que sus miembros comparezcan con sus nombres o señas de identidad que los hagan reconocibles al lector. El autor sabe si violará la intimidad de esos seres, y hasta dónde, aunque esa receta impone unas asumidas coordenadas de pudor a no ser que se trate de 'la familia Manson', en cuyo caso toda falta de discreción se quedará corta dada la indiscreción de sus crímenes. Si se trata de una familia que se ha mantenido en los límites de la privacidad, el registro literario se acerca más al de la ficción aunque sean reales los hechos que se cuentan. Lo que interesa es el atractivo argumental de las historias («mi padre se lió con la sirvienta», «un cura del cole abusó sexualmente de mí»…), no la irrelevante identidad de sus protagonistas, que a menudo se maquilla para borrar pistas comprometedoras. Lo que se gana en narratividad se pierde en demostración documental.
El caso de 'Los ilusionistas', la última entrega de Marcos Giralt Torrente, rompe esa división esquemática pues lo que nos propone es la audaz mezcla de esas dos citadas opciones memorialísticas en un mismo texto. Por un lado nos cuenta, con una total y desinhibida intensidad narrativa, la experiencia privada y autobiográfica en una familia disfuncional que da la casualidad de que es la suya propia. Por otro lado, en dicho retrato de grupo ocupa un primer plano un personaje de innegable relevancia pública como lo fue el escritor gallego Gonzalo Torrente Ballester, abuelo materno del autor. Es este hecho el que justifica que el libro, escrito con el tono de una novela, reproduzca detallados y dilatados fragmentos de la correspondencia de ese abuelo con Josefina Malvido, su primera esposa, en la que sorprende por parte de él un egoísmo exento de pudor.
De esa correspondencia llama la atención la sumisión que el novelista reclamaba de la mujer con la que se casó en mayo de 1932, al año de conocerla. Quería convertir en una geisha a una estudiante de Magisterio que buscaba en ese joven con ínfulas intelectuales y señoriales la seguridad que no le daba su origen campesino. La desubicación social por ambas partes es clave en el libro porque creó escuela en los propios hijos, incluida María Luisa, la madre del autor; una mujer con veleidades izquierdistas, en parte por reacción a la filiación falangista del padre y en parte por sintonía con su propia generación contestataria, que carecía de sentido práctico y vivía en medio de una gran inseguridad económica que marcó profundamente a su hijo, el autor del libro.

La descripción de esa peculiar mentalidad es, sin duda, el gran hallazgo de 'Los ilusionistas' y en ella reside la clave del propio título, así como la simpatía que despierta en el lector. Los hijos del primer matrimonio de Gonzalo Torrente Ballester (Josefina murió en 1958 a los 47 años) comparecen como seres encantadores que combinan la despreocupación, la excentricidad, el capricho y el exceso aristocráticos con la incapacidad para llegar a fin de mes. Los propios hermanos de María Luisa, o sea, los tíos de Marcos Giralt Torrente, adolecieron de ese mal. El caso más trágico es el de Gonzalo Torrente Malvido, un escritor de talento a quien su afición a los 'atajos' en la vida le llevó a la delincuencia y a la cárcel.
La clave de ese conflicto con la realidad la expresa de un modo maravillosamente gráfico la abuela Josefina en una de sus cartas correspondientes al período de posguerra en el que se vio obligada a vivir en Galicia la ausencia de un marido que se trasladó solo a Madrid para triunfar y ganarse la vida como escritor: «¿Por qué estuvimos condenados a separaciones tan largas habiendo matrimonios que en nuestras condiciones económicas están siempre juntos? ¿Es que somos más exigentes o no sabemos vivir? ¿Qué nos pasa?» (página 46).
Frente al carácter egocéntrico y lujurioso del abuelo, que en sus cartas amenaza a su esposa con serle infiel o que le lee la cartilla de cómo debe comportarse en sociedad ante las mujeres de otros colegas suyos, eludiendo los temas domésticos, que no le parecen de buen gusto, o corrigiendo su vicio de dejar las frases suspensas en la conversación, se dibuja en estas deliciosas páginas el carácter tolerante del propio Marcos Giralt Torrente y una virtud solo reservada a los grandes escritores que hoy no está de moda: la inmensa compasión por el ser humano.
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'Ovni 78' Wu Ming
Cuando solo los ovnis pueden salvar Italia

Óscar Beltrán de Otálora
'Ovni 78', el último proyecto de este grupo de escritores italianos escondidos bajo el pseudónimo de 'Wu Ming', es uno de esos libros difíciles de olvidar por varios factores. El primero, por la habilidad a la hora de mezclar temas que, en principio, no tienen nada que ver: los ovnis, el asesinato de Aldo Moro, la lacra de la heroína, las crisis humanas de todo tipo que acaban una comuna 'hippy' y una desaparición de una pareja de boy scouts en una montaña misteriosa. Todo sucedió en 1978, un año clave de la historia reciente italiana.
Además, los autores invisibles crean una geografía fantástica en torno a una montaña inexistente, el Quarzerone. Y la pueblan con unos personajes terriblemente humanos, nada heroicos, cansados, sumidos en la duda permanente y deseosos de llevar una vida diferente. Como explica una de las mujeres del libro, la posibilidad de ser abducidos por un ovni es lo mejor que les puede pasar a algunos de los seres que pueblan el libro, por lo que, en el fondo, su sueño es encontrarse con un platillo volante que los aparte de la realidad. 'Ovni 78' es a ratos un libro político, a ratos, una crónica negra y, durante toda su extensión, un relato humano de la decadencia italiana vista desde la izquierda. Se prefigura la aparición de Berlusconi entre avistamientos de ovnis y el problema de la heroína se une a los coletazos del fascismo y la red Gladio. No sé si es la mejor obra de 'Wu Ming', pero, sin duda, es la más emocionante.
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'La lectura salvaje' Álvaro Ceballos
Un lector sin tópicos

Iñaki Ezkerra
Novelista, ensayista y profesor de Literatura española en la Universidad de Lieja, Álvaro Ceballos nos ofrece un ameno y personalísimo ensayo sobre lo que hacemos nosotros con los libros y lo que los libros hacen con nosotros. El propósito anunciado del texto es eludir, si no contradecir, los tópicos: los libros nos permiten ser otros, nos llevan a otras realidades, nos hacen mejores personas… Frente a esos lugares comunes, propone una mirada similar a la que proyectamos sobre nuestra pareja, ante la que podemos «mostrarnos en nuestro estado salvaje», o «que a menudo nos sigue la corriente y otras veces nos desafía con ideas excéntricas de las que nos apropiamos sin querer».
El hallazgo del libro reside en que combina, en breves capítulos no exentos de humor, la reflexión intuitiva y carente de esquemas previos con la experiencia personal y las anécdotas de la propia vida cotidiana, partiendo de un hecho autobiográfico: el autor llegó, movido por sus primeras lecturas, a la carrera de Ciencias Biológicas pero se pasó a una de Letras donde pudiera hallar más pistas etológicas, como las que le llevarían a entender la naturaleza de la ficción como 'biotopo del ser humano' y como «una mentira que dice la verdad» en palabras de Juan Rulfo. ¿Qué pasa en la mente del lector que reconstruyó una novela de Echenoz 'para sí mismo', cambiando hasta el sexo de los personajes, de tal modo que el escritor no la reconocía como propia cuando ese buen hombre le preguntaba por ella?
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'Guerrilla' Antonio J. Carrasco Álvarez
Viaje al fondo de la Guerra de la Independencia

Julio Arrieta
«Los rebeldes parecen haber renunciado a la guerra de batallas campales», escribió desde Madrid el 9 de abril de 1810 el policía Pierre Denis de Lagarde a su jefe, Joseph Fouché: «La han reemplazado por la de partisanos, mucho más mortífera». Este análisis, que resumía de forma muy certera la situación a la que se enfrentaba en España el ejército imperial de Napoleón, es uno de los muchos testimonios directos que el historiador Antonio J. Carrasco Álvarez recoge en 'Guerrilla', libro que, como bien refleja su subtítulo, es una 'Una historia nueva de la Guerra de la Independencia', centrada en las partidas de guerrilleros. Vistas en las historias clásicas como grupos de «héroes sin tacha; patriotas dispuestos a sacrificarlo todo por el bien de la nación», o «entre los revisionistas, como bandas de malhechores y bandoleros», constituyeron desde sus primeros días un fenómeno muy complejo que el autor analiza en profundidad. El libro se divide en tres partes. La primera es el relato cronológico de la guerra partisana. La segunda estudia la organización, logística, estructuras sociales y cooperación de la guerrilla con los ejércitos aliados. La tercera aborda la guerrilla desde el punto de vista de los ocupantes y sus colabodores, y la violencia extrema con la que se desarrolló el conflicto. El autor logra recoger los resultados de tres décadas de investigación en un libro de historia excelente, una lectura atractiva tanto para el lector aficionado como para el investigador especializado.
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'La vida pensada' Víctor Ballesteros Sánchez-Molina
La filosofía bien relatada

J. Ernesto Ayala-Dip
Esta semana nos pondremos un poco más serios, aunque sin llegar a la solemnidad a que podría invitar el tema. Hoy va de filosofía. Tengo la impresión de que esta palabra está perdiendo enteros, de que hoy es muy fácil encontrarse con individuos que se hacen llamar (o les llaman) filósofos. Vemos en las tertulias de la tele, tertulias serias, no las de la tarde en horas de mayor audiencia, a un señor (generalmente suelen ser señores) al que se presenta como filósofo. Dicho señor esboza una reflexión, nunca trivial, pero que cuesta mucho conectar con algo que tenga que ver con la filosofía, por más que se ponga muy serio y mire al cielo. Yo lo considero una persona leída, con sentido común y que formula su opinión de manera muy coherente, incluso convincente. Pero de ahí a llamarlo por eso filósofo hay un buen trecho. (Yo soy de los que divide la cuestión entre filósofos y pensadores. Los primeros son creadores de sistemas filosóficos, por ejemplo Hegel, y los segundos son generadores de grandes áreas de reflexión profunda, por ejemplo Nietzsche). Esta semana comento un libro muy necesario para cualquier persona que quiera adentrarse de manera seria en la filosofía (y también en el pensamiento). Se trata de 'La vida pensada', del profesor Víctor Ballesteros Sánchez-Molina (Puertollano, 1997).
El autor no quiere repetir el esquema de enseñanza que llegó a hacer que nos aburriera la filosofía: el orden cronológico. No empieza por los presocráticos, como sería de esperar en un divulgador perezoso y falto de imaginación. Sánchez-Molina, recurriendo a un sistema muy imaginativo y poderosamente didáctico, divide su compendio en las edades del hombre, es decir, de la persona que leerá su libro. Así empieza con Descartes y termina con Platón. A cada filósofo y pensador le dedica pocas páginas y los resume con un capitulillo dividido en Cronología, Obras relevantes y Un dato curioso de su vida. Esto último puede parecer una frivolidad pero nunca lo es, porque ilustra la personalidad de cada uno.
El autor nos recuerda, por ejemplo, que Thomas Hobbes un día se encontró con Descartes en una discusión pública. Subió tanto de tono que nunca más se volvieron a ver. (Es probable que con unos wasaps hoy lo hubieran resuelto). En esta misma línea, no hay que olvidar que un día Jean Paul-Sartre coincidió en una mesa redonda con Merleau-Ponty. Sartre iba un poco constipado y tosía mucho, circunstancia que coincidió con la llegada de Merlau-Ponty a la mesa. Este siempre creyó que Sartre no lo había saludado dadas sus empecinadas diferencias teóricas. Con el tiempo Sartre prologó un libro de su rival e hizo mención de este desgraciado malentendido.
'La vida pensada' es la mejor introducción a la filosofía que he leído en bastante tiempo. Sentido del humor, síntesis y análisis a partes iguales. Sólo un reparo, me extrañó que no citara entre nuestros pensadores a Eugenio Trías.
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'El jardinero y la muerte' Gueorgui Gospodínov
Corona de flores

Pablo Martínez Zarracina
En el epílogo de este libro hondo y luminoso, Gueorgui Gospodínov revela el mandato nietzscheano que se propuso seguir mientras lo escribía: ser trascendental y ligero. La anotación funciona como una cortesía. El lector cierra el volumen con el misterio resuelto: es justo eso, la profundidad sin patetismo, la aceptación sin reproche, el dolor sin solemnidad, lo que transforma el texto sobre la muerte del padre en una miniatura perfecta.
'El jardinero y la muerte' comienza con un final: el de la vida de un hombre alto, duro e ingenioso que incluyó en el léxico familiar una frase que terminará poniéndose a prueba: «No hay nada que temer». Su viaje a la «montaña sin magia del cáncer» comienza con un dolor en la espalda que todos achacan al exceso de trabajo en el jardín de la casa del pueblo en el que es feliz cultivando flores y hortalizas. El texto se organiza en capítulos muy breves, de apenas un par de páginas. Gospodínov traza en ellos círculos en torno a la enfermedad y la muerte de su padre, «aquel Atlas que sostenía en sus hombros toneladas de pasado», retrocediendo en busca de los recuerdos compartidos y saltando al futuro del duelo, donde el hijo, ya instalado en la cincuentena, descubre que el mundo es de pronto un lugar en el que no tiene «a quien pedir ayuda».
Todo se cuenta de un modo directo, sencillo y significativo. Las horas más duras se mezclan con las anécdotas mil veces repetidas. La semblanza del padre se alterna con la descripción de la nueva orfandad del hijo. La reflexión filosófica o poética es interrumpida por el detalle cotidiano, que puede tener que ver con la ropa heredada, los protocolos del covid o los futbolistas predilectos. Eso hace que el libro se construya con una naturalidad clásica, un poco sobre la marcha, como haciéndose a un lado para no estorbar en lo importante, que tiene que ver con un hijo sentado junto a la cama de su padre. «Quería acompañarle al menos hasta la puerta, hasta donde dejan llegar a los vivos», escribe Gospodínov. Y con un padre que en su lecho de muerte no se preocupa de decir grandes frases, sino que les recuerda a los suyos que tengan a mano su carné de identidad porque lo van a necesitar. Además de trascendental y ligero, estamos ante un texto elegante, algo que no abunda en el subgénero de las memorias del duelo. Al final del libro, el autor visita el jardín de la casa del pueblo y avisa a las plantas y los frutales de que su padre ya no está, pero les indica que no deben afligirse y pueden seguir floreciendo. Más difícil es explicarle al perro 'Dzhako' que su amo no regresará esta vez de la ciudad. Incluso en sus páginas más oscuras, late algo en este libro decidido a enfrentarse a la oscuridad.
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'Ciudad de cadáveres' Ota Yoko
Sobrevivir a la bomba atómica

Elena Sierra
Aún era el verano de 1945 cuando la escritora japonesa Ota Yoko comenzó a escribir este libro que se publica por primera vez en su versión íntegra en España. El dato es fundamental para entender la importancia de esta lectura. Oto residía en Hiroshima el último verano de la guerra -era de un pueblo cercano- y allí estaba cuando cayó la primera bomba atómica. Su madre, su hermana, su sobrina y ella sobrevivieron a la explosión y el fuego y también a los efectos de la radiación, un arma mortal que ya a finales de aquel agosto acabó con la vida de muchísima gente que creía que había pasado lo peor.
'Ciudad de cadáveres' es el relato de ese día fatídico y de toda la muerte con la que vivirían después, del shock por la destrucción de su entorno y más tarde por una rendición japonesa que tardó tanto en llegar y costó tantas vidas, así como las reflexiones sobre la guerra y la paz, sobre el hecho de que un arma semejante se utilizara en aquella tierra, sobre la incertidumbre y el miedo. El miedo está muy presente. La escritora no se ahorra nada y eso, cuando se habla de una sociedad en la que se asocia educación con ocultación del dolor y de cualquier emoción, es muy interesante. Este verano se cumplen 80 años del bombardeo. No está de más leer el que fue el primer libro testimonial sobre el drama de Hiroshima y se publicó, censurado -que ya es difícil, porque todo es terrible- en 1948 para luego caer en el olvido, como su autora, que fue un personaje incómodo.
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'Verissimum mendacium (celebración de la ocurrencia)' Manuel Martínez-Forega
Pensar la vida más allá de lo evidente

Iñigo Linaje
Suele decirse que un buen libro es un pequeño tesoro y, más allá del tópico, hemos de reconocer que es verdad. Hay libros que nos hermanan con vidas ajenas que podrían ser las nuestras, y libros que -cual auténticas alarmas- estimulan el conocimiento y nos reconcilian con nosotros y con los demás. Como un tesoro escondido en el bolsillo, llevo conmigo estos días un libro diminuto y aleccionador. Se titula 'Verissimum mendacium' y lo ha escrito Manuel Martínez-Forega, uno de esos escritores secretos que habitan en los márgenes de la literatura oficial. Poeta de larga trayectoria y ensayista incisivo y audaz (lean 'El viaje exterior', donde reúne conferencias y crítica literaria y social), el aragonés acaba de publicar una colección de pensamientos -expurgados de sus libros- donde late el espíritu de Pascal y Cioran. El resultado de la criba es magnífico porque, entre otras cosas, sus sentencias nos invitan a pensar la realidad (individual y colectiva) desde cuatro prismas: la vida, el amor, el arte, la sociedad.
Leo: «La sabiduría se alcanza a través de una soledad fundamentada en la acción, que dará expresión a la visión interior del hombre y del mundo». Y más adelante: «Solo vemos si sabemos mirar». Guardo el libro -que tiene la apariencia de un breviario- y me detengo a pensar; porque me empuja a buscarme a mí mismo más allá de la superficialidad cotidiana: ese estado mental que el autor denomina «el desvelo de lo no evidente».
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'Allí donde se queman libros. La violencia política contra las librerías' Gaizka Fdez. Soldevilla y J. Francisco López Pérez
La quema de librerías, esa barbarie

Jon Kortazar
Dos citas definen el sentido de este libro. La primera, del poeta alemán Heine: «Allí donde se queman libros, se acaba quemando personas». Y la segunda, del poeta catalán Joan Margarit: «La libertad es una librería».
Bajo estas premisas los autores han realizado un minucioso análisis estadístico tras rastrear en prensa y en archivos los ataques a las librerías españolas entre 1962 y 2018, aunque advierten que hubo más de los 225 que han documentado, puesto que los libreros no denunciaban todos los que sufrieron. Sabían que durante el franquismo la investigación en muchos casos iba a ser nula.
La primera estadística atribuye la autoría de 195 ataques a las fuerzas de ultraderecha o parapoliciales, 17 a ETA o al nacionalismo radical y 8 a la izquierda. Cinco ofrecen dudas. Los autores describen de manera cronológica los ataques de la ultraderecha, contextualizando el marco político en el que se produjeron, con la cobertura de fuerzas políticas ultras, y situándolos en la compleja deriva del franquismo. Reciben una atención especial las agresiones que sufrieron dos librerías vascas, Minicost de Andoain y Lagun de Donostia, con el acercamiento directo a sus responsables, Maxen Zinkunegi e Ignacio Latierro, de quienes se han tomado confesiones duras y desasosegantes. Un último capítulo reflexiona sobre el objetivo final de los ataques a librerías: impregnar el miedo en la sociedad. Por fortuna, la libertad reside en una librería.
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