Cuando el cine y la literatura es sueño
Los caminos surrealistas no son vías rectas ni fáciles de transitar, pero el gran atractivo de esta corriente radica en la imprevisibilidad, fruto de su ... origen, el siempre anárquico y convulso inconsciente. Los autores 'puros', como los describía un tanto despectivamente André Breton, habían asimilado previamente los postulados dadaístas y ampliaron su abanico crítico a todos los aspectos de la vida. En el plano literario, suponía la reacción furibunda al realismo y naturalismo de finales del XIX. Ellos abogaban por el mundo onírico como el único espacio en el que el individuo consigue una comunicación libre y plena. Rehuían el plano político o se mostraban muy críticos con la deriva de la izquierda.
La poesía no era una expresión más, sino la principal fuente de creación que nutría el resto de manifestaciones. El fin lúdico constituía el eje de obras ajenas a las convenciones de la rima y la métrica. Los escritores recurrían al juego de palabras con propósito humorístico, a menudo mediante la invención de términos, una lírica generada desde la arbitrariedad. La antipoesía del chileno Nicanor Parra, uno de los epígonos del surrealismo, se manifiesta en pequeñas obras cercanas a la cultura popular.
Louis Aragon y Philippe Soupault están considerados cofundadores del movimiento junto a Breton. Aunque con una trayectoria muy dispar, ambos constituyen hitos de la literatura francesa. El primero era hijo ilegítimo del diplomático francés Louis Andrieux, aunque tomó el apellido de la región española en la que trabajó su padre. 'El aldeano de París' refleja su capacidad para llevar el surrealismo al ámbito de la novela, antes de que la militancia comunista lo condujera por caminos más ortodoxos. Soupault, autor del conocido poema 'Hacia la noche', compuso 'Los campos magnéticos' con Breton, una obra previa al Primer Manifiesto Surrealista que ya anuncia sus señas de identidad.
La disensión surge de inmediato. Las divergencias entre los acólitos eran furiosas y se dirimían en la imprenta. El panfleto 'Un cadavre', editado en 1924, fue una diatriba contra Anatole France y, asimismo, la primera proyección pública del movimiento. Tras el 'Segundo Manifiesto', que pretendía establecer la hoja de ruta de la corriente, se publicó otro comunicado con el mismo título en el que las tornas cambiaron y se arremetía contra Breton. Entre los firmantes de los breves ensayos se hallaba Robert Desnos, uno de los precursores de la escritura automática y que discrepaba de la línea oficial por su defensa del vilipendiado canon poético.
La relación de caídos es larga. Destaca Paul Éluard, el autor de 'Capital del dolor', un libro extraordinario que influyó en René Char, otro poeta decisivo. Como sucedió con muchos de ellos, su espíritu rupturista los condujo a la adhesión al Partido Comunista, el apoyo a los republicanos españoles y el combate contra los nazis en la Resistencia. El caso de Benjamin Péret es paradigmático. Compatibilizó su vocación literaria con la militancia en el Partido Obrero Internacionalista, de filiación trotskista, y la lucha en España con los anarquistas de la Columna Durruti. Tras la ocupación de Francia, partió a México junto a la pintora Remedios Varo.
El compromiso político, la difusión de los libros editados en Francia y el exilio impulsaron la influencia surrealista. En España fue bien acogida por la generación del 27 y cruzó el Atlántico para permear los versos de Octavio Paz, uno de los grandes renovadores de la literatura hispanoamericana.
El universo onírico también llegó a la gran pantalla, aunque su recepción no fue sencilla. «Es difícil representar el sueño porque el cine ya de por sí es sueño», decía René Clair, uno de los grandes directores franceses del siglo XX y responsable de 'Entreacto', pieza formada por una sucesión de planos sin aparente lógica. El cortometraje contó con Man Ray, Francis Picabia y Marcel Duchamp como actores. El fotógrafo americano también fue el responsable de 'La estrella de mar', película inspirada en un poema de Desnos.
La relación no abunda en títulos, pero cuenta con una representación exquisita. 'Ballet mécanique', escrita, dirigida y producida en 1924 por el pintor Fernand Léger, está considerada un precedente, aunque su adscripción es variada. El dadaísmo y surrealismo conviven en sus fotogramas con ecos futuristas, pero también ha sido catalogada como la primera película abstracta.
El juego visual y la ironía caracterizan 'La caracola y el clérigo', de Germaine Dulac con guión de Antonin Artaud. No existe una narrativa lineal, los planos se repiten y sobrevuela una atmósfera enigmática e inquietante, como corresponde a creadores que remitían a mundos paralelos y, sobre todo, rechazaban las producciones comerciales.
Las visiones de la luna cortada por una nube y la pupila a punto de ser rasgada por una navaja pertenecen al imaginario común. Las dos escenas forman parte de 'Un perro andaluz', la película emblemática del surrealismo. En su ópera prima, Luis Buñuel, con apoyo en el guión de Salvador Dalí, creó esta relación de breves secuencias que se antojan una poesía visual. La elite intelectual francesa la acogió con entusiasmo y cuenta con homenajes tan curiosos como el que le brindó Alfred Hitchcock en su película 'Recuerda'. En esta historia con ribetes psicoanalíticos y decorados dalinianos, unas enormes tijeras rasgan un ojo pintado sobre una cortina.
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