Un pan como unas tortas

La película biográfica de Christopher Nolan no solo tiene muchos más méritos creativos y artísticos que 'Barbie', sino que además su dirección, su reparto y su producción le convierten en aspirante al triunfo en diversos apartados. En cambio, 'Barbie' y su fenómeno comercial no pueden ambicionar las categorías reinas, pero sí los apartados técnicos. Otros contendientes como 'Maestro' de Bradley Cooper, 'Los asesinos de la luna' de Scorsese o 'Pobres criaturas' de Yorgos Lanthimos aparecen a priori como perdedores o, en el mejor supuesto, como ganadores en categorías interpretativas. Caso sorprendente es el de 'Anatomía de una caída'. Que el mayor éxito del cine francés en mucho tiempo no haya sido designada para competir por el Oscar a la mejor película internacional -incluso después de ganar la Palma de Oro en Cannes- da que pensar. En todo caso, la opción francesa por 'A fuego lento' es un disparate, por mucho que ello empuje a 'Anatomía de una caída' hacia las categorías de mejor película, guion original y mejor actriz, todo lo cual favorece igualmente las posibilidades de Bayona y 'La sociedad de la nieve' en la candidatura a la mejor película internacional. Los franceses han hecho, en fin, un pan como unas tortas.

Hay quien se ahoga con el éxito ajeno, envidia de por medio, amortiguando el sofoco con reacciones absurdas. Es otra vez lo que acontece con Taylor Swift, ahora con las elecciones norteamericanas. La semana pasada fue el chisme sobre su sexualidad y en esta la teoría conspirativa que la convierte en «arma psicológica» del Pentágono, utilizada por Joe Biden para impedir la elección de Trump. Semejante delirio nacido en las redes sociales no tendría eco de no ser porque el presentador de la Fox News, Jesse Waters, también lo ha sugerido sin prueba alguna. Que Taylor Swift apoya al Partido Demócrata es algo tan conocido como sabido el efecto reactivo de un cóctel que combine envidia, ignorancia y radicalismo. Ya se ve, en fin, que esto de la fama y el éxito es también como llevar un sambenito o una diana para que disparen los feligreses del MAGA, del 'Make America Great Again'.

La autoevaluación anual del Teatro Arriaga siempre parece la ocasión propicia para el autobombo. Que si la ocupación en 2023 ha llegado al 67,23% -por cierto, en el presupuesto 2024 del Ayuntamiento se afirma que en el ejercicio 2023 ha sido del 58,88%-; que si el número de espectadores, 138.871, refleja «una realidad muy viva»: que si tres producciones propias han dinamizado la afluencia, etc… Bueno, afirmemos la importancia del Arriaga en la cultura de Bilbao, su cuasi monopolio en la oferta y la demanda o la filosofía generalista de su programación. Pero digamos, igualmente, que ha recibido el año pasado 8.080.000 euros de subvención municipal, que su objetivo de taquilla para 2023 solo estaba en torno al 12% de lo recibido, que los gastos de personal superan el 40% de la subvención o que el crecimiento de su ocupación o de los espectadores no está tan a tono con el buen ejercicio registrado en el consumo cultural de 2023, con la dinamización turística de la ciudad o con los crecimientos de otros segmentos de la oferta cultural urbana. Pues eso.