«No hemos aprendido nada de la experiencia yugoslava»
Boris Malagurski Cineasta. El 'Michael Moore serbio' presenta la segunda parte de 'El peso de las cadenas'
LAURA LAZCANO
Viernes, 24 de marzo 2017, 13:31
Bautizado por la crítica como el 'Michael Moore serbio' por su estilo a la hora de rodar documentales, Boris Malagurski (Subotica, Serbia, 1988) lleva paseando su obra por diversos festivales de renombre desde 2009 con su debut 'Kosovo: Can You Imagine?'. El cineasta serbo-canadiense visitó San Sebastián de la mano de la asociación Drina Zubia Kultur Elkartea para promocionar su último proyecto: 'El peso de las cadenas 2', en el que analiza los efectos de las políticas neoliberales en los países de la antigua Yugoslavia.
¿En trabaja ahora?
En 'The Weight of Chains 3', que va a abordar el cambio climático y la controversia por la comida genéticamente modificada. La película también ofrecerá maneras concretas de luchar por una sociedad mejor y más justa.
¿Cómo definiría su estilo?
Vivimos tiempos dinámicos, estamos constantemente bombardeados por información y cada vez somos más conscientes de que la versión 'mainstream' de los hechos a menudo está bastante alejada de la realidad. Sólo cuando se contrastan diferentes fuentes de manera honesta el espectador puede entender cómo funciona realmente el mundo. Soy brutalmente honesto hacia mi audiencia, presento los hechos correctos de manera enérgica y procuro burlarme de los grandes antagonistas de nuestros tiempos.
¿Qué lección se puede aprender de la experiencia yugoslava en conflictos como Siria y Ucrania?
El método que usa EE UU, que consiste en desestabilizar un país para después poder intervenir y estabilizarlo, es el mismo que llevó a cabo en Yugoslavia, pero también en Ucrania y Siria. Yugoslavia fue un campo de entrenamiento para operaciones militares de EE UU en el siglo XXI. Washington la bombardeó en 1999 con el visto bueno de la ONU alegando razones humanitarias para justificarlo. Previamente ya había armado y apoyado un grupo terrorista albanés llamado Ejército de Liberación de Kosovo, que fue responsable de matar a civiles y fuerzas policiales en el sur de Yugoslavia. Cuando el Ejército Popular Yugoslavo se enfrentó al KLA (Ejército de Liberación de Kosovo), EE UU atacó a Yugoslavia y empezó una campaña de bombardeo que provocó una crisis masiva de refugiados. ¿Le suena familiar? Muchos políticos occidentales y medios justificaron la intervención por motivos humanitarios, prevenir el uso de armas de destrucción masiva o el desarrollo de armas nucleares. Pero como ya hemos visto en la práctica, todo esto son mentiras. No estoy seguro de que la gente haya aprendido la lección adecuada de todo esto. En lugar de rebelarse contra el engaño y el asesinato de personas inocentes, parece que prefieren ignorarlo y seguir absortos en sus móviles.
Respecto a su versión de la desintegración de Yugoslavia, ¿qué es más difícil: luchar contra la versión oficial o contra su sobreexposición en los medios?
No creo que la lucha de un cineasta por la verdad y la justicia deba ser librada sólo si las probabilidades de éxito son altas. Se tiene que hacer porque es lo correcto. Sin embargo, en la era de Internet, los medios tradicionales están perdiendo la atención de la gente y es posible infiltrarse ahí con una visión diferente a la oficial.
¿Cómo de importante es escuchar las dos versiones en un conflicto?
Una narrativa tiene que ofrecer hechos para que sea considerada relevante. Respecto a las guerras de los años noventa en Yugoslavia, la versión oficial es que los serbios querían destruir Yugoslavia, aunque eran los croatas y los eslovenos, y más tarde los bosnios musulmanes y los albanos los que querían separarse de Yugoslavia. Si una versión se salta los hechos, es probable que el resto también incluya mentiras. Todas las naciones que he mencionado fueron utilizadas por EE UU para conseguir sus objetivos étnicos, creyendo que si hacían lo que se les decía, vivirían mejor que en Yugoslavia. Fueron manipulados.
«Democracia real»
¿Diría que luchar contra la versión oficial de la desintegración de Yugoslavia ha impedido que se escuchen otras versiones de la historia?
Doy margen en mis documentales para diferentes perspectivas, pero los portavoces de la versión oficial raramente están dispuestos a hablar. Cuando esto ocurre, normalmente se molestan si no estás del todo de acuerdo con ellos, lo que muestra lo 'tolerantes' que son ellos.
Da la impresión en sus documentales que no guarda ninguna simpatía por la clase política yugoslava, incluida la serbia.
La clase política en los Balcanes ha fallado a su gente. Hemos comprobado que no hay un gran cambio democrático. Creo en ir a votar, creo que todo el mundo debería votar, pero la democracia real solo puede ocurrir cuando salimos de las cabinas de voto. Depende de nosotros el rebelarnos, conectar y resistir para asegurarnos de que los políticos hacen lo que nosotros queremos que hagan, y eso no sólo en los Balcanes sino en todo el mundo. Todo lo demás es un mero espejismo de la democracia.
En su película cuenta con expertos, pero también con ciudadanos corrientes...
Estoy orgulloso de que muchos expertos de renombre y gente conocida hayan accedido a formar parte de mis películas concediéndome entrevistas exclusivas. Entre ellos estarían Noam Chomsky, Oliver Stone, Carla Del Ponte, R. James Woolsey, Lewis MacKenzie, James Bissett, Novak Djokovicy más. Por otra parte, me alegra que ciudadanos corrientes se hayan sincerado delante de mi cámara ayudándome a obtener el sentimiento generalizado de la región que estoy cubriendo en ese momento.
¿Cómo describiría la situación actual en Serbia?
Se aprecia cierto progreso en algunos sectores pero todavía queda un largo camino por recorrer. Me gustaría ver al Gobierno abandonando las políticas económicas neoliberales impuestas por el FMI, la UE y EE UU. El problema es que la juventud es demasiado apática al respecto. Si quieres fiesta y diversión, Serbia es el lugar adecuado. Pero si lo que quieres es un cambio político real, es improbable que lo encuentres.
¿Qué puede aprender el País Vasco de las tensiones internas de la etapa previa de desintegración de Yugoslavia?
Aunque no soy un experto en el País Vasco, soy consciente de las dificultades que ha habido en el pasado y que todavía se están experimentando hasta cierto punto en la actualidad. En Yugoslavia antes de la guerra, las tensiones se anularon fingiendo que no existían. Por ese motivo, cuando llegó el momento de expresarse, explotaron. Es importante hablar de esas tensiones, escuchar las preocupaciones del otro bando y tener una comunicación abierta.
Vivimos una era de desprecio al 'otro' (los inmigrantes, los refugiados, las feministas, los homosexuales). ¿Puede Europa extraer alguna lección de la propaganda que denigró y presentó a los ciudadanos serbios como bárbaros?
Cuando se deshumaniza a las personas, los conflictos están a la vuelta de la esquina. Los serbios fueron demonizados en los noventa hasta tal punto que muchos de los portavoces de la paz occidentales más grandes se quedaron sin voz de tanto gritar que había que bombardear Serbia. Quizá la mejor respuesta a este problema es la descrita por el antiguo presidente John F. Kennedy: «Nuestro mayor vínculo es que todos habitamos este planeta. Todos respiramos el mismo aire. Todos valoramos el futuro de nuestros hijos. Y todos somos mortales».