Alberto García-Alix, testigo de la vida
Rincones oscuros ·
Su objetivo transmite la complejidad de las emociones humanas. Busca fotos «que huelan y duelan»Begoña Rodríguez
Sábado, 18 de noviembre 2023, 00:11
Alberto García-Alix no se considera un fotógrafo convencional, sino más bien un testigo de la vida. Su obra es un viaje a través de ... la fragilidad y la fortaleza del ser humano, luz y sombra en perfecta armonía. Desafía las convenciones y se sumerge en los rincones más oscuros, convierte sus fotografías en una ventana a los secretos y deseos que yacen en el corazón de cada individuo. Desde sus inicios, el madrileño ha documentado la realidad, a menudo desgarradora, de las personas que le rodean, con su cámara como herramienta para explorar las profundidades del alma humana.
Una de las características más notables de su fotografía es el uso del blanco y negro. A través de esta elección estilística, logra transmitir una sensación de atemporalidad. El blanco y negro permite acentuar los contrastes y las texturas, lo que realza la expresividad de sus retratos, reflexiones profundas sobre la condición humana, capturadas con una sensibilidad única.
Ha conseguido crear su propio imaginario a partir de cuadros del Museo del Prado
Una de las series más famosas de García-Alix es, precisamente, 'Autorretratos', en la que se muestra a sí mismo a lo largo de varias décadas. Estas imágenes revelan su transformación y la búsqueda constante de su propia identidad. Se expone con toda su vulnerabilidad, con sus alegrías y sus demonios. No son solo un ejercicio de narcisismo, sino una introspección profunda que conecta al espectador con la humanidad del artista.
Otro tema recurrente en su trabajo es la subcultura del rock y el mundo de las drogas. Su serie 'Los invisibles' documenta la vida de personas que viven en estos ambientes, y su objetivo es dar voz y visibilidad a aquellos que a menudo son marginados y estigmatizados por la sociedad. A través de las imágenes de esta serie, García-Alix busca mostrar la humanidad fuerte, sin pudor, atrevida e incluso irreverente en su estado más puro, a menudo en medio de crudeza, oscuridad y sufrimiento.
Retratos íntimos
Su habilidad para captar la esencia de los sujetos es lo que hace que su trabajo sea tan impactante: «Me gusta que las fotos huelan. Y duelan», dice. Sus retratos son íntimos y auténticos y a menudo logran una conexión emocional con el espectador. «Lo que me fascina es el diálogo que me obliga a entablar con lo que veo. Terminas por mirarte a ti mismo. Una manera de ser es una manera de ver y una manera de ver es una manera de ser. Esa, para mí, es la gran premisa de la autoría», confesaba en una reciente entrevista.
En uno de sus últimos trabajos, 'Fantasías en el Prado', Alix utiliza la laboriosa técnica de la múltiple exposición sobre película analógica como herramienta para crear una evocadora serie en la que reinterpreta grandes obras de arte. Después de cuatro años de trabajo (2018-2021), el madrileño ha conseguido crear su propio imaginario, a partir de la pinacoteca que alberga el Museo del Prado. «Cada cuadro es un mundo. Y como tal, lo he tomado para inventar y construir uno nuevo», explica el fotógrafo. Con su mirada, su imaginación, la superposición de imágenes, el enfoque, el desenfoque, una pequeña linterna y el movimiento vibratorio de su cámara como únicas herramientas, García-Alix ha «repintado» algunas de las obras maestras del Prado, adonde su madre lo llevaba de pequeño, creando fantasmagorías, otorgando misterio, tensión y movimiento a la pintura, y dotando de carne y respiración a las esculturas.
En suma, Alberto García-Alix es un fotógrafo que no se limita a la mera captura de imágenes. Es un testigo de la vida, un narrador visual que nos invita a mirar más allá de las apariencias y adentrarnos en la complejidad de la existencia humana. Su obra es un recordatorio de que la fotografía no solo refleja la realidad, sino que también la interpreta y la celebra en toda su diversidad y autenticidad.
A lo largo de su carrera, ha recibido numerosos reconocimientos, incluyendo el Premio Nacional de Fotografía de España en 1999. Sus obras se han exhibido en museos y galerías de todo el mundo, y su legado perdurará, sin duda, como un testimonio conmovedor de la condición humana.
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