Cuerpos glorificados y transgresores
Fotografía ·
Man Ray es uno de los nombre fundamentales en la época en que estas imágenes adquirieron estatus artísticoBegoña Rodríguez
Sábado, 11 de febrero 2023, 00:07
La aparición de los primeros daguerrotipos a partir de 1839 supuso no solo la creación de un nuevo tipo de imagen. De alguna manera, la invención de la fotografía llevó el voyerismo a las masas. Los fotógrafos del siglo XIX reconocieron el deseo humano y utilizaron la fotografía de seducción para revelar lo que antes solo era imaginado y secreto. Se inició, así, una revolución cultural que inauguró la era del predominio de lo visual, reforzada por muchos inventos posteriores, desde el cinematógrafo hasta Internet.
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Las primeras fotografías conscientemente seductoras poseían un contenido provocador y erotizado, que tenía un alto valor de conmoción y de intensa sensualidad. Como apunta Iva Jestratijevic, el ingrediente erótico explícito a menudo rozaba lo pornográfico, por lo que los fotógrafos que iban más allá de las normas morales hasta acercarse a la lujuria visual solían permanecer en el anonimato y resulta muy difícil atribuir su trabajo, aunque están documentados algunos, como los de Louis-Amédée Mante. No obstante, cabe destacar el papel de ciertos fotógrafos que intentaron dar una imagen más artística al cuerpo desnudo, como el gran Stieglitz o Robert Demachy.
El arte de la seducciónVer 31 fotos
A principio del siglo XX, en Europa, el fin de la censura supone el regreso de bellas y artísticas imágenes eróticas y se vuelve a dar importancia a la imagen refinada. Sin embargo, un giro significativo en la fotografía como arma de seducción se produjo con la Primera Guerra Mundial, cuando desapareció la estética basada en ideales clásicos y se abrió el camino a nuevos conceptos vanguardistas que se manifestaron en el campo de la fotografía artística: se desnudó el cuerpo, quitándole las máscaras de los patrones culturales y los clichés.
Tras la Guerra, la presencia de la fotografía sugerente, o incluso erótica, suele considerarse como una forma de la táctica emancipadora de revelar y desvelar la sexualidad humana, tradicionalmente reprimida en la sociedad, además de un acto transgresor de provocación a la opinión pública y a las normas morales, rompiendo tabúes sexuales. En palabras de Bergstein, la fotografía puede servir para visualizar lo que se esperaba que sucediera o lo que alguien deseaba que sucediera, y en este sentido, los surrealistas presentaron la esfera de la sensación sexual como fuente de sensación estética. Así fue como la fotografía seductora-erótica de vanguardia adquirió dimensiones y estatus de acto artístico. Man Ray es uno de los máximos representantes de esta época; pero debemos también mencionar a clásicos del momento como Edward Weston y Paul Outerbridge.
La glorificación del cuerpo y la sexualidad humana tuvieron un gran impacto en la iconografía de la moda de la cultura de masas y la era posmoderna. A pesar de ello, y a diferencia de la fotografía surrealista de vanguardia, la presencia del cuerpo desnudo y el erotismo era una forma de táctica emancipadora o un acto transgresor. La fotografía de moda simboliza el deseo y le da un apoyo explícito: no hay expresión indirecta, insinuación, sino una seducción visual superior y mucho más evidente.
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Al no existir límites ni fronteras para articular el contenido fotografiado, la representación del cuerpo en la fotografía de moda posmoderna se desarrolló por unos cuantos caminos inconexos. Desde el estilo subcultural y 'pseudo-porn' de fotógrafos de moda como Nick Knight, Mark Borthwick y Richard Kern, a poner el foco en el hombre cosificado en imágenes homoeróticas como leitmotiv. Bruce Weber, conocido por sus polémicas campañas de Calvin Klein, sería el máximo representante.
Invertir el discurso
En cuanto a la mujer, se invierte el discurso clásico y esta aparece, ahora, como un sujeto activo sexualmente. La dominación femenina se expone y sobreexagera a través de la moda y de los accesorios. Mujeres poderosas e incluso agresivas aparecen desempeñando en las imágenes esos papeles estereotipados de forma intencionada y deconstructiva, como observamos en las fotografías de Steve Meisel.
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En este contexto, otra novedad se refiere a la introducción del deseo femenino. Al tiempo que se aleja de la posición de mujer-objeto sexual hacia la posición de la mujer como sujeto activo, la mujer negocia sus propios deseos sexuales. Muchos artistas posmodernos, como Nan Goldin, comienzan a pasarse a la publicidad y cambiar significativamente la estructura de la fotografía de moda, sobre todo en cuanto a escenografía se refiere.
Decir que las imágenes nos seducen es, probablemente, quedarse corto. Nos cautivan, nos retienen en su poder y nos hechizan, en su extraña insistencia. En resumen, ser seducido es desafiar al otro a ser seducido a su vez, y en esa dinámica el vestigio del goce simboliza el juego superficial e interminable con que la seducción ha donado fotografía de formas diferentes desde que surgió.
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