«De repente estamos en el mapa, casi de un día para otro»
El trío tolosarra presentará mañana en directo 'Miruenea' en la Azoka, a las 23:30, en un concierto compartido con Naxter
En cualquier bar de Euskadi puede aparecer, sobre el azulejo gastado o entre botellas, ese cartel que ya forma parte del imaginario colectivo: «Salda badago». ... Un guiño que, en los últimos meses, ha trascendido la cocina y los bares para convertirse en una contraseña generacional. Mirua —el proyecto formado por Maitane Iruiñ y los hermanos Mattin y Malentxo Zeberio— tomó prestada esa frase para uno de sus temas más celebrados y, sin pretenderlo, terminó describiendo también el momento en el que vive el grupo: hay caldo, hay mezcla, hay sustancia. Y, sobre todo, hay un imaginario propio que se abre paso con sorprendente naturalidad en el pop vasco contemporáneo.
Nacidos en Tolosa y moldeados a fuego lento desde hace años, Mirua se plantó este 2025 con 'Miruenea', un debut que une la herencia del folclore con esa corriente de experimentación que se mueve entre la electrónica, el hyperpop y el pop más juguetón. Un disco amasado durante tres años, con Mattin ejerciendo de productor y la banda explorando sin miedo todas las vertientes que les atraviesan. Lo que comenzó siendo un proyecto autogestionado, casi doméstico, ha desembocado en una gira extensa, escenarios mucho más grandes, un equipo técnico consolidado y un público que llena salas para escuchar lo que tienen que decir.
Esa evolución —emocionante, acelerada, a veces incluso abrumadora— la vive en primera línea Malentxo Zeberio, que ha pasado de tocar en formato de trío a compartir escenario con un cuarto integrante y un staff que arropa cada paso. «De repente estábamos en el mapa, casi de un día para otro», resume. Ese salto ha cambiado su manera de trabajar y también de entenderse como artistas. Lo que no ha cambiado es la raíz que sostiene su música: la cultura vasca que mamaron desde pequeñas y que vuelcan en sus canciones con absoluta naturalidad. Porque si algo define a Mirua es esa mezcla sin complejos —del triki pop al experimentalismo electrónico— sin renunciar a lo que son.
Cuando Malentxo recuerda el salto que dieron desde mayo, sonríe con la mezcla de vértigo y alegría que acompaña a las grandes transiciones. Explica que llevaban años haciendo música, «currando en silencio», pero que este año todo se aceleró: pasaron de la autogestión a la contratación profesional, de escenarios modestos a otros más grandes, y de un equipo mínimo a uno ampliado. Asegura que para ella ha sido «algo muy guay», no solo por disponer de más recursos (un pelín, no demasiados), sino por la sensación de estar rodeadas de un grupo de profesionales que creen en el proyecto. Eso, insiste, les permite hacer las cosas «bien, con calma y con cariño», y sentir que no están solas.
La llegada del percusionista Manu Gáñez al directo ha reforzado esa identidad sonora cambiante que caracteriza a Mirua. Malentxo afirma que el público suele identificarles con ese tricky pop de 'Salda badago', pero recalca que el disco atraviesa muchísimos géneros y que esa es precisamente la gracia: «No somos un estilo ni dos, somos todas las músicas que nos gustan». Esa apertura es también una forma de reivindicar su raíz. Para ellas, hablar de Euskal Herria, de su paisaje cultural y de sus referencias cotidianas no es una postura estética, sino parte de su vida. «Lo hemos mamado desde casa —dice— y nos sale de manera natural».
Llegar a la Azoka de Durango con stand propio es, para ella, un símbolo importante. Desde pequeñas acudían allí con su padre, también músico, y ahora lo viven como «un paso enorme». Tener su propio espacio, afirma, les hace sentir que todo lo que han trabajado empieza a tener un lugar visible. Mañana lo celebran sobre el escenario a las 23.30.
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