«El cine me salvó la vida»
'Razzia', el largometraje del franco-marroquí Nabil Ayouch, refleja la frustración que viven cuatro personas muy distintas ante la falta de libertad en su país de origen
ITXASO ELORDUY
Sábado, 2 de marzo 2019, 04:00
Dichoso aquel que puede actuar de acuerdo con sus deseos». Este antiguo proverbio bereber es el punto de partida de 'Razzia', la quinta película de ... Nabil Ayouch, el director marroquí más internacional. Nacido en Sarcelles, uno de los barrios más conflictivos de la periferia de París, Ayouch fue candidato al Oscar con sus tres primeros largometrajes, 'Mektoub', 'Ali Zaoua, príncipe de Casablanca' y 'Los caballos de Dios', por la que recibió la Espiga de Oro en la Seminci. 'Much loved', su cuarta cinta, narra la complicada situación de las prostitutas en Marrakech con lenguaje sexual explícito.
La constatación de la complicada realidad social conllevó la prohibición y las amenazas de muerte en su propio país. «Pero como lo que no te mata te hace más fuerte, 'Razzia' continúa con la línea crítica». «La gente estaba ciega con 'Much loved'. No entiendo que Marruecos, mi audiencia natural, la prohibiera y las personas se volvieran violentas conmigo y con los protagonistas de la cinta tan solo por una película», explica. «Me siento, en todo caso, fascinado por la sociedad y veo que el cine tiene la capacidad de profundizar en toda su riqueza. Con 'Razzia' me he transformado en un antropólogo que excava en la diversidad humana», ha explicado a este periódico.
Ayouch reconoce que se han producido una serie de avances durante estos últimos años en la mentalidad marroquí. «La gente se ha dado cuenta, con 'Razzia', de que no es algo que deben rechazar desde el primer momento, sino que la tienen que ver para tener la posibilidad de opinar sobre ella. En este aspecto la sociedad marroquí está avanzando». Protagonizada por «cuatro personas inspiradoras y que forman parte de mi vida», los narradores constatan la falta de libertad que generan realidades como la homosexualidad, el antisemitismo, la complicada situación de la mujer moderna en el mundo árabe o el control de la educación infantil a través de la unificación idiomática. La falta de educación lleva a la ceguera, esta a la ignorancia y, en consecuencia, a la violencia. Ese es el mensaje principal de 'Razzia'», asegura.
La película critica la arabización generalizada, que acaba con la diversidad lingüística
La película muestra cuatro relatos basados en hechos reales, con el trasfondo de las revueltas callejeras de la Primavera árabe y ha sido presentada en la sección oficial del festival de Toronto.
'Razzia', revuelta en árabe, es la palabra que subyace en el trasfondo de varias historias de amor que se desarrollan en Casablanca. Un profesor que intenta transmitir su pasión por la cultura a un grupo de niños que viven en un poblado en las faldas del Atlas, censurado por impartir clases en un dialecto bereber. Una atractiva mujer, caracterizada por Maryam Touzani, coguionista de la cinta y pareja en la vida real de Ayouch, que huye a través del baile del machismo de su marido. Un joven músico homosexual que sueña con emular a su ídolo, Freddy Mercury. El dueño judío de un restaurante que sufre el antisemitismo en carne propia en sus relaciones amorosas y se evade con la banda sonora de la película de Humphrey Bogart e Ingrid Bergman, ambientada en esa ciudad. Y una adolescente bien posicionada que se enamora de una joven empleada del servicio doméstico cuya única aspiración es casarse y tener hijos.
Diversidad
«¿Qué importa la fe si les arrebatáis los sueños?, ¿qué importa el idioma si les arrebatáis la voz?» Las preguntas están en el cartel promocional del largometraje. Una crítica a la arabización generalizada que acaba con la diversidad lingüística, a los sueños rotos en determinadas sociedades restrictivas y a la negación de la feminidad de la mujer en una sociedad excluyente. Sin embargo, el director decidió instalarse en Casablanca con treinta años, «porque me fascina la multiculturalidad y los contrastes de Marruecos, la tierra de donde provienen mis raíces. Marruecos es el país de las paradojas, probablemente por eso lo amo». Tan occidental como oriental, mantiene sus tradiciones pero no rehuye de las influencias externas. Reconoce que gracias al cine descubrió esa parte de su identidad. «Cada mañana, cuando salgo de casa, veo una película a mi alrededor». Bereberes, cristianos, judíos, Marruecos es un mosaico multicultural. «Deseo proteger esa diversidad, añade, porque su pérdida podría ocasionar que viviéramos como extraños en nuestra propia ciudad». Marruecos es más abierto que muchos otros países árabes debido a su diversidad. No es perfecto, pero comparado con otras realidades, tenemos mucha más libertad».
Ayouch vivió desde pequeño los contrastes en su entorno más cercano. «Mi madre es de origen tunecino, mi padre es marroquí y estudié en un colegio católico. Vivía rodeado de personas de todas las nacionalidades y soy consciente de que el arte, la cultura y el cine, en particular, me salvó la vida. Empecé a ver buen cine internacional en un centro cultural que estaba cerca de mi casa, donde abrí los ojos al mundo y descubrí que la diversidad cultural fortalece. Gracias al cine me di cuenta de la fuerza que tienen los colores del planeta». El sistema educativo, y sobre todo la escuela pública, deben proteger la riqueza lingüística, reconoce el director de 'Razzia', que narra historias personales que se pueden extrapolar a cualquier nación. «Habla de problemas actuales, reflejados en cualquier sociedad a lo largo del planeta».
«Marruecos no es perfecto, pero comparado con otros países, tenemos más libertad»
Populismos
Ayouch teme el auge de los populismos en el mundo, pero también al extremismo islámico, a los Estados Unidos y a su presidente, «que enfrenta a unas personas con otras». Y teme el resurgimiento de la extrema derecha en Austria, Francia y, también, el auge de Vox en Andalucía, añade, «porque esa intolerancia genera violencia verbal y física». «Es muy fácil atemorizar al pueblo, ponerle en contra de los migrantes y la clave del cambio es la educación». Maryam Touzani, pareja de Ayouch y coguionista de la cinta, encarna e inspira el papel de Salima, una mujer moderna dentro de la rigidez educacional del mundo árabe.
La atractiva actriz da vida a un personaje inspirado en su propio carácter. «Me enamoré de Maryam no solo por su belleza sino por su dignidad, ella es una mujer muy valiente, que defiende la libertad personal de mantener la propia identidad». La actriz recuerda un momento en el que rodó una escena mientras andaba por la calle con un vestido corto y un hombre la insultaba porque su forma de vestir era contraria a la religión. Ella decidió subirse aún más la falda. «En un descanso otro hombre me increpó de una manera especialmente ofensiva y yo defendí con energía mi derecho a mostrarme tal y como realmente soy». La película presenta muchas escenas que entrelazan ficción y realidad. «Al final del relato se me ve embarazada, aparezco con una falsa barriga, pero no sabía que realmente estaba esperando un bebé. Es la primera vez que nos pasa algo así», concluye el director.
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