«En teatro falta libertad artística porque no hay libertad económica»
XXV Premios max ·
Hoy recibe el Max de Honor por una larga trayectoria con obras imprescindibles como 'Bajarse al moro' y 'La estanquera de Vallecas'José Luis Alonso de Santos (Valladolid, 1942) recibe hoy el Max de Honor, quizá el único premio que le faltaba en sesenta años de trayectoria. ... Del teatro independiente de la Transición pasó a dirigir la Compañía Nacional de Teatro Clásico y la Real Escuela Superior de Arte Dramático, y presidió la Academia de las Artes Escénicas. Es autor de medio centenar de obras, entre ellas 'Bajarse al moro', 'La estanquera de Vallecas', 'Pares y Nines', 'Trampa para pájaros'... ama la comedia, a los clásicos y al público, «que para mí es prójimo».
- Siempre está escribiendo, ¿qué tiene ahora entre manos?
- Ahora estoy escribiendo una versión de Lope de Vega, de 'Los locos de Valencia', que va a dirigir mi hijo. Parece que estos premios son el cierre de tu vida. Me acuerdo mucho de Zorrilla, que le decían '¿cuándo te retiras?' y él contestaba '¿me retiro a un convento?'
- ¿Alguna vez tuvo una vocación que no fuera el teatro?
- En la vida hay millones de cosas y el 90% se me dan mal. En teatro he escrito, he actuado y he dirigido. He hecho gestión, he llevado despachos y también he puesto focos. Lo he hecho todo, pero comparado con hacer un puente de esos que cruzan los mares es una broma.
- Fue uno de los fundadores del grupo Tábano en 1968. Ya el nombre era toda una declaración de intenciones.
- Se lo puse yo, viene de una frase de Sócrates. Me tocó vivir todo ese teatro hippie, antifranquista, independiente, muy atractivo.
- ¿Qué queda del espíritu militante del teatro de la Transición?
- De aquella sociedad ilusionada y un poco naif... ahora ya no son ingenuos ni los niños de la guardería. Toda aquella época estaba basada en la seguridad de un mundo mejor y hoy en día lo del futuro ya es inquietante.
- Y eso se refleja en el teatro.
- El teatro refleja todo, también el avance tecnológico y que el individuo se haya refugiado cada uno en su árbol, como en el comienzo de los tiempos, por la pandemia. Al teatro, que es un arte de comunidad, le perjudica mucho una sociedad individualizada y escondida en sus casas.
- ¿El mejor premio es un teatro lleno?
- Sí, sí, sí, sobre todo porque el peor castigo es un teatro vacío. Yo he tenido llenos espectaculares y vacíos espectaculares, el que no ha fracasado es que no ha vivido. Cuando hay dos filas, es desolador. No solo triunfa lo bueno. Triunfa lo bueno, lo oportuno y hay algo de azar. Mi primera obra, '¡Viva el duque nuestro dueño!' se estrenó un rato después de morir Franco en un teatro tomado por la Guardia Civil y en todos los sitios figuro como el primer autor de la democracia. Pero no hice nada de particular, solo que estrené a la media hora de morirse Franco. He sido muy afortunado, he hecho teatro muy serio y también comedia. Me he divertido y la mayoría de las veces he tenido público.
«El lenguaje cambia, a veces una obra de hace 30 años parece más vieja que una de 200»
nuevas versiones
- Hizo una nueva versión de 'Bajarse al moro' 25 años después.
- Es que el lenguaje cambia, a veces una obra de hace 30 o 40 años parece más vieja que una de 200. Por ejemplo, antes los tópicos sobre la mujer se decían con toda normalidad y ha habido un cambio en todo el mundo civilizado. 'Tres sombreros de copa' tiene 20 o 30 frases que jamás diría Mihura ahora.
- Con esa obra es inevitable recordar a Verónica Forqué, que la interpretó tanto en cine como en teatro.
- Y lo hizo maravillosamente. Hacerse mayor tiene esa cosa de que mucha gente con la que has compartido cartel se muere antes que tú. Les recuerdo con mucho cariño porque el teatro es un arte dificil, tiene problemas, pero luego se pasa muy bien. Como niños pequeños jugando.
«Triunfa lo bueno, lo oportuno y hay algo de azar»
conectar con el público
«Pensamiento correcto»
- Este premio reconoce entre otros méritos su «amor a la comedia», un género díficil.
- No es difícil si es mala, si quieres que tenga calidad cuesta trabajo. En general, hacer comedia es saber que no te van a dar el Nobel por ello. El Max de Honor sí, porque los compañeros saben lo que cuesta.
- ¿Hemos pasado de la censura que usted vivió a la autocensura?
- Sí, pero es normal. Siempre hay un pensamiento correcto, aunque la religión y la política lo disfrazan del bien social. Y es verdad, pero lo ideal en arte sería una libertad absoluta que no ha existido nunca. El creador lo que hace es torear eso.
- ¿Le gusta el teatro que se hace ahora?
- Yo creo que estamos en un momento de cierto nivel pero no glorioso, ni de creadores ni de interés del público. Y el problema número uno es el tema económico. Hoy día el 90% de la profesión teatral, actores y directores, no gana el sueldo de una mujer de la limpieza. Los teatros oficiales son el paraíso terrenal y el teatro privado es de vagabundos, la diferencia es abismal. Con lo que cuestan la luz, los focos, los ordenadores, el personal... tener un teatro abierto es la cosa menos económica de la tierra, aun triunfando. Las compañías sobreviven por las ayudas y por eso hay mucha sumisión política. La libertad artística te la da la libertad económica, algo que no hay en este momento.
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