DAVID BENITO
Crítica de teatro

Orfebrería

Poesía y teatro son parientes, se rozan y se contagian. Nuria Espert adivina un drama en cada página del Romancero de Lorca. Alejandro Ulloa o ... Pío Cueto veían una representación al declamar, aunque Blas de Otero temió a los que cargan las tintas como en escena. Hay poetas que mejoran en público, quizá Nicanor Parra. Y ayer mismo han construido teatro con poemas Diego Botto o Alberto San Juan.

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William Luce estrenó en 1976 la ficción 'Emily', mujer poeta, trascendente como Walt Whitman pero esquiva con el mercado literario, recluida en casa y siempre vestida de blanco, sólo editada tras su muerte. Como evocación de 'Emily' Dickinson (Amherst, Massachusetts 1830-1886) 'que cumpliría 192 años', la actriz María Pastor rehace la idea de Luce con el disfraz de falso diálogo sin réplica o soliloquio de vivencias. Un recital poético diluido que firma Juan Pastor.

'La dama de blanco' -representada el sábado en Pabellón 6- es la Emily Dickinson cotidiana, que escatima o esconde afectos, esquinada, que habla de lo humano femenino, lo doméstico íntimo o social, la familia, el tedio, la poesía liberadora. Y revive además la mujer huidiza que ensaya ademanes antes de llegar la visita, musita poemas, o evoca al padre muerto.

María Pastor es una actriz total, de voz afanosa y timbre sutil, detallista en el gesto, de una organicidad que moviliza el cuerpo desde los pies descalzos a unas manos que hablan. Una interpretación hipnótica. Durará.

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