Contradictorio, profundo, imprescindible

No hay una figura igual. Miguel de Unamuno no dejó indiferente a nadie en vida y 85 años después de su muerte ha logrado algo insólito: un acuerdo casi absoluto acerca de la relevancia de su pensamiento y su peso en la cultura. Algo que ha llevado a que, en vez de que el eco de su obra y sus ideas se vaya apagando, suceda exactamente lo contrario: que cada vez se hable y escriba más sobre Unamuno y lo unamuniano.

Con motivo del 150 aniversario de su nacimiento, Territorios hizo un despliegue sobre su figura: además del imprescindible análisis sobre su vigencia y sus obras más relevantes, sometió a juicio su figura (con Jon Juaristi y Luciando G. Egido como defensor y fiscal), dio razones para amarlo -y todo lo contrario- y paseó por las dos ciudades de su vida para detenerse en los rincones más vinculados a su biografía. En el caso de Salamanca, el recorrido estuvo guiado por el más joven de sus nietos, el único que reside en la ciudad castellana.

Una serie de extraordinarios retratos del escritor, tratados para virarlos al sepia característico de las imágenes antiguas, daba al suplemento el sabor de los documentos originales. Cada página llevaba una cita que resumía su pensamiento respecto de las cuestiones centrales que abordó en su extensa obra.