La directora bilbaína Marta Eguilior estrena en Madrid y denuncia el machismo en la ópera
Debuta hoy en el Teatro de la Zarzuela de Madrid 'El año pasado por agua', una revista con música de Chueca
Creció escuchando zarzuela: «Lo recuerdo como recuerdo mi primera infancia, con mucho amor. Mis aitites adoran la zarzuela y en su casa era muy habitual ... que sonase. Tengo que admitir que cuando veía las puestas en televisión no me gustaban en absoluto. Pero tiene que ver más con mi gusto estético del diseño que con cómo sonaba. Sigo siendo igual de crítica con ese tipo puestas en escena», recuerda Marta Eguilior (Bilbao, 1985), directora escénica de ópera, zarzuela, teatro... una de las pocas en nuestro país y de las más jóvenes. Su última apuesta, 'Don Giovanni' en Oviedo recibió pataleos y críticas negativas, pero ella defiende que es su mejor trabajo. Segura de sí misma, no tiene pelos en la lengua y no duda en denunciar el machismo que sufre por parte de algunos cantantes: «comentarios misóginos, gritos e incluso alguna foto vergonzosa en mi teléfono».
Precisamente hoy estrena su montaje para la revista 'El año pasado por agua', última producción del proyecto Zarza, una apuesta del Teatro de la Zarzuela para acercar el mundo lírico «a los más jóvenes desde los más jóvenes, para que todos veamos que es un género vivo, emocionante y, también, joven», según sus responsables. Así, este será el debut de Eguilior en el coliseo madrileño. Y lo hace con una propuesta que brillará bajo la luz de una bola de discoteca que arrojará luz sobre problemas actuales como el cambio climático. Actualización de una revista de 1889 en un acto y cuatro cuadros con música de Federico Chueca y Joaquín Valverde, sobre una adaptación de Enrique Viana del libreto de Ricardo de la Vega.
- ¿Cómo aborda dirigir la escena en una revista?
- Primero, ser muy flexible, tener mucho sentido del humor, del ritmo e imaginación. Estamos hablando de la farsa teatral, de los números que te hacen zarandearte en el patio de butacas. Hay que buscar el brillo y alejarse de lo que yo considero convencional y opaco. ¡Es una revista!
- ¿Y en qué se diferencia una obra de teatro, una ópera, una zarzuela...?
- Son lenguajes diferentes con necesidades diferentes. Digamos que es como si dijera: ramas de la medicina, ¿no? La cardióloga y la neuróloga estudian la misma carrera, pero después se especializan y no tratan los mismos 'conflictos'. Es muy similar. Teatro, ópera, zarzuela, circo… Forman parte de la dirección de artes escénicas pero cada género tiene un estilo propio. En el caso de 'El año pasado por agua' no existe un lenguaje realista en las escenas de prosa. Está llevado a la farsa, al cliché, al cabaret. Incluso en los maquillajes. Partir del libreto desde el naturalismo en este caso sería un despropósito.
- Ha dirigido óperas de muy diferentes estilos musicales. Ya sea 'Erwartung' de Schoenberg o 'Il trovatore' de Verdi, ¿cómo planea su trabajo para tener en cuenta las características de cada uno?
- Tengo el cuenta el sonido y la musicalidad pero no a la hora de diseñar la puesta en escena: es decir, no me afecta para la escenografía, el vestuario o los colores de la iluminación (para estas cosas hago foco en la historia). La tengo en cuenta, me afecta y la utilizo en la dirección de escena: ¿cómo siente el personaje?, ¿cómo se relaciona? ¿por qué hace lo que hace? Lo que no está en el texto siempre está en la música. Ahí están todas las respuestas.
- En este estreno, la música hará brillar una bola de discoteca: una celebración de Nochevieja centra la acción de la revista, que sobrevuela por varios problemas del mundo actual. Hay que tener mucha imaginación en este oficio, ¿no?
- Ja ja ja... Es algo que me repiten a menudo ¡qué cantidad de ideas tienes en esa cabeza! Puedo asegurarte que muy pocos directores tienen tanta imaginación. Yo lo vivo como un privilegio y a ratos como una condena. Mi cabeza no para de crear. Se me ocurren cosas todo el tiempo. No me da tregua ni cuando marcho a dormir. Hay que domar la mente. Educar las ideas. Es agotador. Sobre todo en lo que a la estética se refiere.
- Pero en Oviedo el año pasado con su 'Don Giovanni' obtuvo silbidos y pataleos, también aplausos. ¿Qué aprendió de aquello?
- Aprendí que hay que escucharse a uno mismo y defender un buen trabajo. Ni las críticas buenas ni las malas. Las malas críticas pueden hacer dudar a uno mismo hasta de su propio nombre. Las buenas pueden colocarte en un lugar de delirios de grandeza. Lo mejor es ser fiel a uno mismo. Yo analicé mi trabajo y puedo decir muy alto que es uno de los mejores trabajos que he hecho.
- ¿Sigue siendo la ópera un espectáculo que tolera poco las 'moderneces'?
- Jajaja... En relación a 'Don Giovanni'... Es que no cambié nada. ¡Fíjate el absurdo del público que se quejó de que me había inventado diálogos! Esa gente no ha cogido un libreto en su vida. Lo que sucedía en escena era lo que se contaba por Da Ponte (el libretista de Don Giovanni). Y te aseguro que no era moderno (o al menos no lo que yo considero por moderno). La violación no es moderna. El machismo tampoco. Mi puesta en escena contaba la historia de un 'tipejo' que se pasaba la vida utilizando a las mujeres como objetos. Si lo analizas bien incluso el vestuario partía del siglo XVIII... ¿Es eso moderno? En todo caso, puedo decirte que mi 'Don Giovanni' tenía fantasía e irrealidad estética, algo que tienen todos mis trabajos.
- ¿Nota más este rechazo a propuestas rupturistas que en el teatro?
- Ordinarios y neandertales hay en todas las áreas. Pero quizá en el teatro la gente tiene más educación que en el mundo lírico. Yo también veo espectáculos que no me gustan, y como platos que me disgustan en un restaurante, y no por eso grito en un patio de butacas o en un comedor que algo es una mierda. Educación.
- No hay muchas mujeres dirigiendo la escena en la ópera...
- Pocas. Mujeres dirigiendo en general en cualquier ámbito no es común. Puestos de poder… Ya sabes. Creo que en activo a día de hoy en España somos unas cinco directoras. En activo, quiero decir, que estamos trabajando y vivimos de ello. Y sí, los hombres, generalmente, cobran más.
- También crea espectáculos propios, como 'Borderland', donde representó con música encargada por usted la enfermedad mental. ¿Qué tiene en cartera y cómo se crea un espectáculo así de la nada?
- 'Borderland' fue un proyecto increíble que emocionó a muchísima gente y que nos llevó a la final de los premios Max. Eso demuestra que podemos y debemos hacer óperas nuevas. Ahora mismo tengo en cartera dos óperas, he comenzado a escribir ambos libretos y una de ellas ya ha comenzado a componerse. Crear un espectáculo desde cero es precioso y preciosamente duro. Un lienzo en blanco da terror y hay que crear con cabeza y gusto. Puedo decirte que es lo más complicado que he hecho y que, con estas dos óperas, sigo haciendo. Me encanta.
- ¿Cuál ha sido su experiencia laboral más gratificante y la más amarga?
- Comienzo por las amargas porque me gustan los finales felices; tener que aguantar el machismo de cantantes: comentarios misóginos, gritos e incluso recibir alguna foto vergonzosa en mi teléfono. Y como gratificantes, muchas: El 'Orfeo' que dirigí en Donosti, el 'Sorcier' de Jerez, el Don Giovanni' de Oviedo, mi debut en el Teatro romano de Mérida, la creación de 'Borderland'… Muchos, muchos proyectos. Es que me gusta mucho mi trabajo. Mis experiencias gratificantes tienen que ver con las producciones de las que más orgullosa estoy. Una aventura de vida, ¿no?
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