Quince años de la foto de Spencer Tunick en el Kursaal
Más de 1.200 personas tomaron parte en aquella sesión fotográfica nudista que puso a San Sebastián en la prensa mundial
Si ya de por sí las imágenes de una multitud de personas desnudas en un lugar tan inopinado para el naturismo como el Kursaal donostiarra ... resultaban impactantes en su día, aún más lo hacen en esta época en la que la promiscuidad corporal y los hacinamientos en espacios cerrados han quedado proscritos a causa de la pandemia. Este jueves se cumplen quince años desde que el fotógrafo estadounidense Spencer Tunick (Orange, Nueva York, 1967) consiguió reunir en el edificio de Moneo a 1.200 personas para que posaran sin ropa ante su cámara.
La performance artística fue una iniciativa de la Fundación Ordóñez-Falcón, que entre 2004 y 2007 celebró en Donostia cuatro ediciones de la feria DFoto. «Creo que se demostró que la imaginación y la iniciativa privada, con el apoyo de las instituciones y la decisión de un equipo lleno de fe e ilusión, podían hacer de este evento un hito para San Sebastián», recuerda el presidente de la Fundación, Enrique Ordóñez, quince años después.
La idea de invitar a Tunick a San Sebastián surgió de la necesidad de «reforzar la imagen y notoriedad de DFoto, reforzando asimismo a San Sebastián como ciudad de la imagen y al Kursaal como espacio expositivo», recuerda Ordóñez. Para conseguirlo, «buscamos un evento que supusiese una imagen global e internacional para la feria. De efecto inmediato y que estuviese unido a la fotografía. Tunick era un artista mediático, sus performances eran muy notorias, así como su repercusión. Su trabajo era muy potente al basarse en el desnudo».
Tras contactar con el equipo de Tunick, y enviarle un dossier sobre la ciudad y sobre el propio Kursaal, el fotógrafo estadounidense aceptó. «No tardaron en contestarnos. Fijaron unas condiciones que eran asumibles. Un coste que conllevaba los viajes, estancias en un buen hotel para él y su equipo, que era numeroso, dietas, etcétera». En lo que respecta al precio, Tunick «no cobraba por su trabajo. Lo rentabilizaba con la venta posterior de sus fotografías».
«No teníamos claro quela convocatoria tuviera una amplia respuestaen una sociedad tan en teoría púdica y discreta»
Preocupación
Reconoce Ordóñez que la principal preocupación de su equipo giraba en torno a una cuestión: «¿Tendría éxito la convocatoria ? ¿Cuánta gente acudiría? Era una acción que por su temática, el desnudo grupal, no teníamos claro que tuviera una amplia respuesta en una sociedad tan en teoría púdica y discreta. En principio hicimos cálculos no muy optimistas».
«Respondimos las más asilvestradas, libres, desinhibidas, alternativas, antisistema, las menos pudorosas... No fueron personas de mentalidad conservadora, sino los que creíamos en la vida libre, en el arte y en que el cuerpo es algo maravilloso», recuerda la actriz Esther Esparza, presente en la performance.
La víspera, el equipo de DFoto cenó con Tunick y su gente en Casa Nicolasa. Ya para ese momento, «teníamos una estimación sobre el número de personas que asistirían, confirmadas por internet», pero «nada era seguro hasta no empezar a ver las colas de la gente para entrar».
Finalmente, a la convocatoria de aquel 22 de abril de 2006, lanzada en medio de un mar de dudas sobre el grado de atrevimiento de los donostiarras, acudieron unas 1.200 personas que desde primera hora de la mañana y hasta la una de mediodía siguieron las instrucciones del fotógrafo estadounidense. La primera, tal y como ya se había anunciado, despojarse de toda la ropa. «Vinieron gente mayor, jóvenes, familias completas, todo tipo de grupos», evoca Ordóñez. «A mí me costó poco ponerme en pelotas. Pensaba que me iba a resultar más violento porque sólo lo había hecho en el vestuario del equipo de fútbol, pero como veías a tanta gente igual que tú, lo hacías y a los cinco minutos te olvidabas», incide Carlos Villa, que se quedó poco satisfecho por los bruscos modales del equipo del fotógrafo.
Con un altavoz y acompañado de un equipo de ayudantes y un traductor, Tunick impartía instrucciones, en un clima de cierta tensión ya que entendía que la prensa acreditada -numerosa- entorpecía su labor. «I can't work!», llegó a exclamar en alguna ocasión. De hecho, en un momento dado, los participantes también clamaron para pedir que la prensa se desnudara, cosa que hicieron sin dudar los miembros del programa 'Caiga quien caiga'. «Fue un momento hilarante. Total empatía», según Ordóñez.
Finalmente, los ánimos se calmaron, los expertos en el manejo de masas se hicieron entender y el fotógrafo pudo obtener dos imágenes en el hall del Kursaal, otras dos en el exterior y una quinta, en la que sólo posaron parejas, en el espigón de la Zurriola.
En opinión del impulsor de la iniciativa, la sesión se desarrolló en medio de un clima «de alegría por saberse participantes de un evento único. Encontrarse con gente que conocías de las compras, de tratos comerciales, amigos del día a día era un efecto de felicidad compartida. Era una comunión espiritual».
Al término de la sesión, «Tunick estaba feliz, felicitó a todo nuestro equipo por su labor profesional y colaboración. Aunque no estaba previsto en un principio, el propio Tunick decidió mandar a todos los asistentes una copia fotográfica firmada del evento», explica Ordónez.
«Fue muy bonito, hasta tengo puesta la foto en mi salón de casa», dice el burgalés Felicísimo Lorenzo, que acudió con su mujer, Maribel Martín. En cuanto a la repercusión mediática, Ordóñez la estima «magnífica. Fue apertura de todas las televisiones y quedó reflejada en periódicos diarios, radios, y revistas. Le hicieron numerosas entrevistas. La rentabilidad fue increíble. Para la ciudad, para el Kursaal y para DFoto».
A modo de anécdota, Ordóñez recuerda que aquella mañana se encontró con su abogado desnudo participando en la performance. «Desde entonces lo tengo en mayor estima». Respecto a DFoto, al año siguiente celebró su última edición y con Tunick «no he vuelto a tener contacto. Le mandamos un dossier de prensa nacional e internacional y le agradecimos su colaboración. Me consta que vendió numerosas copias de la performance a diversas colecciones privadas», señala.
A día de hoy, el fotógrafo estadounidense continúa trabajando en su serie de fotografías de multitudes desnudas a pesar de la pandemia, tal y como se puede comprobar en su web. Eso sí: los voluntarios posan ahora sin ropa, pero con mascarilla, y a una prudencial distancia interpersonal. Y no es lo mismo, claro.
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