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El Festival de Angulema (suroeste de Francia) concluyó ayer una 52 edición que contó con el cómic español como invitado especial. En medio de las ... sesiones de firmas y las entrevistas con prensa extranjera en el prestigioso certamen, el dibujante valenciano Paco Roca, cuyas obras publica la editorial vizcaína Astiberri, reflexiona en EL CORREO sobre el estado actual de las novela gráfica en España y sobre cómo un dibujante puede abordar la Memoria Histórica.
– ¿Cómo analiza el buen momento del cómic español? Algunos de los especialistas le consideran una de las figuras de este resurgimiento.
– España siempre ha contado con grandísimos autores, pero por desgracia muchos de ellos tuvieron que trabajar para el mercado francés, porque prácticamente no existía un mercado español y resultaba imposible vivir de los cómics. Desde hace unos años, eso está cambiando. Cada vez más dibujantes trabajan directamente para el mercado español, puesto que empezamos a contar con un público. Cada vez hay editoriales especializadas más grandes y en las librerías generalistas ha crecido la parte dedicada a los libros ilustrados.
– ¿Qué puede aportar la presencia de España como país invitado en Angulema? Pese a la mejora, el oficio de dibujante sigue siendo muy precario…
– Suele verse el mundo del cómic español como una rareza, pero en la literatura ocurre lo mismo y hay muchísimos autores que no viven de sus creaciones. El cómic español no se trata de ninguna rareza, sino de la norma. La excepción es en realidad lo que ocurre en Francia y, en concreto, en Angulema con un mercado tan potente. Aunque en España estamos muy lejos de eso, cada vez se publican más historietas. Y se han conseguido cosas que parecían inimaginables hace años.
– Acaba de publicar en francés su última obra, 'El abismo del olvido', sobre las fosas comunes de los represaliados durante el franquismo. ¿Cree que este tema interesa más allá del público español?
– En Francia también tuvieron sus fosas comunes con la Primera y la Segunda Guerra Mundial. Pero cuando daba entrevistas aquí en Angulema, lo que más sorprendía a mis interlocutores no era la existencia de estas fosas ni la crueldad de los vencedores frente a los vencidos, sino que tras 40 años de dictadura y más de 40 de democracia siga existiendo este problema. No entienden que dependiendo de quién gobierne se abran o cierren las fosas. Les cuesta entender que no haya un mayor consenso.
– ¿Cómo se explica que esta cuestión polarice tanto?
– Porque todavía da un rédito electoral. Hay partidos que, si se oponen a la apertura de las fosas, consiguen votos, mientras que otros estando a favor y criticando a los otros también los obtienen. En cambio, creo que la sociedad es mucho más madura respecto a esta cuestión que la clase política. En Paterna, hay 2.300 personas enterradas en fosas comunes y a estas alturas se han exhumado más de la mitad, sobre todo durante los años en que partidos progresistas gobernaron en la Comunidad Valenciana. Y eso a la sociedad le dio absolutamente igual y nadie salió a manifestarse en la calle. Pero uno de los primeros acuerdos al que llegaron PP y Vox para gobernar en Valencia fue derogar la ley de Memoria Histórica y hacer todo lo posible para impedir las exhumaciones.
– ¿Qué le motivó a plasmar en cómic esta historia inspirada en un reportaje del periodista Rodrigo Terrasa?
– El haber conocido a Pepica Celda (protagonista del cómic). Cuando le pregunté por qué quería recuperar los huesos de su padre, me explicó que su madre no quería que su marido estuviera tirado como un animal en una fosa común y deseaba que los huesos de su marido estuvieran en el mismo nicho que ella. A Pepica le entristecía que su madre hubiese muerto sin haber cumplido ese deseo y ella se lo tomó como un mandato vital. Por esto estuvo hasta sus 80 años intentando cumplir ese deseo. Cuando uno lo ve desde este punto de vista, se da cuenta de que cualquiera desearía dar a sus seres queridos este entierro digno. Al final es un ritual milenario. Y la historia de Pepica muestra que se trata básicamente de una cuestión de derechos humanos.
– Los cómics pueden tener una función pedagógica sobre la Memoria Histórica de la Guerra Civil y el franquismo…
– A diferencia de la barbarie del nazismo, apenas existen fotografías sobre la represión franquista. No contamos con imágenes de los fusilamientos de miles de personas ni de las fosas comunes. Y eso favorece que todavía haya personas que se digan que algo debieron de hacer por haber terminado así. Unas preguntas que resultan inimaginables con el Holocausto. Ante esta falta de documentación gráfica, creo que el cómic puede aportar mucho.
– Este año está marcado por el 50 aniversario de la muerte de Franco. ¿Qué le sugiere el personaje?
– Personajes como los de Hitler, Mussolini o Franco siempre son inspiradores a nivel artístico. Uno intenta comprender cómo se puede llegar a tal grado de maldad y de falta de empatía. Me parecen muy interesantes películas como 'El hundimiento', en las que no se blanquea, pero sí se intenta entender la figura de Hitler. En España, por desgracia, aún nos falta mucho para llegar a eso teniendo en cuenta el revisionismo de la ultraderecha. No me extrañaría que, al tratarlo artísticamente, uno encontrara matices en la figura de Franco. Pero antes de eso hace falta un mayor consenso para condenar su cruel dictadura.
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