
Cuando Bergoglio era profesor de literatura
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Al papa Francisco siempre le apasionaron los libros y en sus documentos citaba a autores como Dostoyevski, Dante, León Bloy, Borges, Lewis y EliotUna de las facetas que menos se han destacado del papa Francisco es su pasión por la literatura y, sin embargo, ofrece muchas pistas sobre ... su personalidad. Él fue profesor de esta disciplina en el colegio de la Inmaculada de Santa Fe, en Argentina, cuando tenía 28 años. Le gustaba el 'Cantar de Mío Cid', ajeno a las claves e interpretaciones ideológicas de esta pieza, magnificada por Ramón Menéndez Pidal. Incluso visitó la catedral de Burgos en 1970, en cuyo crucero se ubica la tumba de Rodrigo Díaz de Vivar. La épica le describe como un guerrero que ganaba batallas, también después de muerto. Está por ver si el pontífice fallecido vencerá en la que se librará en el cónclave que empieza el miércoles.
Leyendas y mitos aparte, al Papa le gustaba recordar que sus alumnos, de los dos últimos cursos del Bachillerato, preferían la poesía y la dramaturgia de Federico García Lorca, asesinado en el inicio de la Guerra Civil española. Nada que ver con el héroe sacralizado. Lo importante es que el profesor Bergoglio les inoculara el amor a la lectura, el cariño a la literatura de todos los colores, luego cada uno encuentra su propio camino. Los estudiantes se animaron con la creación de relatos cortos, publicados en un libro que prologó José Luis Borges, agnóstico para más señas. El autor de 'Ficciones' visitó la escuela.
Francisco compartía con sus alumnos lecturas de Fiodor Dostoyevski, Dante o León Bloy, a los que citó en sus escritos y en sus discursos. Al hablar de la guerra en Ucrania, el Papa se refirió al autor ruso y su obra 'La leyenda del gran inquisidor' para alertar sobre «la tentación de una paz falsa, basada en el poder, que después conduce al odio y a la traición de Dios, y a tanta amargura en el alma». También se refirió a 'El idiota', para apuntalar su posición contra la pena de muerte, lo que le valió muchas críticas en Estados Unidos.
Buceaba en los textos del poeta Dante Alighieri, al que consideraba profeta de esperanza y ya le citó en su primera encíclica 'Lumen fidei' como paradigma de la condición humana. En una Carta Apostólica con motivo del séptimo centenario del autor de 'La Divina Comedia', Francisco recordaba que la voz del poeta se levantó «impetuosa y severa» contra más de un pontífice romano y que reprendió con acritud a instituciones eclesiásticas y representantes de la Iglesia. Aun así, proponía leer su obra «como un gran itinerario personal y comunitario».
Hubo muchos más autores en su vida. Marcel Proust, C.S. Lewis, T.S. Eliot o Robert Hugh Benson y su 'Señor del mundo', sobre la llegada de un anticristo. O el ensayista y novelista del Perigeux León Bloy, siempre en la búsqueda de Dios. Francisco citó al místico de la pobreza en su primera homilía como pontífice. «El que no reza la Señor, reza al diablo», escribió el autor de 'El desesperado' y 'Meditaciones de un solitario', recogida por el Papa.
Hay un texto precioso, que escribió en agosto de 2024 y que ha pasado un poco desapercibido. Se titula 'Carta del Santo Padre Francisco sobre el papel de la literatura en la formación' y, aunque va dirigida a los seminaristas, puede servir para cualquier centro de estudios. Francisco animaba a los alumnos a leer novela moderna y profana de la buena, no solo religiosa, para que puedan salir de su mundo cultural pequeñito. Hace suya la carta que el escritor y cineasta Jean Cocteau escribió al filósofo católico Jacques Maritain, inspirador del discurso del Concilio Vaticano II: «Es necesario salir de uno a través de la literatura: solo el amor y la fe nos permiten salir de nosotros mismos». La lectura no es solo entretenimiento, sino una guía para el alma y la conciencia, sostiene en ese documento. El Papa criticaba que la atención a la literatura se considerara como algo no esencial en la formación, una posición que, a su juicio, suponía «una forma de grave empobrecimiento intelectual y espiritual».
De su interés por la literatura también da fe la invitación de la Santa Sede que sorprendió a Javier Cercas, un escritor que se declara «ateo confeso, anticlerical y laicista militante»», para adentrarse en el Vaticano y compartir con el Papa su viaje a Mongolia en 2023. Las largas conversaciones entre ambos se reflejan en 'El loco de Dios en el fin del mundo', que en las últimas semanas encabeza las listas de ventas.
A Francisco siempre le gustó reunir en el Vaticano a representantes de todos los ámbitos de la cultura, al margen de que fueran o no creyentes. El Vaticano cuenta con un Dicasterio para la Cultura, con cardenales de primera línea al mando de ese 'ministerio'. Primero estuvo Gianfranco Ravasi, que fue prefecto de la Biblioteca Ambrosiana. Ahora lo dirige José Tolentino de Mendonça, un intelectual muy culto y con mucho prestigio en el mundo cultural portugués, considerado 'papable'. Ambos han visitado el País Vasco.
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